Lleva cinco años viviendo en Madrid, el tiempo que le tomó grabar cuatro discos exitosos, sobre todo el tercero “Esta mañana y otros cuentos” donde lo acompañan Julieta Venegas, Paulina Rubio , Ismael Serrano y el ex Ketama Josemi Carmona, con el hit casi imparable “Nada de esto fue un error”.
A la distancia Coti Sorokin puede decir que la decisión de irse de la Argentina fue arriesgada pero productiva. Extraña, claro, por más que tenga amigos entrañables como Ismael Serrano, su vecino además, o Ariel Roth, o viva con su mujer Valeria y sus cuatro hijos (dos pares de mellizos) :Iván y Maia y Dylan y Leide. De cualquier modo las cosas le han salido bien a este rosarino con formación académica y cuyo primer recuerdo musical data de sus tres años en el anfiteatro de Rosario cuando sus padres lo llevaron a un concierto de Jorge Cafrune. Y después, ya más grande el gran regreso de la “Negra”Sosa en el Opera cuando vió a Charly García en el escenario cantando “Cuando ya me empiece a quedar solo” , “que llevaba puesta una remera The Police”, y yo ni sabía quiénes eran” .
Estamos en las oficinas de Universal ubicadas en la calle Torrelaguna, adonde hay que ir en taxi o tomarse el metro que para en la estación Arturo Soria. Frío de invierno pese a que el calendario marca que deberíamos estar en primavera. Apoyado en una ventana que deja ver los altos de los edificios y un cielo encapotado del que el sol huye.
—¿Cúales son las ventajas de estar en una multinacional?
—Para mí tiene todas las ventajas. Este disco Gatos y palomas, el día que se lanzó hubo gente en Madrid escuchándolo, en Barcelona, en Uruguay, en Los Angeles, Santiago de Chile, Chicago, México, Puerto Rico…si eso no es una ventaja.
—¿Podés trabajar con libertad?.
—Cuando vine a firmar mi contrato discográfico la única condición que puse fue que quería hacer lo que se me cantara. O sea, yo vengo, traigo mis discos y digo “esto es para editar”. Por supuesto que escucho opiniones, aquí hay gente muy talentosa, pero las decisiones artísticas de mi trabajo son cien por ciento mías. Ahí me siento muy libre.
—¿De Gatos y palomas cuál es el tema que más te gusta?. Habrá que decir que tu single “Canción de adiós”se instaló en el primer puesto del ranking español.
—El disco nació del impulso total. Fueron dos años de gira, hice 90 conciertos y viajé a Argentina, México, Colombia y Estados Unidos, de modo que todo fue super heavy. No tenía la presión de grabar, sin embargo, había cosas que me gustaban mucho, así que terminé la gira y a la semana estaba grabándolo.
—El video de promoción muestra muchas cúpulas y hasta se ven a las Torres gemelas. ¿Esa era tu idea para representar a los gatos y las palomas?
—Sí, y tiene que ver con una mirada diferente de la cotidianeidad. Cuando subís a las terrazas y ves toda la ciudad, hay otra perspectiva del paisaje y la naturaleza ciudadana. Es una visión desde las cúpulas. Y es el lugar común de las palomas y los gatos. Hicimos todas las fotos en una terraza de Buenos Aires, frente a Plaza de Mayo, y es que en el disco hay varios homenajes a Buenos Aires.
—Algunos de tus temas tienen un dejo melancólico, como de tango.
—Es que tengo relación con el tango desde hace mucho. Yo toco el bandoneón y en este disco grabé cuatro o cinco temas. Es lo que me sale, lo que me dicta la intuición.
—No te ha ido mal así. Ni como compositor ni como cantante.
—Trabajo mucho. Antes de venirme a España, ya tenía una trayectoria en el mundo de la música, todos me conocían, Lito Nebbia me había producido el primer disco; y había trabajado con los hermanos Calamaro, Alejandro Lerner, Enanitos Verdes, Turf, hasta Natalia Oreiro me había grabado, Diego Torres, un montón de gente.
—Pero el gran éxito fue “Color esperanza”, digo, el que logró una popularidad increíble.
—Eso fue fuera de lo común. Creo que en la Argentina pasó eso con “Solo le pido a Dios” después de la Guerra de Malvinas y “Color esperanza” veinte años después. Son esos momentos en que una canción los representa y se transforman en íconos.
—Da la sensación de que Diego Torres ha sido poco generoso para con vos, si tomamos en cuenta que le escribiste el hit más importante de toda su carrera; digamos que mucho no te nombra.
—¡Y bueno qué se yo! “Caquín cacual” decía mi abuela. En verdad hay cierta ingratitud con los compositores que en otra época no pasaba. Yo recuerdo mucho a la “Negra” Sosa que siempre fue una intérprete que hablaba de sus compositores, les daba su lugar, los presentaba, los invitaba al escenario. Eso se fue perdiendo y no está bueno. Otro que los reconocía era Frank Sinatra o Julio Iglesias, genhte que supo tratar y cuidar a quienes le componían. Igual es un tema que no me quita el sueño para nada.
—¿A qué edad compusiste tu primer tema?
—La primera canción que saqué en una guitarra en la mayor fue la de Piero, esa que dice “llegando, llegaste”, y tendría 10 años. Y escribir, a los 12. Me acuerdo porque tenía un compañero de colegio que tuvo un accidente en una moto y se mató. Compuse ocho canciones y algunas eran para él.
—Ya sabías que escribir era tu camino. Sobre todo hits. El album que más vendió de Julieta Venegas tenía tu mano.
—Sí, fue el disco “Sí” de Julieta que fue el que reventó todo y los hits que escribí con ella fueron las canciones que la hicieron absolutamente popular. Con Pau (Paulina Rubio) también trabajé y le dí muchos hits. Y es que creo que esto de las colaboraciones es un ida y vuelta y no solo un ida. Eso la gente lo percibe, lo aplaude y lo disfruta.
—¿Trabajás con Ismael Serrano?
—No, a Ismael lo quiero muchísimo, tenemos mucho en común. A él lo quieren mucho en Argentina y a mí me quieren tanto en España. De hecho coincidimos en Buenos Aires y lo llevé a comer a un lugar increíble y le regalé una edición antológica del año 60 del Martín Fierro con tapas de madera. Se enamoró de eso y aquí vino y me regaló un disco del Polaco Goyeneche y otro de Los Beatles. Es un tipo bárbaro y tenemos una amistad muy bonita.
—¿Seguís componiendo para otros?
—No mucho. Lo veo como una etapa pasada, por ahora. Por ahí si me sale algo o me da ganas, pero no bajo presión como antes que tenía que darle de comer a mis hijos.Que se yo. A veces disfrutaba. Cuando con Javier Calamaro hicimos Pampa del indio, o los tres discos solistas que le produje.¿Andrés?. Toqué el bandoneón y trabajé con él en Honestidad Brutal.
—¿Por qué nunca grabaste "Color esperanza”?
—Hay tiempo todavía. Tengo idea de grabar un disco que se llame “Lo dije por boca de otro”.
Presentación musical en las alturas
Primavera rebelde en Madrid. Un frío de dos grados acompaña a los invitados especiales en la terraza del hotel Me ( ex Reina Victoria) en la Plaza Santa Ana desde donde se ven las cúpulas más bellas de la zona, a pocos metros del Museo del Prado y cerca de la Puerta del Sol ; el sitio elegido por Coti Sorokin para el lanzamiento mundial de su disco “Gatos y palomas”. Un centenar de periodistas de distintos medios, se mezcla con los músicos que van y vienen. Sirven vino tinto para calmar cuerpo y alma y simular un calor que está mezquino.
Por ahí están Ismael Serrano y Julieta Venegas, amigos y admiradores del rosarino , charlan con su mujer, Valeria, mientras el video muestra terrazas y las palomas que bien son una señal de las Madres de Plaza de Mayo.
Coti sale al improvisado escenario vestido con jean, campera de cuero, anillos varios y las uñas pintadas de bordeaux. Un look desprolijo cuidado. Lo acompañan Matías Sorokin (guitarras eléctricas), Diego Olivero (piano y órgano), Matía Eisen (bajo), Marcelo Novati (batería) y Nicolás Nieto (guitarras elecétricas). Azucena, la manager de Universal pide que nos acerquemos y empieza, sincero, Coti: “Hace mucho frío aquí, vamos a tocar solo algunos temas”, y arranca con el hit “Canción de adiós”, sigue con “El inmigrante”, “Las horas”, y de pronto cambia la guitarra. Y comparte que el frío la desafinó y que le den tiempo para dejarla a punto. La afina allí, como si estuviera solo, y vuelve a tocar. A estas alturas, ya el vino y los canapés de pescado habían mejorado el ánimo de todos. Y logró remontarse la noche con alegría. Las cúpulas iluminadas de alrededor le dieron el toque de magia.
* Desde Madrid