La solicitada que pidió la remoción del juez Daniel Rafecas, firmada esencialmente por un grupo de intelectuales próximos al gobierno actual, es el símbolo de que algo así como un cambio de paradigma se da también en la manera en que la sociedad ve a la Justicia y a los jueces. El fin de la era K (y de un vínculo que, simbólicamente también, comenzó con el nombramiento de una nueva Corte y terminó con el cuestionado Consejo de la Magistratura) podría ser el comienzo de una nueva era. Pero ¿es tan así? ¿Hay una idea de Justicia M? ¿Cuáles son o serían sus principales características?
El sociólogo y abogado Roberto Gargarella, desde una perspectiva diferente a los que suscribieron la solicitada, tuvo siempre una mirada crítica sobre el kirchnerismo y su modelo de Justicia. Sin embargo, no es tan optimista sobre los tiempos que corren. “Mucho de lo que hace el Gobierno –dice– se explica por espejo y contradicción con lo anterior. Es un vínculo de diálogo y rechazo. Lo mismo sucede con la Justicia. En esta área como en otras, uno ve que hay más continuidades que rupturas. Uno ve notas preocupantes. Uno ve la continuidad en cuestiones como los servicios de inteligencia. A pensar de que puede verse una dinámica de cambios, en muchos aspectos hay continuidad. En la Justicia hay muchos movimientos. Y así como hubo jueces que se alinearon con el kirchnerismo, también hay jueces que buscan ubicarse junto al gobierno actual. Y eso explica muchas actitudes que parecen renovadas, pero en el fondo no lo son: reproducen un modelo de acercamiento con el poder”.
—El kirchnerismo comenzó con una política hacia la Corte Suprema. El gobierno actual, también. ¿Observa similitudes entre ambos procesos?
–El kirchnerismo fue una cosa en el minuto uno y otra muy distinta en todo el resto. Hubo muchas cosas iniciales en el comienzo de la gestión, cuestiones como la transversalidad, la idea de convergencia de distintas fuerzas políticas, la idea del fin del caudillismo, de dejar atrás el viejo peronismo y los caudillos provinciales. Eso sucedió en el minuto uno. Y en el minuto dos, todo eso quedó atrás. Lo mismo pasó en la Justicia. Los nombramientos provisionales o la ley de democratización de la Justicia fueron en este otro sentido. En el macrismo uno sí puede ver un intento de diferenciarse de lo que dejó el kirchnerismo en las peores áreas. Eso es diferente de que lo logre o que realmente pueda hacerlo.
Tranquilos y en su casa. Un tema vinculado a la Justicia y la inseguridad fueron los recientes casos de “justicia por mano propia” que motivaron comentarios en la prensa del propio presidente Macri y de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Para Gargarella “tanto lo que dijo el Presidente, como lo que dijo la ministra de Seguridad fue muy desafortunado. También en eso hay continuidad con lo anterior. Tanto Néstor como Cristina insistieron en aquello de que ‘entran por una puerta y salen por la otra’, las reformas Blumberg entraron con el kirchnerismo en el poder. Son declaraciones muy repudiables, que no son ni casuales ni azarosas, sino que forman parte de una manera de entender a la Justicia, son un modo de pensar predominante en el Gobierno. Y evitan hacer la autocrítica que el Estado debe hacer en la materia de garantizar seguridad para todos, derechos iguales para todos, de garantizar juicios justos para todos. Lo que correspondía era tomar una actitud más bien opuesta”.
—La cuestión de seguridad y delito también está en la agenda...
—Dentro de las señales que se quiere dar está que se va en una dirección de una idea del orden muy problemática. También aquí hay un intento de diferenciación del kirchnerismo. Que, si bien tenía en su retórica la puerta giratoria, también se mostró y quiso verse como no represor de la protesta social, como un gobierno tolerante. Esto fue desde lo discursivo, porque, como señalamos oportunamente, lo que había era una práctica de tercerización de la represión.
—El Gobierno parece querer mostrarse como “menos garantista” que el anterior, como más inclinado hacia el orden...
–Es que los temas difíciles requieren soluciones difíciles. Lo que no se puede hacer con el tema es pensarlo desde una cuestión simplista. Si uno ve las estadísticas en los Estados Unidos, puede notar que en los estados en los que hay pena de muerte, no bajó en nada el delito. No sirve ni como escarmiento. En muchos casos, funciona peor. No baja el crimen, genera más encono social. Son soluciones pésimas.
Garavano y los otros. El ministro de Justicia matizó más de una vez los dichos de otros miembros del gabinete.
—Parecería haber un matiz entre lo que dice Germán Garavano y el Presidente y la ministra...
—Sí, porque tiene una sensibilidad jurídica que los otros no muestran. Se mueve en un ambiente en el que se ve precisando lo que los otros, descuidadamente o no, provocativamente o no, no prestan atención.
—¿Cómo ve a la Justicia juzgándose a sí misma? ¿Cómo evalúa la acción del Consejo de la Magistratura?
—La Justicia obró pésimamente, con muchas zonas oscuras. El funcionamiento de los últimos diez años fue pésimo. Hubo presiones internas, espíritu de cuerpo.
“Hay poco derecho en los fallos de Rafecas”
“Como la mayoría de jueces federales, Daniel Rafecas debe rendir cuentas –dice Roberto Gargarella–. Porque la presunción que podemos tener es que también es de los que han trabajado pésimamente. Hablo de él como de la generalidad de los jueces federales. Uno no ve en lo que hacen la aplicación del derecho, sino que parecería que juega otro juego, el de la política.”
Ante la pregunta por la aparición de la solicitada, el especialista elige, primero, poner en claro su mirada sobre la acción del juez y de otros que “juegan otro juego. Y este juego general diría que en el caso de Rafecas se da plenamente –aclara–. En él se ve que el modo en el que define casos está supeditado a cuestiones políticas. El derecho ocupa un lugar pequeño en su manera de fallar. Y eso es inaceptable. Sin dudas es una persona más formada que otras, que ha tomado en el pasado decisiones importantes. A mí mismo me habían impresionado muy favorablemente las primeras decisiones que tomó, demostró que era capaz de actuar de otro modo. Pero si hacemos el balance general de su trayectoria, es muy pobre”.
Sin embargo, señala que “es muy curioso el modo en que el kirchnerismo se ha alineado con él, cuando hace unos meses no dejaron de criticarlo y queriendo sacarlo de la causa. Son ellos los que promovieron el juicio político en un principio. Es impresionante el nivel de contradicción que muestran muchos K, que lo presentan como el magistrado impoluto cuando hace meses habían hecho todo lo posible por tirarlo por la ventana”.