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“Lo importante es evitar luchar contra las evidencias”

Luis Costa explica por qué en las últimas elecciones los profesionales que miden la intención de voto tuvieron menos errores. Sumar herramientas y tecnología es clave.

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Teléfonos. En general, los encuestadores trabajan con tres tipos de mediciones: las presenciales, las online y las teléfonicas, un método que aún conserva eficacia. | shutter stock

Hoy comienza el período de veda para la publicación de encuestas. Los días previos –y seguramente también los que sigan– los lectores seguirán viendo números que funcionarán como un pronóstico del resultado de las PASO. Números que, también seguramente, se pondrán en cuestión a partir del 12 agosto. La sociedad también debatirá sobre la eficacia o no de estos sistemas interpretativos. PERFIL conversó con Luis Costa sobre el tema, sobre cómo se encuesta hoy en la Argentina. ¿Es posible una eficacia mayor que en elecciones anteriores? Un antecedente es que en el ciclo electoral de 2019 hasta ahora los analistas más serios –entre los que se cuenta el consultado, sin dudas– no han cometido errores significativos hasta ahora:  “Ya en 2015 y 2017 a muchos colegas nos fue bien. En general, creo que ninguno de nosotros tuvo problemas graves. Sí 2015 significó un llamado atención, porque un actor como Cambiemos comenzó a jugar la elección con una lógica comunicacional y de campaña que implicaba un cambio en la lógica habitual. Ahí muchos nos encontramos con la evidencia de un cambio que no queríamos ver”.

Pasados los casos más comentados, los del Brexit y los de Colombia, vivimos un proceso en el que las encuestas estaban mutando. Hoy los investidadores cuentan con más herramientas a la hora de medir las inquietudes electorales de la población. Y estas herramientas, en la medida en que se multiplican, enriquecen los análisis posibles.

El método y el objeto. Costa señala que “lo que hay que hacer coincidir es el método de investigación con el objeto de estudio”. Y para eso las herramientas se multiplican. Hoy los encuestadores pueden apelar no solo a la entrevista presencial. También cuentan con la opción del teléfono y, por supuesto, las redes.

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Explica que el nivel de aciertos en los encuestadores también crece a nivel global: “No veo un problema realmente. Ni en las elecciones de 2017 ni en lo que tenemos hoy enfrente. También es cierto que en elecciones como la española de este año tampoco vimos grandes desaciertos. De cualquier manera, en todas las formas de encuestar sabemos que tenemos que lidiar con una muy compleja forma de red de relaciones, entre nuestra teoría de la investigación y nuestra posibilidad de llegar al objeto de estudio. Cuando empezaron Luis Mora y Araujo, Bernardo Catterberg y Aurelio, el nivel de descarte no tenía que pasar el 30%. Una encuesta era buena. Ahora, el 95% de la gente rechaza contestar”.

El rechazo a la pregunta por parte del entrevistado es parte de la complejidad actual para medir la opinión pública. Mientras antes se podía afinar más con la cantidad, hoy, para conseguir muestras significativas, se necesitan más intentos.

Decir no. Hay sí causas del rechazo a la entrevista del encuestador. En los sectores medios y altos, es difícil encontrar en los centros urbanos respuestas en las encuestas presenciales. Ahí es donde contribuyen las otras tecnologías. Costa lo explica de la siguiente manera: “La gente tiene mucho más estímulos. Para las presenciales, por ejemplo, existe un problema de seguridad. Antes le tocabas el timbre a alguien y te abría directamente el portero eléctrico. Ahora, si el dueño no baja, se pierde la encuesta. Se complica hacer encuestas domiciliarias en los grandes centros urbanos. No te queda otra opción que hacerlas por teléfono u online. Es prácticamente imposible que alguien baje a contestarte una encuesta. Ese es un problema de la Argentina. El público que vota a Cambiemos es de clase media para arriba. Si hacés solo presencial, y no lo combinás con lo telefónico, es muy probable que te encuentres con un problema de representación frente al oficialismo”.

Muchos encuestadores suelen decir que no siempre tienen los mismos resultados cuando la encuesta es presencial que cuando se aplican otras herramientas tecnológicas.

Costa dice que lo que puede evitar cualquier sesgo interpretativo por parte del encuestados es sumar más elementos al análisis. Y además recomienda manejarse con humildad ante la evidencia. Es también lo que abre nuevas posibilidades interpretativas sobre la realidad.

“Mi experiencia personal me dice que las encuestas por teléfono siguen brindando buenos resultados. La clave siempre está en hacer la muestra cuidadosamente. Tener una buena cantidad de casos y lograr llegar a la mayoría de los segmentos”.

El objeto de estudio es precisamente el votante. Comprender su lógica también es llegar a descifrar lo que puede llegar a venir: “Una sociedad hiperfragmentada: que haya conflicto con el objeto de estudio, es verdad. El criterio de muestreo sigue dando señales de expresar cómo es el estado de ánimo de la población. A pesar de muchas cosas, siguen existiendo criterios de selección de la muestra para que siga siendo representativa. Hay dos criterios para que una muestra sea buena. Uno es tener una buena cantidad de casos. Y el otro es cómo es la selección de casos. La forma es que la muestra sea bien tomada. El teléfono te permite encontrarte con distintos casos. Te da una mezcla de casos más heterogénea que agarrar bloques o partes pequeñas. Cuando aprendimos a medir el fenómeno Cambiemos, modificamos la muestra.

¿Cómo se hace para lograr muestras que sean significativas? Este cronista le preguntó por lo que consideraba un caso especial. En el edificio en el que vive, un PH con seis departamentos en Villa Crespo, todos sus vecinos le confesaron que votarían a la fórmula Fernández-Fernández, mientras que en el barrio en las elecciones precedentes ganó con facilidad el actual oficialismo. ¿Qué pasa si llaman a uno de mis vecinos? ¿No daría “mal” la muestra? Luis Costa contesta: “No exactamente. Es frecuente que las personas que viven en PH voten esa fórmula”.

Frente a esa respuesta contestamos: “Pero cuando voy a gimnasio, me encuentro con que casi todos mis compañeros y compañeras votarán a Macri”. La respuesta también es contundente: “Es que es muy frecuente que las personas que van a gimnasios en la CABA voten al oficialismo”.

Costa explica: “Es importante trabajar con datos externos, innovar. Se trata de relacionar las caractetísticas de la zona. También sucede que la gente se parece mucho a sus vecinos. Como dice Michel Foucault, la distribución de los cuerpos en los espacios no es homogénea. Mi vecino tiene características sociodemográficas parecidas a las mías. Tenemos en general amigos que piensan parecido a nosotros.

¿Pueden equivocarse las encuestas? “La clave está en no interponer los propios prejucios a los resultados. Los políticos piensan que como ven gente en la calles, tienen el termómetro de lo que pasa. Las redes son un termómetro de lo que pasa en la sociedad. Facebook, por ejemplo, retroalimenta las similitudes. Las redes fomentan la polarización. Gana el que entiende cómo funciona el esquema y sabe intervenir en los bordes. Cambiemos suele ser bastante preciso en llegar a estos públicos”, explica.