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Política exterior

Compromiso selectivo, el equilibrio que Argentina debería lograr

Se trata de establecer relaciones con el mundo de manera egoísta, articulando en base a la lógica común, que impera en todas las naciones en esta etapa de la política internacional: Argentina primero.

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Alternativas. Putin y Xi Jinping, los desafiantes de la visión occidental del mundo. Es necesario cultivar los vínculos con ellos. | AFP

La teoría y la práctica de la política exterior pocas veces coinciden. Los modelos que se proponen en torno a su ejecución varían considerando la posición geográfica de un país, su peso relativo en los asuntos mundiales, las vulnerabilidades existentes y los recursos disponibles para la ejecución de ésta. Sin embargo, los modelos son útiles en cuanto orientan la acción, su elección depende de la afinidad de ideas de quien desea ponerlos en ejecución.

La discusión acerca de cuál es la política exterior más adecuada para Argentina en los próximos años transcurre entre cuatro grandes ideas: la equidistancia, la aquiescencia, la resistencia y el compromiso selectivo. El último modelo tiene dos ventajas frente al resto: es un modelo activo que apuesta a la anticipación; da cuenta de los límites que la competencia sino-norteamericana plantea; trabaja en base a áreas temáticas y vinculación de cuestiones, relacionando política exterior con defensa e inteligencia en un esquema integral que entiende la interdependencia existente entre seguridad y comercio.

El compromiso selectivo trabaja a partir de las capacidades disponibles y la elección de los medios apropiados para lograr un objetivo determinado, evitando los problemas de sobreactuación o desatención que aquejan con distinta intensidad a todos los países. Los indicadores son: el establecimiento de las metas básicas, la acción selectiva, temprana, la primacía de la relación interestatal y las consideraciones sobre el uso de la fuerza.

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Su lógica supone negocios con todos, pero en el campo de la seguridad la prioridad se centra en Estados Unidos y Occidente, específicamente en el ámbito del hemisferio occidental. Con respecto a valores, la referencia se encuentra cercana a las democracias liberales; no obstante, el objetivo es fortalecerlos al interior más que condenar a actores externos a pesar de lo que demande la potencia hemisférica. El compromiso selectivo busca un equilibrio entre no hacer, hacer “demasiado” o hacer demasiado poco.

Ejemplos. Veamos dos breves ejemplos de compromiso selectivo. El ambiente de seguridad internacional se encuentra degradado por la guerra entre Rusia y Ucrania, que es apoyada por la comunidad transatlántica. Esta situación tiene dos componentes: uno político y otro económico. Las sanciones institucionales y en el campo armamentístico y de cooperación en temas sensibles deben ser acompañadas por parte de una administración argentina en tanto la vinculación con Rusia en esos campos es tenue y se encuentra geográficamente demasiado lejos como para incidir efectivamente en la dinámica geopolítica de la región. No se necesita ser vocal en contra de Rusia, suficiente con acompañar las acciones multilaterales.

Sin embargo, las sanciones económicas y aquellas cuestiones que afecten el comercio con Rusia deben ser vistas con un alto grado de atención, siguiendo la regla de caso por caso, y no sumarse automáticamente a las sanciones que en este plano se impongan, ya que aún cuando Rusia representa el 1,25% del comercio de la República Argentina, en términos netos son activos del orden de los setecientos millones, necesarios incluso para pagar deuda que se tiene con organismos de crédito occidental.

China es otro buen ejemplo de la forma en la que opera el compromiso selectivo. Comercialmente, el gigante asiático es el segundo destino de las exportaciones argentinas, demasiado comercio como para ponerlo en juego por cuestiones que para China son sensibles. Los tipos de régimen son diferentes, pero el liderazgo argentino no tiene por qué realizar cuestionamientos públicos o sumarse a posiciones críticas hacia China en la forma en la que se conduce hacia el interior de su país. Los aportes que el país pueda realizar se deben realizar fuera de la discusión pública, cuidando no afectar el prestigio de dicha nación, ya que puede actuar de manera activa en contra de nuestros intereses económicos directos. En el campo de las tecnologías sensibles, segmentar la penetración de China al mercado sería lo conveniente articulando qué cuestiones quedarían por fuera de la relación tecnológica que podamos desarrollar con dicho país, y evitar cuestiones que impliquen desafíos directos a la seguridad futura de Occidente, en particular por la capacidad de daño que tienen dichas naciones sobre nuestra estructura económica.

El compromiso selectivo es elegir de manera egoísta, articulando en base a la lógica común que impera en todas las naciones en esta etapa de la política internacional: Argentina primero.

*Profesor de la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral.