La dirección del Salmón no parece difícil ni necesitar de GPS a la hora de decidir hacer una de sus apariciones mediáticas y volvió a llevarlo a editar un trabajo discográfico que suena, cuanto menos, monumental desde la concepción. Andrés Calamaro tiene seis discos nuevos y dos DVD flamantes, todos juntitos, en un material al que llamó Andrés. Obras incompletas, con el que resume toda una década de música intensa, que incluye sus ya clásicas grabaciones encontradas, guardadas, reservadas, o como quieran llamarlas.
Míster Calamaro de hoy, rocker, padre, esposo, amigo, hombre que se cuida mucho, que deja que se sepa de él poco y nada –menos de su vida junto a su mujer Julieta Cardinali y su pequeña hija Charo–, mucho mejor si es sólo a través de su ya larga obra, desde España –donde se encuentra–, aceptó responderle a PERFIL a través del ciberespacio preguntas sobre éste, su renovado presente.
- ¿Qué te llevó a editar este trabajo en este momento, de esta forma, sabiendo que hay otras formas de comercializar música hoy en día? Teniendo en cuenta que alguna vez avalaste la piratería.
- No podría avalar la piratería por la importancia constitucional del derecho de autor y la propiedad intelectual. Acepto el fluido de formatos digitales, el intercambio de archivos mp3 y, más de una vez, convidé música gratuita en las redes. ¿Existen otras formas de comercializar la música además de la “comercial”? Ninguna que sea funcional en la Argentina.
- Andrés, observándote en tus últimos recitales, es notorio que cambiaste y preferís caminar mucho el escenario, no te quedás sólo en el teclado. ¿Te divertís más así?
- Ni siquiera es una cuestión escénica ni me divierto más, me gusta tocar instrumentos. Pero fue ocurriendo gradualmente. Al principio, dejé de tocar para que mis compañeros, los otros músicos, encuentren su espacio sonoro, y me sentí cómodo cantando solamente; tampoco puedo asegurar que me haya convertido en un front man para siempre, pero hasta ahora dio resultados más que aceptables.
- ¿En qué sentís que has madurado en los últimos años?
- No lo pensé... Supongo que un intérprete madura todo el tiempo, se aprende de la experiencia, aunque tampoco estoy 100% seguro de eso, porque la frescura es importante. Sirva la comparación con una fruta: se puede ser fresco y maduro al mismo tiempo, o pudrirse en el árbol.
- ¿Pensás que tu obra está más valorizada ahora, a medida que van pasando los años? ¿De quién es la opinión que más te importa?
—Yo me siento valorado, pero en nuestro país se practica la antropofagia social y cultural, tenemos una genética caníbal. Quizá desde que los nativos se comieron a Pedro de Mendoza. Sé qué opiniones no me importan, distingo una opinión equivocada y caprichosa. “Tengo confianza en la balanza que inclina mi parecer.”
La entrevista completa, en la edición impresa del DIARIO PERFIL