En los 60 y 70, Isabel Sarli no paraba de filmar: si bien su debut fue en 1956, a los 21 años, con El trueno entre las hojas, en las dos décadas siguientes estrenaría la parte troncal de su filmografía, con obras destacadas como ... Y el demonio creó a los hombres, Setenta veces siete, La diosa impura, Lujuria tropical, La mujer de mi padre, Carne, Insaciable. Casi siempre, claro, bajo las órdenes de Armando Bo. En ese entonces la escultural morocha, cuando lo escultural no podía ser fruto de los bisturíes ni de los quirófanos, se transformó en figura insoslayable de los hombres en general y de los adolescentes en su despertar hormonal en particular.
Durante los 80 y parte de los 90, de improviso, se mantuvo casi aislada de los medios: apenas la película –por llamarla de alguna manera– La dama regresa, bajo la batuta de Jorge Polaco. En la última década, que la encuentra en sus setenta y largos, ha regresado, tanto para asistir a los numerosos homenajes que se le rinden en la Argentina y el mundo como para participar de proyectos puntuales. Entre otras apariciones, en 2010 fue la protagonista de Mis días con Gloria, de Juan José Jusid, filmada en el realismo mágico de la provincia de San Luis.
Ahora, pese al cansancio que siente y no oculta, el ícono del porno soft argentino vuelve a sonar. A sonar, literalmente, pues no ha querido actuar con todo su cuerpo sino sólo con su voz, inconfundible, y para muchos, perturbadoramente sensual. Así, entonces, participa de un ciclo de publicidades del Banco Provincia, que toma escenas de sus más clásicas películas y les cambia el sonido por frases en apoyo a una campaña de nuevos créditos.
—¿Cómo fue la convocatoria?
—Bueno… me llamaron. Cómo surgió, no sé. Me pareció muy lindo. Otra cosa no te puedo decir…
—¿En qué consiste su participación?
—La publicidad está hecha con pedazos de mis películas. Yo grabé el sonido. Lo que se dice ahora, eso es actual. Todavía no la he visto completa, pero esta campaña me parece muy linda. Están los primeros planos de mis películas, como “¿Qué pretende usted de mí?”. De todas hay algo. Incluso está la escena del primer desnudo que hice, en El trueno entre las hojas.
—¿Conoce el Banco Provincia, conoce a alguno de sus responsables?
—No, no.
—¿Conoce a Daniel Scioli?
—Sí, a él lo conozco desde hace muchísimo tiempo. No es que nos veamos, pero admiro todo su trabajo. Yo vivo en la provincia [de Buenos Aires], y puedo decir que es un buen gobernador. Me agrada. Me cae muy bien en general, no por una medida en particular. También me cae muy bien Karina (Rabolini). Es una pareja amorosa.
—¿Usted recibe regalías por sus películas?
—Sí, con las películas recibo regalías por mi rol de protagonista. Y más ahora, porque antes sólo se pagaba a los autores; en cambio, ahora, con la nueva ley que sacó este gobierno se les paga también a los actores cada vez que dan las películas en televisión. Y son muchas las veces que pasan mis películas en televisión.
—¿Cómo percibe todos los reconocimientos que se le han dado en los últimos años?
—Sí, en los últimos años he viajado mucho al exterior a recibir premios por trayectoria, o sea, por el trabajo realizado. Estuve en Francia, en Amiens; en Huelva, en España; en Guadalajara, en el festival de México. Es muy grato, muy lindo. Esto es algo que sucede en los últimos años. No te dan todos los días un premio por trayectoria…
—¿Continúa viviendo con muchos animales?
—Sí, tengo perros, gatos, tortugas, loros, papagayos. De todo un poco. Son los mismos que me acompañan desde hace rato.
—¿Y qué hay del amor? ¿Del amor de los hombres?
—¿Los hombres? Los hombres se acabaron con Armando Bo.
—¿Nunca más?
—Nunca más.
—¿Por qué?
—Porque no. Lo quise, lo quiero y lo querré. Con él conjugo todos los tiempos de verbos, y nada más. Mi amor fue él. Y no es poco, es todo lo que una puede desear.