Hillary Clinton pidió ayer el fin del embargo a La Habana, explicitando su respaldo a la política de acercamiento del presidente Barack Obama. “Hay que acabar con el embargo a Cuba para siempre”, pidió desde Miami al Congreso estadounidense.
La precandidata en las primarias demócratas quebró lanzas a favor del restablecimiento de relaciones diplomáticas con el régimen conducido por Raúl Castro y marcó diferencias con respecto a Jeb Bush y Marco Rubio, los republicanos de Florida que cuestionaron el histórico giro de la diplomacia norteamericana.
“Tenemos que apostar por una manera fresca de pensar o volver al punto muerto de la Guerra Fría. Hemos llegado a un momento decisivo. El pueblo cubano esperó lo suficiente para un cambio”, afirmó la postulante demócrata.
La ex primera dama también expresó que los únicos que rechazan la nueva era de relaciones entre ambos gobiernos son los “radicales”, y señaló que “desafortunadamente la mayoría de los candidatos republicanos” están alineados con ellos. En su discurso, Clinton incluso señaló que, de llegar a la presidencia, decretará medidas que permitan que más estadounidenses, entre ellos muchos de origen cubano, viajen a la isla, en caso de que persista la renuencia del Capitolio a finalizar con la presión económica a Cuba.
Rubio, senador por Florida de origen cubano, consideró un “error” la posición de la demócrata, mientras que Bush señaló que era “insultante” hacerlo en Miami, ciudad que “se convirtió en el hogar y el refugio de millares de víctimas de Castro”.
Sin embargo, los sondeos parecen darle la razón a Clinton. Un 72 % de los estadounidenses está de acuerdo con el fin del embargo, según una encuesta de la semana pasada del centro de estudios Pew, que además mostró un 56% de apoyo entre republicanos y un 83% entre demócratas. La declaración de Hillary, que hubiese sido considerada meses atrás una jugada audaz, parece no representar mucho riesgo político, porque el exilio cubano en Florida perdió poder y capacidad de lobby.