Hace más de una hora que Liset Castro y Ariel Guzmán, dos de los fundadores de la Red de Psicólogxs Feministas, están hablando en lenguaje inclusivo. La e suena en cada oración. Pero no resuena. Las palabras brotan de su boca con plena naturalidad. El solo acto de hablar es una muestra de cuán en serio va la ruptura de los cánones para ellos: plantean la deconstrucción de la psicología, desde una mirada de género. Ofrecen terapia y dan talleres, bajo perspectiva feminista.
No están solos. Hace dos años que con ese fin crearon la Red y ya son más de 120 profesionales en todo el país. Si bien la mayoría son de Ciudad de Buenos Aires, tienen lazos con colegas en varias provincias. Hasta tienen propuestas para extenderla por Latinoamérica.
—¿Con qué idea surge la Red?
CASTRO: Nos conocimos trabajando ad honorem en una consejería de casos de abuso sexual infantil. Cuando convocaron profesionales con mirada de género, los dos fuimos y nos encontramos con muchísimos relatos de personas que contaban que en sus terapias habían vivido situaciones de revictimización o no se habían animado a contar sus abusos delante de sus terapeutas, justamente, por ciertas actitudes que recibieron en esos espacios, que se proponen desde perspectivas tradicionales, que son claramente patriarcales. Si no hay deconstrucción, la mirada en general es esa.
Guzman: El fuerte en Argentina es el psicoanálisis y muchos de los conceptos básicos del psicoanálisis tienen mucho sesgo machista. En realidad, son epocales porque responden a una época. Al principio, en la Red, éramos cinco. Cuatro compañeras y yo.
C: Encontrarse con otres fue la base para decir somos varias las personas que pensamos que esto no está bueno. Que se puede ser feministas en la calle y en los consultorios. Así empezamos a armar esta red que al principio iba a incluir otras disciplinas.
—¿Cómo fueron recibidos por sus colegas?
C: Después de lanzarnos, hicimos ruido en nuestro ambiente en sí. Pensá que es un ambiente que está totalmente atravesado por prácticas ideologizadas ya que estamos socializades y educades en este contexto. Por lo cual, la manera de percibir el sufrimiento que tiene la persona enfrente nuestro viene formateado de cierta manera.
—Frente a este panorama, ¿qué puede ofrecer la Red?
G: Nuestro fuerte es la asistencia psicológica. La mayoría de las personas nos contactan, por redes sociales, solicitando demanda de asistencia psicológica y si nos consultan por otra disciplina, podemos recomendarles datos de profesionales amigables. Ofrecemos consultorios y terapias desde perspectivas feministas. Por el imaginario, podés creer que solo atendemos violencia de género, pero la verdad es que no. La mayoría busca hablar en el mismo lenguaje. En la primera entrevista, nos cuentan que la persona atendida tuvo que hacer una especie de pedagogía con el o la profesional que la atendió antes por cuestiones que no manejaba y que por eso vienen con nosotres. Y es muy importante hablar un mismo lenguaje. Porque si un varón quiere trabajar la deconstrucción de su masculinidad y el o la terapeuta no maneja esos temas, va a ser difícil.
—¿Qué temas son los más consultados?
G: Los temas son violencia de género, diversidad sexual, abuso sexual en la infancia, nuevas masculinidades, VIH. Nosotres nos estamos formamos continuamente. Otro fuerte de la Red es ofrecer talleres entre miembros y abiertos al público. Muchos lo hacemos en el Mocha, que es bachillerato trans, u otros espacios que alquilamos. Por ejemplo, las profesionales de Bariloche tejieron red con las egresadas de un refugio, a través de la Municipalidad de Bariloche.
—Hay críticas de la psicología con mirada feminista a teorías de Sigmund Freud. ¿Qué opinan de esto?
C: Los estudios de género ya llevan varios años en el país y vienen a cuestionar conceptos base. Los conceptos de Freud son válidos. Personalmente, a mí me sirven mucho pero no puedo dejar de contextualizar, situar e interpelar muchas veces esas conceptualizaciones. Su conceptualización es androcéntrica, eso quiere decir que se estudia en función de un varón, del hombre masculino, y la mujer queda relegada a lo otro. Esto ya lo denunciaba Simone de Beauvoir. Hay un concepto muy conocido que es la envidia del pene o la función paterna, la psicología feminista da otro sentido a estos conceptos. No es que se tira por la borda, sino que sabemos que responde a intereses epocales, como hoy sigue sucediendo que machismo y capitalismo van de la mano.
G: Hay mucho que se puede interpelar y rescatar. La función paterna no es lo que hace el padre materialmente, sino que hace referencia a un rol que alguien ejerce pero se llama de esa forma, por más que esa función la cumpla una madre. Da cuenta de algo muy importante porque de eso va a depender si sos una persona neurótica o psicótica. Hay estudios de la psicología feminista que plantean por ejemplo llamarla función simbolizante.
C: Se rige por binarismo y la heteronorma, en vez de pensar en nuevas modalidades de familias más diversas y actuales.
G: El complejo de Edipo se basa muchas veces en la envidia fálica y ¿por qué no pensar la envidia a la capacidad reproductiva de la mujer? Esa también puede ser una forma de repensar y dejar de producir teorizaciones que tienen que ver con lo masculino. Hoy las mujeres podemos elegir no maternar y esa ecuación no se resuelve con los hijos. El mandato de la maternidad anida ahí y por eso se mantiene. En cambio, hoy se debate poder decidir sobre nuestro destino. Es un montón para empezar a deconstruir.
—¿Qué opinan de las formaciones académicas?
G: Les pibxs están muy empoderades y hoy en las clases no te dejan pasar una. Cuando yo cursé, tenías que escuchar muchas cosas, por ejemplo, de la homosexualidad que sabías que no eran así. Estaban hablando de mi orientación sexual pero no podía decir nada en ese momento porque quizás no aprobabas.
C: En ninguna universidad del país está la materia género como obligatoria. Es optativa de último año. Una vez que te curtiste un montón de años con materias más tradicionales, después tenés una materia que va en contra de mucho de lo que aprendiste y encima podés elegir no hacerla. Creo que es algo para repensar.
—El debate por la ley del aborto generó una apertura del tema que hasta se habla en las mesas de familia. ¿Qué cambios vieron en la Red respecto de este tema en los últimos años?
C: Yo lo que más he visto o las preguntas que se abren son sobre la maternidad. Después yo veo si aborto o no. Pero pensar la no maternidad como una opción o pacientes madres que se animan a decir: “La verdad esto no está bueno. Nadie me dijo cómo era esto. Si pudiera elegir, no tendría dos hijes”. Me parece que abrió la posibilidad de que no es destino inevitable de las mujeres y el Estado debe garantizar que podamos tener esa opción.
G: Reflexionar sobre el deseo y poder elegir en relación con eso. Hace poco tuve una mujer en el consultorio que estaba conflictuada sobre ese tema y la única pregunta que le hice fue y ¿por qué sí? ¿Por qué serías mamá? Y ahí ella no sabía qué responder y en esa falta de respuesta se puede observar que muchas veces lo que es el deseo personal y genuino está influenciado por muchas cuestiones externas.
Una masculinidad no hegemónica
Uno de los talleres abiertos al público, más solicitados de la red, trata sobre la deconstrucción de la masculinidad. “Hoy por hoy consultan muchos varones y aparece siempre el tema de la deconstrucción. Gente que se acerca con ganas de cambiar conductas, a diferencia de otros espacios que no ves ese nivel de ganas de cambio “, relata Ariel Guzman, uno de los fundadores de la Red de Psicologxs Feministas, y agrega:“ La deconstrucción sucede porque se dan cuenta que sus prácticas son violentas, pero muchas veces no son del todo conscientes de lo violento de sus acciones y el espacio terapéutico da un espacio donde se puede trabajar para cambiarlo“. Su compañera Liset Castro cuenta que en realidad se trata de deconstruir la masculinidad hegemónica: “un modo que ya no va más y ven que ya no encajan y empiezan a pensar cómo construir su nueva masculidad y eso muchas veces se logra pensando en función de qué patrones se aprendió: lugares de poder, privilegios y situaciones que padecen como no poder hablar de sus sentimientos o la paternidad también esta restringida para ellos. Es decir, qué lugar o rol ocupar frente al nuevo lugar de la mujer en la sociedad actual“.