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Qué harán Clinton o Trump con Guantánamo

El centro de detención de yihadistas, que ignora los lineamientos de la Justicia internacional, es una de las promesas incumplidas de Barack Obama. Galería de fotos

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Presos. La ONU y la Cruz Roja, entre otras instituciones, afirman que los detenidos están en condiciones inhumanas. Un tema que enfrenta a la demócrata y al republicano. | AFP y AP

El próximo 8 de noviembre los ciudadanos estadounidenses elegirán un presidente para que maneje los destinos de su país por los siguientes cuatro años. Quien gane entre Hillary Clinton, representante del Partido Demócrata, y Donald Trump, candidato del Partido Republicano, deberá tomar una decisión política sobre la cárcel que se encuentra en Cuba pero que pertenece a Estados Unidos.

Luego de los atentados terroristas a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, George W. Bush, ex presidente de Estados Unidos, abrió un centro de detención en la Base Naval de la Bahía de Guantánamo, situada en Cuba, para apresar a supuestos terroristas y obtener información de ellos. Estados Unidos posee soberanía en el territorio cubano luego de ayudar a la isla a independizarse de España en 1898.

Distintas organizaciones, como Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja, denunciaron las condiciones inhumanas donde viven los detenidos. Además, “Wikileaks” –organización que se encargó de filtrar documentos secretos de Estados Unidos– reveló 759 informes donde se demostró que los acusados recibieron torturas y que fueron apresados sin ningún motivo.

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Los dos candidatos presidenciales tienen diferentes posiciones. “Mantendremos abierta la cárcel de Guantánamo”, declaró Trump en uno de sus discursos. En cambio, Clinton cuando fue secretaria de Estado en la primera presidencia de Barack Obama (2009–2013), apoyó al presidente para un posible cierre: “Terminar con Guantánamo sería una señal de fuerza y determinación”, afirmó la candidata demócrata.

“Clinton se preocupó por Guantánamo más tiempo como secretaria de Estado que el presidente Obama. Si es elegida tendrá el poder de cerrar la cárcel usando sus poderes ejecutivos”, considera Carlos Warner, abogado designado por la Corte estadounidense para defender a doce prisioneros.

El cierre de la Cárcel de Guantánamo es una batalla perdida para el actual presidente demócrata, Barack Obama. Fue promesa electoral en su primera candidatura cuando era senador. Luego de ganar las elecciones de 2008 frente a John McCain, no pudo cumplir con lo prometido debido a que en el Congreso estadounidense hay mayoría republicana que se opone al proyecto de cierre. En febrero de este año, intentó nuevamente llevar a cabo el cierre argumentando que Guantánamo es contraproductivo para la lucha contra el terrorismo y también se refirió a que el país dejaría de gastar la suma de 85 millones de dólares anuales. “Se trata de cerrar un capítulo de nuestra historia”, puntualizó.

Para Atilio Borón, politólogo y sociólogo, “Obama tuvo la voluntad pero no midió las fuerzas del establishment militar, que son muy fuertes. Este es un verdadero escándalo en la historia judicial estadounidense”. Sobre los candidatos a presidente, el autor de América Latina en la geopolítica del imperialismo afirma que “es difícil que Clinton cierre Guantánamo. La ex secretaria de Estado tiene antecedentes preocupantes en materia de Derechos Humanos. Si Trump gana, desgraciadamente no va a haber demasiados cambios”.

Desde 2002, la prisión albergó a 789 prisioneros, en su mayoría provenientes de Arabia Saudita y Afganistán. Actualmente, la cárcel cuenta con 61 hombres. El número fue descendiendo porque muchos fueron devueltos a su lugar de residencia y también gracias a acuerdos entre Estados Unidos y distintos países –como España y Uruguay– que se comprometieron a alojar ex prisioneros. En agosto de este año, Obama acordó el traspaso de doce yemeníes y tres afganos a los Emiratos Arabes Unidos. Este es el traslado de presos más importante desde que Obama es presidente.

La Bahía de Guantánamo es una zona libre de leyes donde el gobierno estadounidense puede detener a no ciudadanos fuera del propio territorio sin ninguna interferencia de las cortes federales del país. El 13 de noviembre de 2001, George W. Bush firmó un decreto militar en el cual autorizaba “la detención, tratamiento y juicio de ciertos no ciudadanos en la guerra contra el terrorismo”. A principios de 2002 se registraron los primeros apresados con el título de “enemigos combatientes”. Durante la presidencia de Obama, esta clasificación fue suspendida. Además, se registraron dos procesos de revisión de la situación de los detenidos en los años 2009 y 2013.

A principios de 2016, sesenta organizaciones de Derechos Humanos de todo el continente americano –de Argentina participó el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)– emitieron un comunicado donde piden el cierre de Guantánamo. “Las experiencias de América Latina en la búsqueda de la verdad y la justicia por crímenes de lesa humanidad relacionados a la detención ilegal, la tortura y demás violaciones de derechos deben motivar a la región a actuar. Los gobiernos de la región deben instar a Estados Unidos a cerrar Guantánamo”, afirma el escrito.

Dentro de la cárcel, los prisioneros repudian el trato que tienen con huelgas de hambre. Según el informe “Hacia el cierre de Guantánamo” de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la primera sucedió en febrero de 2002 y la más importante fue en 2013 en la que participó el 70% de la población (106 prisioneros).

La respuesta a esta última iniciativa fue la alimentación forzada y, según el gobierno estadounidense, trasladar a los presos a celdas individuales aunque los abogados defensores informan que los prisioneros fueron llevados a celdas de aislamiento sin contacto humano por todo un día.

Según Norman Ornstein, politólogo del American Enterprise Institute (un centro de estudios conservador en Washington), el cierre de Guantánamo será “difícil hasta que haya pocas personas apresadas allí. Sucederá y probablemente el gobierno estadounidense entregará la propiedad a Cuba. Pero no ocurrirá hasta dentro de un largo tiempo”.

Bush dejó un problema en Guantánamo que Obama no pudo resolver. Trump o Clinton: uno de ellos se enfrentará al desafío de cerrar o mantener abierta la prisión.

Sea cual sea la decisión, tendrá como consecuencia un alto costo político y una fuerte repercusión a nivel mundial ya que en los últimos quince años el terrorismo es un tema que preocupa a todos los países del mundo.