El ídish, los varenikes, el asado, el mate, el campo, el cine y la biblioteca forman parte de los recuerdos de una infancia que combina la cultura criolla con la comunidad judía. Bernardo Oscar Blejman es nieto de colonos provenientes de Ucrania. Vivió su niñez en Montefiore, colonia situada cerca de Rivera, en el partido bonaerense de Adolfo Alsina.
Blejman nació en 1950 y sólo pudo conocer a su abuela materna. Vivió en la colonia hasta los 17 años, momento en que comenzó a estudiar Medicina en La Plata. “El 70% de la población en la colonia era judía y toda la gente mayor en la calle hablaba en ídish. En las casas se solía hablar las dos lenguas”, dice.
“Cuando empecé la primaria, con mi hermana de 12 años nos fuimos a vivir solos al pueblo que estaba a 15 kilómetros de nuestro campo. Ella me cuidaba y me cocinaba. El viernes, nuestros padres nos pasaban a buscar con un carro para pasar el fin de semana con ellos en el campo”, explica.
La vida social en la colonia era muy activa, Blejman dice que era común reunirse a jugar a las cartas o juntarse en la biblioteca, que se constituyó a partir de los libros en ídish que la gente tenía en las casas. Cuenta: “El Centro Cultural Israelita se encargaba de las actividades culturales del pueblo. Las películas que llegaban de Bahía Blanca en rollos se proyectaban en un cine primitivo o en una confitería que se llamaba Las Delicias”. Recuerda su infancia como una etapa
muy feliz.