Esta semana, el Grupo Clarín anunció una reestructuración de sus empresas. La división consiste básicamente en dividir éstas en dos grupos. Tal como se habló durante la discusión por la Ley de Medios durante el gobierno anterior, el formato de la reestructuración podría resumirse en la idea de "los fierros por un lado, los contenidos por otro": o sea, Cablevisión y las empresas de telecomunicaciones por un lado y Clarín (el diario, Canal 13, Radio Mitre y las otras señales) por el otro.
El propio medio lo informó así: "El directorio de Grupo Clarín SA propuso a su asamblea de accionistas la escisión societaria de sus operaciones de cable y telecomunicaciones en una nueva compañía que se denominará Cablevisión Holding SA. De este modo, a futuro coexistirán dos sociedades anónimas, Grupo Clarín SA y Cablevisión Holding SA. Los accionistas del actual Grupo Clarín SA mantendrán la misma participación en ambas compañías. La estructura de Grupo Clarín SA conservará los medios periodísticos y de producción de contenidos. Esto incluye AGEA, Artear, Radio Mitre, IESA y CMD, entre otras. Por su lado, Cablevisión Holding SA será titular de la participación que el Grupo Clarín posee en Cablevisión y sus subsidiarias, incluida Nextel".
Sin embargo, para Martín Becerra, Doctor en Ciencias de la Información (Universidad Autónoma de Barcelona), profesor titular por concurso en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y en la UBA. Investigador independiente en el Conicet, en definitiva uno de los especialistas independientes de mayor prestigio en "tema medios", la cuestión es sólo "similar, pero no igual" a la transformación de la lista. Y lo que es más importante, no cambia la "posición dominante" del grupo en materia de comunicaciones.
"No es tan parecido aunque tiene un aire de familia con aquel plan de reestructuración –dice Becerra–. En ese plan había –por exigencia regulatoria– una desinversión y venta de activos que ahora no es requisito legal y, por lo tanto, esta escisión no tiene (amén de que los accionistas en este nuevo plan siguen siendo los mismos, en las dos sociedades). La respuesta es no, no afecta el dominio que tiene el Grupo Clarín en TV cable, TV abierta, radio y prensa. Al revés, el objetivo del grupo es potenciar esa posición expandiéndola a otros sectores (telefonía móvil, por ejemplo)". Es más, el plan consiste en dar las condiciones para una futura expansión. "La escisión anunciada recrea en parte el plan que el conglomerado había realizado cuando la Corte Suprema de Justicia sentenció, en 2013, que Clarín debía adecuarse a la ley audiovisual y que separaba contenidos de 'fierros'," explica Becerra.
El fin de la guerra. Para Becerra, más bien, lo que marca la reestructuración propuesta es un cambio en las condiciones políticas, el fin de la guerra con el kirchnerismo. En su blog (martinbecerra.wordpress.com) explica un poco más esta línea estratégica: "La forma organizativa del conglomerado incide en sus contenidos y la separación de las unidades periodísticas y de generación de entretenimientos podría ser una oportunidad para que el multimedios recupere parte de la memoria de la cultura mediática que durante el siglo XX fue su sello distintivo, como documenta Martín Sivak en los dos volúmenes sobre la historia del Grupo Clarín (Clarín, el gran diario argentino y Clarín: la era Magnetto). Ese acervo fue subordinado a la estrategia corporativa de sobrevivencia (2002-2003), de expansión (hasta 2008) y de guerra contra el gobierno nacional (entre 2008 y fines de 2015), estrategia que impregnó el ambiente laboral y los productos mismos que, donde tuvieron competencia, registraron caídas considerables compensadas en los balances del grupo por los ingresos provenientes de TV cable y conectividad a internet.
—¿Por qué se anuncia ahora esta reestructuración?
—Terminado el segundo mandato de Cristina Fernández y con el nuevo contexto político, el Grupo Clarín comenzó a ejecutar lo que es su siguiente etapa, después de haberse concentrado tanto y tan intesamente en la guerra con el gobierno anterior. El plan es actualizar todo lo que estuvo detenido por haberse dedicado a esa guerra, lo que significa toda la expansión hacia el sector móvil, lo que está representado con la compra en octubre pasado de Nextel, que recién fue autorizada por el gobierno de Macri en enero de este año. Los pasos siguientes fueron la adquisición de empresas que tienen autorizaciones que a Nextel le servirían para ampliar el espectro de su cobertura, sobre todo en lo que es transmisión de datos, que hasta ahora no tenía. Ir metiendo rápidamente una cuña en el sector de telefonía móvil, en el que Clarín no estaba y que es un sector hasta ahora muy concentrado y muy dominado por tres empresas.
—¿Entrar en la telefonía como un nuevo eje de negocios?
—La idea de Clarín es: para continuar siendo fuertes en el sector, especialmente en la Argentina, que es donde tienen su lugar, no pueden crecer si no es hacia el segmento móvil y hasta ahora no lo habían hecho. Hicieron un experimento hace 15 años con CTI Móvil, pero desde entonces era un proyecto abandonado. Ellos saben, porque es una tendencia mundial, que buena parte de los ingresos de las compañías de medios y comunicaciones provienen de las telecomunicaciones. Y no pueden no estar ahí, basicamente. Es el sector más dinámico. Por eso compraron Nextel. Y por eso incidieron muy fuertemente en el cambio regulatorio decidido por Macri y por eso siguen en esa dirección.
Agresividad financiera. El cambio también promete incidir, de una manera u otra, en la estrategia del grupo. Incluso en los contenidos. Becerra dice "lo que afirma el comunicado, y yo le creo bastante, es que para continuar ese plan de expansión, especialmente en lo que es telecomunicaciones, lo que va a ser Cablevisión, van a tener que tomar deuda, ser más agresivos financieramente. Y para eso necesitan tener un perfil de compañía que sea más telecomunicaciones".
—¿Y por eso separan los contenidos? Cablevisión no va a poder subvencionar a los medios periodísticos...
—Claro. Aunque tengan los mismos accionistas, Grupo Clarín y Cablevisión Holding, al cotizar en Bolsa, sobre todo Bolsas extranjeras, el tema de subsidiarse internamente no va a ser sencillo. Que las utilidades que tengan los accionistas puedan ser reinvertidas en otras empresas, quizás. Esa estructura, con dos sociedades distintas, dificultarán las cosas. Tener la vigilancia de la Bolsa, sobre todo extranjera, de Nueva York, va a hacerle las cosas más difíciles. Además, Cablevisión tiene esa gran incógnita en su socio minoritario, David Martínez quien, tampoco, en teoría, les debería permitir mover activos de un lado a otro, porque esos activos les pertenecen a él.
—¿Son un buen negocio los contenidos de Clarín? ¿Necesitan ser subvencionados?
—Hasta ahora sí lo necesitaron. Cuesta determinar hasta qué punto esa estructura de medios tradicionales, que recién ahora viran hacia lo digital de Artear, AGEA, etc., etc., tiene una economía saneada y saludable. Mi impresión es que lo que es AGEA, a diferencia de Artear, no tiene una economía saludable, lo que no significa que, con el liderazgo del Grupo Clarín, no pueda resolverlo. Lo que seguro no va a suceder ahora es que, suceda lo que suceda, el grupo cuenta con una vaca lechera que es Cablevisión.
Un ministerio. La pregunta sería si el cambio estructural promete una variación en los contenidos.
—¿Se puede imaginar que "Clarín" hará en el futuro próximo un periodismo diferente?
—Como lector y usuario de medios periodísticos, desearía que sí. Pero eso no es decisión de los lectores y usarios. No es un problema de deseos.
—Al menos, no de los lectores.
—Sí, claro. No de los míos, ciertamente. Estas cosas no se deciden por deseos. Al menos, no de los nuestros. Se deciden de forma más pragmática. Además, más allá de las críticas que yo pueda hacerle a su conducción, es cierto que un grupo tan gigantesco tiene una lógica interna compleja. Cuando decide cambios, no sólo mira hacia afuera, sino también hacia adentro. A mí, personalmente, me parece que el anuncio de la reorganización del diario Clarín, de la conducción periodística del diario Clarín específicamente a mí me parece muy timorata, muy conservadora, si la comparo con la que hace La Nación. Ahora, también comprendo que mover un Titanic, como es Clarín, no es lo mismo que mover La Nación. Clarín, parece un ministerio. Y tiene líneas internas, divisiones, a las que no es fácil moverlas. Es más fácil gobernar un buque más pequeñito y pegar el timonazo hacia otro lado, que mover una gran nave. Eso es así. Haciendo una comparación con otro tipo de organizaciones: introducir un cambio en la Universidad de Quilmes, donde yo estoy, es más fácil que hacerlo en la UBA. Para hacer un cambio de estatutos, tener que mover a muchísimos actores con internas, con muchísimos kilombos.
—¿Implicará un cambio también en la línea editorial?
—Clarín tiene una gran oportunidad de revisar lo actuado en años recientes, de revisar cómo subordinó su línea periodística a otros fines...
—Lo que Julio Blank definió con todas las palabras: guerra sucia.
—Lo que tuvo fue una estrategia que es más corporativa que periodística y puede revisarlo y volver a sus orígenes. Que no son sólo sus orígenes: es la receta que lo convirtió en exitoso. Fue esa capacidad de medir el termómetro de la opinión pública e incluso anticipar las movidas, aun antes de que la misma opinión pública fuera consciente. Clarín ya la conocía, interpretaba y le daba formato periodístico. Clarín tuvo buenos intérpretes de esa tendencia. Marcos Cytrynblum o el mismo Roberto Noble lo hacían muy bien. También la conducción desarrollista en el medio entre una y otra gestión. Todo eso, para mí, hace muchos, muchos, años que Clarín lo abandonó, coincidiendo con la importancia que cobró la televisión por cable desde fines de los noventa hasta ahora. Y ojalá ésta sea una oportunidad que lo recobren.
—Estarían frente a una oportunidad.
—Sería muy bueno. No sólo para Clarín, sino para el ecosistema de medios en general. Pero está por verse.
—En el libro de Martín Sivak sobre "Clarín", Héctor Magnetto aventura el fin del papel para el año 2029. ¿Esta movida interna va en ese camino?
—Una cosa es lo que el diario –o su conducción– dice o lo que realmente va a suceder. A mí me parece irrelevante proyectar cuándo va a morir el papel, es un ejercicio que no ayuda. Tampoco sabemos si realmente va a morir. Nadie tiene la bola de cristal.
—Jorge Fontevecchia suele decir que en el futuro el diario de papel no morirá, sino que ocupará un rol similar al del teatro: en algún momento fue masivo y hoy es un elemento que llega a niveles socioculturales altos, pero no ha desaparecido.
—Sí. Nosotros (cuando digo nosotros estoy pensando a lo que el macrismo llama el Círculo Rojo, los sectores políticos, periodísticos, intelectuales que traman la agenda pública en la Argentina y en otros países) tenemos como temas de conversación, aquellos que las organizaciones que hacen diarios en papel producen y difunden. Esto es así, aunque muchos de nosotros ya no las leamos en diarios de papel. Pero esa organización fue originalmente un diario de papel. Clarín lo sabe. Y es cierto que hoy, en 2016, la gran mayoría de sus ingresos siguen originándose en el diario de papel.
—O sea que hay diario de papel para rato...
—Es un tema que ofrece muchos flancos como para mirarse. Podemos imaginar que habrá una muerte del diario de papel, porque la sociedad ya no lee diarios en papel. En eso estoy más de acuerdo. Es verdad que la sociedad lee menos el diario de papel. Ahora, que esas organizaciones sigan estableciendo el debate público no es algo menor. Es algo muy mayor. Incluso para hacer negocios. Nosotros lo sabemos. Pero también lo sabe la Coca-Cola. Y eso no tiende a morir. Ya te digo. Sería como muy futurista decir que puede ser próximamente. Ahora o en el 2058.
—¿Hace imaginar un cambio en la realidad laboral?
—Desafortunadamente estamos asistiendo a costado bastante fulero en materia laboral. La verdad es que hay achique, hay despidos. Incluso, los trabajadores muchas veces, admiten situaciones porque la realidad los presiona. Eso lo vemos, y que ya estaba con el gobierno anterior, con el gobierno de Macri se potencia, porque retiró uno de los principales motivos de financiamiento de los medios, que es la pauta oficial. Es algo que hace el gobierno nacional al tiempo que el gobierno de la provincia de Buenos Aires que es del mismo color político, pone avisos en todos lados. Eso resiente sin dudas la economía de muchos medios y además en un contexto de concentración económica y de crisis que estamos viviendo incluso la pauta privada disminuye.
—Es un combio peligroso: menos pauta oficial y empresarios sentados sobre Lebacs.
—Claro. Ahí tenés un problemón que impacta claramente sobre el ambiente laboral. Y si a eso sumamos el hecho de que las empresas principales periodísticas, como es el caso de Clarín tengan reestructuraciones que a la largan impactan en el empleo, es claro que también disciplinan al resto.