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Después de la pandemia: la desglobalización

Economistas coinciden en que la estructura productiva del país llegó muy resentida a la crisis sanitaria actual. Lo peor de la recesión se dará en el segundo trimestre, y será global. China, una esperanza.

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Un mundo mas cerrado. Las economías latinoamericanas podrían encontrar nuevas alianzas con la recuperación de la economía china. | shutterstock

El Covid-19 se cierne sobre Argentina. Y si bien el país fue el primero de la región en blindarse para intentar amortiguar el impacto del virus, la vulnerabilidad de su economía, el delicado estado de sus cuentas, la precariedad de su estructura sanitaria pública y los altos niveles de pobreza y de informalidad laboral podrán jugarle en contra.

Argentina aún no ha visto lo peor de la enfermedad. De la extensión de la pandemia, de la prolongación del confinamiento y de la posibilidad de encontrar o no una vacuna dependerá el cimbronazo y los efectos sobre la economía. El Instituto Robert Koch, la agencia del gobierno alemán encargada del seguimiento y control del coronavirus en Alemania, advertía acerca de que la epidemia originada en la ciudad china de Wuhan podría prolongarse durante un período de hasta dos años si antes no se pudiera contar con una vacuna. 

Crisis. Las medidas de confinamiento que impone el virus en los principales mercados de Latinoamérica y del mundo, que reducen el consumo y la inversión, tendrán un fuerte impacto en las exportaciones de toda la región, que ya denotaban una contracción del 2,4% en 2019 (en enero fue de 3,4% interanual). 

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Argentina, con China como uno de sus principales socios comerciales, no es la excepción. Todo en el contexto de una economía global que los analistas intuyen quedará resentida por el impacto del coronavirus más allá de 2020. En una encuesta reciente de Focus Economics entre ochenta expertos de distintas partes del mundo, casi un tercio esperaba que el coronavirus “redujera el crecimiento mundial en al menos 1,5 puntos porcentuales este año, con casi el 50% previendo un impacto de 0,9-1,4 puntos porcentuales”, comenta a PERFIL Oliver Reynolds, economista de Focus Economics en Barcelona. 

Para Reynolds, el impacto del virus sobre la demanda interna en Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, Colombia y Perú “se notará más fuertemente a partir del segundo trimestre”, ya que las medidas fuertes fueron implementadas recientemente, y “se extenderán a más países de la región, en la misma línea que lo que ya hemos visto a nivel europeo. La demanda externa también se resentirá debido a la caída de la actividad en Estados Unidos y en la Unión Europea”, agregó el especialista.

Estructura obsoleta. Argentina se adelantó a todos los países del Cono Sur al imponer un estricto confinamiento y una batería de ayudas sociales y políticas orientadas a ayudar a la población más vulnerable y a las pymes, para intentar atenuar el virulento cimbronazo del coronavirus. E incluso también se anticipó al tardío llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), que recién este pasado viernes instaron a los líderes de las economías emergentes y en desarrollo a priorizar los gastos en personal médico, la compra de implementos de protección y otros desembolsos del segmento sanitario para proteger a las personas de la pandemia de Covid-19. 

Pero los interrogantes que se abren tras las medidas implementadas para la protección de las personas y sectores más vulnerables de su economía son varios: ¿le alcanzará la estructura sanitaria pública obsoleta y deficiente que tiene para atender la emergencia sanitaria? Con los devastadores niveles de pobreza que ostenta, del 35,4% de la población y con 7,7% de las personas viviendo en condiciones de indigencia, ¿podrá contener la espiral de los contagios del virus? Y todo esto teniendo en cuenta tres puntos básicos: por un lado que Argentina, con apenas poco más de 1.600 contagiados hasta mediados de la semana anterior, aún no ha visto la magnitud del ataque del virus; por otro, que si bien aún se desconoce con exactitud el comportamiento estacional del virus, investigaciones recientes como la de los científicos de la Universidad de Yale de Estados Unidos sugieren que la propagación del SARS-CoV-2, el virus que causa el nuevo coronavirus, podría verse afectada por la temperatura y la humedad propias del invierno que aún no se ha hecho sentir con todo por estas latitudes. Y, finalmente, teniendo en cuenta que los números de contagiados testeados no son representativos, dado que las estadísticas de contagiados son engañosas si los test no se practican sobre el total de la población viva e, incluso, sobre los muertos a los que no se les practica el test por falta de recursos. 

Por otra parte, lo cierto es que Argentina está en recesión antes del Covid-19. Se transitaba una situación muy incierta y el nuevo contexto requerirá una respuesta macroeconómica mucho más determinante. De hecho, el país se encuentra en un momento de “profunda dificultad, sobre todo por el nivel de endeudamiento, y nos encuentra en pleno proceso de reestructuración” y, además, por la “caída sensible del poder de compra del conjunto de la sociedad, del orden del 20%, la más fuerte en los últimos años”, explica a PERFIL Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

Para Letcher, los efectos económicos ya se están viendo en que “la caída del precio de la soja y maíz ya tiene un impacto fiscal negativo” y en el caso del petróleo, “por un lado reduce las presiones previas al alza del combustible, pero a la vez también implicaría un efecto fiscal negativo”. Adicionalmente, la caída de producción industrial en los dos principales socios comerciales del país, Brasil y China, también “podría afectar la producción de las empresas locales”, prosigue Letcher.  

Deuda. Según estiman otros analistas consultados por PERFIL, una pandemia prolongada podría poner en tela de juicio el pacto alcanzado con el FMI “porque, además, el gobierno argentino tiene menos margen de maniobra fiscal que otros gobiernos de la región para apoyar la economía con medidas de estímulo fiscal, y el peso seguirá estando vulnerable a una fuga de capitales”, acota Reynolds. E incluso “será muy complicado continuar con la negociación de la deuda en las actuales circunstancias, el gobierno argentino está dando prioridad a atender la emergencia sanitaria y compensar a familias y empresas por el impacto económico y esto debilitará aún más las cuentas fiscales, aumentando la probabilidad de un default”, agrega Germán Ríos, profesor de Economía del IE University y ex director de Asuntos Estratégicos del CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.

Y para contextualizar la situación de las economías vecinas con las que Argentina también mantiene intercambio comercial a través del Mercosur, basta decir que tan solo entre enero y marzo de 2020, en Brasil, las exportaciones se contrajeron 6,9% respecto del mismo período del año anterior; mientras que en Chile retrocedían un 6,6% y en Colombia se estimaban en un 8%. Y Paraguay, Uruguay y Venezuela muestran caídas interanuales acumuladas en el bimestre de 8,2%, 6,5% y 45,1%, respectivamente, según apuntan datos del BID, mientras en enero de 2020 las exportaciones de Argentina se vieron reducidas en un 8% respecto del mismo mes del año anterior, según datos del Indec.  

Asimismo, las exportaciones puntualmente desde Latinoamérica a China para el primer bimestre del año cayeron 12% en términos interanuales, frente a un crecimiento promedio anual de cerca del 20% en las dos últimas décadas.

Socios comerciales. Y aunque China es uno de los principales socios comerciales de Argentina, Chile y Perú, el más afectado en este contexto es el país transandino, Chile, dado que, por su gran apertura a mercados globales y principalmente asiáticos por exportar el 35% de su producción a China, está ubicado en el índice de vulnerabilidad. De hecho, la variación interanual en las exportaciones de Chile a China durante el primer bimestre de 2020 se sitúan en -25%, en tanto que las de Argentina se sitúan en -10%, las de Perú en -17%; México -13%; Colombia -12%, Argentina -10% y Brasil -5%, según datos del BID. 

“En la coyuntura actual, lo que debe primar es la solución a la emergencia sanitaria, y en ese sentido creo que lo que está haciendo el gobierno de Argentina, al igual que otros de América Latina y de Europa, es lo correcto para evitar que la pandemia se convierta en una espiral incontrolable”, comenta a PERFIL Andrés Rebolledo, economista, decano de la Facultad de Administración y Negocios de la universidad SEK y ex ministro de Energía de Chile de Michelle Bachelet. “En las circunstancias actuales el instrumento fundamental es la política fiscal y la utilización de los servicios públicos para salir a enfrentar esta emergencia y garantizar un ingreso mínimo a las familias”, agrega Rebolledo. Es el Estado el que tiene la responsabilidad principal de hacer frente a las consecuencias económicas de esta crisis, tomando en cuenta la capacidad de endeudamiento y que esto tenga un equilibrio de forma tal que no se hipoteque el crecimiento económico en el futuro”, concluye Rebolledo.

Desglobalización. Si pensamos en modo pospandemia, una de las cuestiones podría ser preguntarse: ¿Cómo se dinamizará la relación de China, ya recuperada del coronavirus, con Argentina y los demás países vecinos de la región, cuando estos aún estén lidiando con lo peor de la enfermedad? 

Llegado este momento, según apunta Ríos, habrá una buena noticia para Argentina y la región, y es que China comienza a recuperarse gradualmente, lo que “aumentará la demanda de commodities y probablemente aumentará sus precios a partir de la segunda parte de 2020, lo cual podría contribuir a una recuperación más rápida que en otras partes del mundo”.

Aunque el impacto de la pandemia en Latinoamérica también se notará en China, que importa muchas materias primas de Latinoamérica: una ralentización de la producción minera en la región a causa del virus podría causarle dificultades a la industria china que recién comienza a reactivarse. Además, habrá una caída de la demanda latinoamericana de las exportaciones chinas, apunta Reynolds.

Pero en Europa, respecto de este punto también hay otra idea, y es que podría producirse una suerte de desglobalización, según apuntan distintos analistas, entre ellos el economista chileno Rebolledo: “En relación con cómo podría esto afectar la integración económica y comercial de Argentina y el resto de los países de nuestra región, creo que muchos países van a mirar hacia adentro y va a haber un período de proteccionismo porque, entre otros factores, se verán afectadas las cadenas globales de valor, surgirán las dificultades logísticas causadas por la expansión del Covid-19, y puede que al comercio exterior le cueste volver a retomar sus procesos en los casos de los circuitos productivos que conectaban a los países que están lejos de la misma forma en que funcionaban antes de la crisis”, explica Rebolledo.   

Oportunidad. “Todo esto habrá que verlo como una oportunidad y como un estímulo para que las empresas se decanten por proveedores situados en países más cercanos y relocalicen su producción. Y,  en este contexto, donde los países desarrollados van a mirar hacia sus mercados domésticos, a nuestros países les cabe un rol mucho más relevante y activo en la integración intrarregional y en la iniciativa de buscar oportunidades que uno pudiera desarrollar porque los mercados globales van a permanecer cerrados por un tiempo después de la pandemia”, advierte Rebolledo. Lo cierto es que “el peligro es que cuanto más tiempo esté paralizada la economía mundial, más difícil será para muchas empresas mantenerse a flote y evitar despidos masivos, y más pérdidas acumulará el sector financiero”, agrega.  

“Ya no se trata solo de que Argentina esté en recesión sino que lo que es seguro es que la economía global va a entrar en recesión, y también el resto de América Latina. Y aquellos países con mayor espacio fiscal, reservas internacionales y capacidad de reducir tasas de interés podrán mitigar la recesión que se avecina, concluye Ríos.

*Desde Madrid.