El pasado 22 de febrero, en una noche apelmazada de los Oscar, Patricia Arquette subía a ganar su primer Oscar. Lo ganó por su rol de madre en Boyhood, papel que llevó, como el film, literalmente 12 años. Su discurso, en el que pidió igualdad de salarios entre hombres y mujeres en Hollywood (aunque, como cualquier persona inteligente, hablaba del mundo) fue aplaudido de pie. Patricia alguna vez fue la femme fatale de los 90 independientes, pero hoy, a punto de estrenar en abril la serie CSI: Cyber en AXN, Arquette se confirma como parte de una rara estirpe (la rareza es gentileza de los límites de Hollywood) que parece agigantada por esa luz de mármol que es Robin Wright en House of Cards: la actriz madura que sabe lo que piensa y no tiene miedo de decirlo, que entiende a sus personajes más allá que sus creadores y que no tiene, pareciera, un gran espacio en la industria del cine actual
—En la nueva serie de “CSI” interpretás a la psicóloga cibernética Mary Aiken, la cabeza de la División Especial de Crímenes Cibernéticos del FBI. ¿Qué descubriste de los riesgos que implica el uso constantes de artefactos conectados a internet?
–No tenía idea de la cantidad de riesgos que corremos. Tenía la noción mínima que cualquiera de nosotros tiene. Sabía algo respecto de los hackeos. Pero no tenía idea de todo lo que implica, y creo que pocos de nosotros lo sabemos. Traemos a nuestros hogares estos aparatos, y están tan involucrados en todos los aspectos de nuestras vidas que son capaces de cosas terroríficas. Lo que me sorprende es la cantidad de gente brillante que está haciendo cosas terribles. Después de haber trabajado en el show, sólo quiero que mis hijos tiren todos esos aparatos y consigan un lápiz y un papel.
—Mucha gente cree que el Oscar que ganaste podría generarte una nueva vida en Hollywood, y vos, aun así, seguís en la TV. ¿Por qué?
—La realidad de la industria del cine es que ha cambiado mucho en los últimos diez años, y muchas actrices increíbles están realmente en dificultades económicas por eso. Siempre he amado hacer películas pequeñas por amor al arte y por cariño al proyecto en sí. Me gustaba la idea de ser parte de un show que se emite en Estados Unidos por un canal público, que todos tienen. Soy una actriz que proviene de una familia con cuatro generaciones de actores. Mis tatarabuelos hacían vodevil, que en su momento era prácticamente lo mismo que la TV. Quería ir contra el elitismo que se le aplica a la TV. Las películas hoy le pagan a muy poca gente una cantidad de dinero que les permite vivir de eso.
—Hay crímenes cibernéticos que generan mucho ruido; por ejemplo, cuando se filtran fotos de celebridades y su vida privada. ¿Qué pensás al respecto?
—Creo que hay una relación de amor/odio para con las celebridades. Por ejemplo, si las fotos que se filtraron hubieran sido de esposas de soldados en Afganistán o Irak mostradas desnudas en su intimidad, habría habido una respuesta muy distinta. Lo raro es que otras personas sientan que tienen derecho a ver tu intimidad e imponerse en ella. Y que uno siquiera juzgue a la/el protagonista de esa filtración es todavía más perverso. Tenemos que ser muy cuidadosos y enseñarles a nuestros hijos que eso no es aceptable.