Se conocieron actuando y vuelven a estar juntos en un escenario, como en la vida. Laurita Fernández y Nicolás Cabré estrenaron la versión teatral de Piso de soltero de Billy Wilder, quien la dirigió en el cine en 1960. Ahora con puesta en escena de Daniel Veronese y un elenco que se completa con Martín Seefeld, Gonzalo Urtizberea, Paula Ituriza, Pablo Finamore, Pablo Fusco y Daniela Pantano. Están de miércoles a domingo en el teatro Lola Membrives con producción general compartida entre Adrián Suar, Nacho Laviaguerre, Diego Romay y Gustavo Yankelevich.
“Mi personaje (Beto) –dirá Cabré– rompe con la cuarta pared y debo mirar a los espectadores. Esto es novedoso, tanto como la propuesta visual. Nunca antes lo había conseguido, ni siquiera con Alfredo Alcón cuando hicimos El gran regreso en el 2004…”
—¿Estás siguiendo los pasos de Jack Lemmon…primero con “Sugar” y ahora “Piso de soltero”, dos de sus más célebres películas?
CABRE: (Se ríe). Y sí parecería, pero fue una casualidad. Cuando me dieron el texto me gustó. Es una oportunidad muy buena de hacer una historia que me gusta en un teatro en el que lo siento como mi casa, con productores que no escatiman nada. Se trajeron pantallas del exterior, hay un vuelo y una manera de hacer entrar a la gente en este cuento que sorprende. Hago lo que me gusta en el lugar indicado.
—Empezaste con Pepe Cibrián Campoy en “El fantasma de Canterville” (2009), luego con “Aquí podemos hacerlo” (2010), y “Las mil y una noches” (2011) y “Sugar” (2018). ¿Tus inicios teatrales fueron en los musicales?
FERNANDEZ: A mis 16 años empecé con Pepe Cibrián Campoy, aquí en el Lola Membrives. Estuve tres años e hice muchos trabajos hasta de utilera. Después entré a ShowMatch. Tuve distintos profesores de canto y danza. Pepe fue uno de los pocos que daba oportunidades en musicales a los que éramos menores de edad. Mis padres tuvieron que firmar una autorización porque hice giras lejos de mi casa. Cuando me llamaron para hacer Sugar sentí que era volver a esos tiempos. Podés actuar sin haber estudiado, pero en el baile y el canto tenés que tener maestros especializados.
—¿Por qué siguen haciendo comedias?
C: Me las traen…y es lo que más me cerró. Leí otros textos y no me atraparon. Disfruto actuar, después viene el género. Me gusta la tragedia, pero no encontré ninguna que me gustara. Me parece que éste no es un año para hacer un drama…siento que la gente necesita excusas para reírse, aquí aparte toca otras notas, es una historia de amor, hay dulzura…
—¿Compartirán el teatro con otros trabajos?
C: No. La locura de hacer televisión y teatro no lo repito. No tengo hoy tanta energía. Estar un año en televisión y hacer funciones sería una locura.
F: ¡Tengo un cohete! Sin embargo, este año me dedicaré solo al teatro. Cuando apareció Sugar tuve propuestas para conducir televisión y radio y no pude negarme. Hoy necesito algo que no sea diario.
— ¿Tu balance de “Bailando por un sueño”?
F: Fueron muchos años, confiaron en mí y devolví con responsabilidad. Fue una experiencia que me hizo conocida y me permitió mostrar lo que sé hacer. La veta que no me gusta es ser jurado, no me sale pelear. Me fui a México, donde me sentí muy cómoda en ese rol. Aquí tenés que estar más expuesta, tener ironía, picardía o atajar balas, sé que a otros les encanta estar, yo prefiero bailar.
—¿Cómo fue la dirección de Daniel Veronese?
C: Disfruto de esta profesión cruzándome con distintos directores. Conocerlo fue muy positivo, sabe lo que quiere, te da espacio para que opines, hables y para que esto sea un trabajo en equipo.
F: Es muy cálido, ante cualquier duda lo miramos y él nos calma. Tenemos una escenografía con proyecciones, no es convencional, parece una película de 3D por lo cual tiene muchas complejidades. Daniel (Veronese) tiene en su cabeza lo que quiere.
—¿Qué es lo positivo y lo negativo de trabajar con la pareja?
F: Nosotros el año pasado nos vimos muy poco. Queríamos compartir tiempo, tenemos complicidad y confianza. Profesionalmente acepté cuando me la dio a leer Nicolás porque sabía que iba a crecer y aprender. Con él todos los días crezco como profesional. Cuando entré en Sugar hice un reemplazo, ahora tengo la posibilidad de asistir a su proceso creativo.
C: No encuentro nada negativo. La veo y disfruto de tenerla cerca. Es inquieta y no se queda en lo cómodo o fácil. La admiro, para mí es un aprendizaje tener este plus de poder hablar después. Hoy por hoy busco la alegría, sentirme cómodo, rodearme de gente a la que quiero y está ella a la que amo. —¿Creen que los actores deben opinar de la actualidad?
C: Cada uno es dueño de hacer lo que quiere, con lo que quiere. Están los que les gusta hablar de política y otros no. Todos somos libres. En mi caso prefiero no hacerlo. Te preguntan en las notas por filosofía, economía…si viste tal o cual programa…buscan al opinólogo… pero no sirvo.
F: Son elecciones. Hay quienes alzan la voz frente a un micrófono o cámara y buscan comunicar un cambio y me parece bien y están los otros, los que prefieren comentarla en su casa, es mi caso.
—¿Qué sentiste con las nominaciones por el Martín Fierro?C: No me genera nada. No soy querido en esa institución. Me gustaría ver la estadística, pero creo que soy el actor más nominado, que nunca ganó.
”Soy más vago de lo que parece”
Nicolás Cabré debutó muy joven en el teatro junto a Ricardo Darín, Ana María Picchio y Silvina Bosco, recientemente fallecida. “Hice casi cuatro años con ella en Algo en común –recuerda– incluso giras. Me sorprendió y me dolió mucho su partida. Ni siquiera sabía de su enfermedad. A Alfredo (Alcón) también lo recuerdo siempre, sobre todo cuando subo al escenario. El me cuidaba, me contaba anécdotas, siempre buscaba ayudarme. Lo disfruté todos los días. Fue lo mejor que me pasó profesional y humanamente. Sus consejos los tengo presentes. Me divertía mucho con él. Fue, es y será el mejor actor del mundo, por siempre. Soy dichoso por haber compartido no solo escenario sino veredas”.
Aunque no puede dar nombres ni títulos Cabré confirma que hará cine: “Hay proyectos, pero más cercano a fin de año. Estoy tratando de hacer cosas de a una…Pero tengo propuestas con directores muy conocidos”.
Cuando se le pregunta si se ve como futuro generador de proyectos afirma: “Soy cero productor. No pienso en trabajo. Tengo la suerte de tener un representante que me guía en este camino. Soy mucho más vago de lo que parece y mi prioridad son otros temas, cuando me convocan no me tiro a chanta, soy responsable. Pero pensar, pienso en mi hija Rufina o pasar más tiempo con ella (la señala a Laurita). No me da la cabeza para gestar un proyecto”. Sorprende Laura Fernández al decir: “Creo que Nicolás sería un gran director teatral. Sabe trasmitir al otro para que crezca o sea mejor. Me gustaría que lo actoral lo dirigiera él”.