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Incoherencias

Patricia Bullrich y Malvinas: de querer tomar sus barcos por la fuerza a dárselas a la Pfizer

Mucho antes de presidir el PRO, Patricia Bullrich fue una activa militante de la JP y supo escenificar protestas contra buques de Malvinas. Cómo cambió su reclamo por la soberanía de las islas.

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La escena preparada en la que participó Patricia Bullrich y que fuera tapa de Clarín. | Cedoc Perfil

El 16 de enero de 1989 llegaba al puerto de Montevideo el transbordador Indiana, el primer barco con bandera inglesa que partía de las Islas Malvinas hacia un puerto del continente. Un grupo de jóvenes peronistas, acaudillados por Patricia Bullrich, lo esperaba en el puerto dispuestos a realizar una acción de protesta, que en realidad era una “photo opportunity”.

Después de que el barco atracara y descendieran algunos pasajeros, en su mayoría malvinenses, el grupo, que ya le había avisado al corresponsal de Clarín lo que iba a intentar, trató de subir por las escalinatas a la nave, pero fue detenido por dos policías. Una vez que comprobaron que habían sido fotografiados, se fueron.

Al día siguiente Clarín publicó en tapa Jóvenes peronistas provocaron un incidente en Montevideo y el episodio tuvo una importante cobertura en las páginas dos y tres.

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El mismo periodista, hoy editor en PERFIL, lo recordó en una nota titulada Yo vi a Patricia Bullrich asaltar un barco inglés llegado de Malvinas.

Montoneros

Entre los participantes en esa había varios ex montoneros. En la foto se distingue a Jorge Reyna, fallecido en 2016. Algunos de quienes participaron me pidieron que no ponga sus nombres, por la vergüenza que les genera su ex compañera montonera Patricia Bullrich.

El espíritu “malvinero” de Patricia por aquellos años se reflejaba también en la revista Jotape que dirigía desde las sombras con su jefe Rodolfo Galimberti. En la contratapa de la Nº10 de marzo de 1988 se reproduce un cuadro en Enrique Breccia de un soldado argentino con un puñal en la mano y tendido a sus pies un soldado ingles ensangrentado, con el título Volveremos. Cuadro que Galimberti le obsequió después al “ñato” Aldo Rico.

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Cuadro que Rodolfo Galimberti le obsequió después al “ñato” Aldo Rico. 

Luego de tanto despliegue histriónico contra los ingleses en defensa de nuestras Islas Malvinas, sorprende que esta misma señora, que no padece Alzheimer, diga hoy: “Las islas Malvinas se las podríamos haber dado” a la empresa Pfizer a cambio de vacunas.

Es cierto que en política es muy difícil mantener coherencia a lo largo del tiempo. Lo más común son las contradicciones que se generan por internas y posicionamientos que a veces enfrentan a dirigentes que, pasado un tiempo, vuelven a estar juntos.

Pero el caso de la señora Patricia Bullrich ya es un caso que rompe todos los límites de la incoherencia, tanto de ella como la de su partido, que la ha encumbrado como líder.

En una nota anterior en PERFIL “Patricia la Montonera” expuse con detalles su participación en el intento de asesinato de un gerente de Sudamtex que fracasó y le costó la vida a cuatro militantes montoneros. En el documentado libro “Galimberti” de Larraquy y Cavallero, publicado en noviembre del 2000, da testimonio un íntimo de Galimberti, el “Yuyo” (quien vive y goza de buena salud). El “Yuyo” cuenta que Patricia bajó del auto a ponerle un cartucho de gelamón en la casa del entonces Intendente de San Isidro Pepe Noger, mientras él y Galimberti le cubrían la espalda.

Patricia, la montonera

Del grupo de Galimberti hay varios sobrevivientes que conocen perfectamente estas historias de la señora Bullrich.

O sea que ella no fue, como le contestó a Mirtha Legrand, “una simple militante de la JP”. Ningún simple militante de JP participaba de atentados a empresarios, o manejaba gelamón. Solo quienes estaban integrados a la organización Montoneros y tenían algún nivel de instrucción militar lo hacían.

En el libro Historia de la JP de Oscar Anzorena, publicado en 1988, hay un largo testimonio de Patricia Bullrich. El autor lo introduce así: “Llama la atención la soltura y seguridad con que se hace cargo de su militancia en la organización Montoneros”. Patricia dice: “Yo me voy del país en el '77 y vuelvo en el '79. En ese momento nosotros producimos una fractura en Montoneros, en el exterior del país, con Galimberti a la cabeza. Yo me vuelvo en enero del '79 -clandestina- y empiezo a hacer algunas cosas, muy poco, porque lo que se podía hacer en ese momento era muy poco (...) En ese momento la conducción de Montoneros lanza lo que se llama la "contraofensiva" que terminó en un desastre político total, además de la muerte de muchos compañeros. (...) Nosotros no estábamos para nada de acuerdo con esa caracterización; sosteníamos que la situación era distinta. Esto venía de una pelea de muchos años; yo en el último tiempo estuve en la Columna Norte de Montoneros que fue una de las más golpeadas y la que planteó una serie de críticas a cómo se manejaban la conducción, los fondos, la política. (...) En esa ruptura decidimos que yo me venga para acá y empiezo a trabajar lentamente, con pocas posibilidades porque nosotros estábamos muy aislados, muy fuera del contexto de lo que pasaba en la Argentina. La mayoría de los compañeros estaban muertos, desaparecidos o fuera del país, y los que estaban acá, estaban muy sueltos, sin posibilidades de hacer nada. Ahí empezamos a sacar la revista "Jotapé", ·que todavía existe.”

“Cuando vuelvo intentamos juntar a algunos compañeros dispersos, algunos ya habían vuelto al país. Y empezamos a trabajar en torno a la idea de resurgir a la JP, de armar un espacio en el peronismo. (…) había muchas contradicciones, no sólo por lo que planteábamos sino por el solo hecho de haber pertenecido a Montoneros, había una barrera muy grande.”

Voy a retomar esta última frase “por el solo hecho de haber pertenecido a Montoneros, había una barrera muy grande.” Efectivamente en los primeros años de la democracia y probablemente hasta después del 2003, haber pertenecido a Montoneros era una barrera muy grande para reintegrase nuevamente al peronismo.

Pero, por suerte para Patricia esa barrera muy grande por haber sido montonera no existió en un partido como el PRO, tan moderno que nació sin historia, con la propuesta de olvido del pasado.

Cuesta pensar que dirán esas señoras de Barrio Norte que concurren a las marchas con sus cartulinas pintadas con “horca para la yegua montonera”, que no son en referencia a Patricia. Convengamos, hay yeguas y yeguas. Y hay montoneras malas y montoneras buenas. Solo es cuestión de forzar un poco los límites de la incoherencia.

*Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.