ESPECTACULOS
Russell Crowe-Kevin Costner

Dos padres que aman desde el sacrificio

Los dos ganadores del Oscar tienen papeles secundarios en El hombre de acero, pero sus presencias resultan memorables: son el ancestro biológico y el adoptivo de Superman, y le enseñan los valores que lo hacen un ser único.

Valores. El personaje de Crowe elige salvar a su hijo en medio de la debacle de Krypton. El de Costner le enseña a esconder su condición extraterrestre.
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Superman regresó. El superhéroe, el fundacional, que cumplió 75 años de existencia (o sea, de ser una franquicia prácticamente invencible), volvió a los cines. No sólo con las posibilidades que brindan US$ 220 millones de presupuesto sino en un instante en el que los filmes de superhéroes han adquirido una grandeza desconocida para el género fuera de una comiquería. No por nada, Christopher Nolan, director de las revolucionarias y nuevas Batman, es tanto el productor de El hombre de acero, nuevo Superman en el cine, sino además su ideólogo y referente máximo a la hora de estéticas, ambiciones y posibilidades comerciales. Y, nuevamente, no por nada Zack Snyder, de vasto saber en el arte de adaptar historietas entre imposibles e inevitables al cine (300 y Watchmen: los vigilantes) es el director de El hombre de acero, actualización del mito Superman a un mundo post 9/11 donde digitalmente tamaña deidad puede hacer lo que nunca pudo mostrar el cine.

Dos pilares fundamentales del increíble Superman que interpreta el hasta hace dos días desconocido Henry Cavill fueron, en palabras de Nolan, “los padres: Superman es lo que es porque tiene una educación que lo lleva a asumir el mundo sin dominarlo, es una idea del poder distinta, casi altruista, casi como la última forma de sacrificio humano. Casi la respuesta a todo lo que representó sin querer el personaje en otro instante: ya no es creador de statu quo; en su altruismo, deviene lo mejor de nosotros. Pero eso sólo lo logra, como muestra el film, por sus padres.”

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Esos padres son, nada más y nada menos, que el padre kryptoniano, Jor-El –o sea, Russell Crowe– y el padre americano, humano –Kevin Costner–. O sea, nominados y ganadores del Oscar en una película de superhéroes.
Crowe cuenta: “Nunca vi una sola película de Superman, y de hecho mi relación con el personaje fue distante. O extraña. Tenía más el recuerdo de los seriales de los 50 que de los filmes de Christopher Reeve. Pero no pude evitar aceptarlo: ¿cómo negarse a ser el padre de Superman? Eso sí es algo divertido para poner en un currículum”. Por otro lado, Costner, que interpreta a Jonathan Kent, padre adoptivo de Clark, remarca que “lo importante y lo que me hizo aceptar esta película es lo que Christopher Nolan hace con los superhéroes: formula preguntas que son importantes, pero aun así no pierde noción de lo que realmente está haciendo, del espectáculo, de la ironía intrínseca pero potable del género”.

Lo divertido, o irónico, es que ambos padres de Superman en El hombre de acero, como admitió Crowe, no tenían mucha relación con el personaje. Costner comenta: “Es cierto, y raro, pero llega un punto donde como norteamericano sentís que tenés un vínculo por lo que creés que representa el personaje. Pero Superman en un sentido nos permitió en la película, a Diane Lane, que interpreta a su madre, y a mí, representar el corazón de Estados Unidos, su forma más románticamente noble (que tiene costados peligrosos, y eso lo ve el padre de Superman, y por eso lo reprime). Nuestros personajes son todo lo bueno que podemos ser, ya sea como americanos o como seres humanos. Y eso algo difícil de encontrar en cualquier película, cueste millones o esté hecha a pulmón”.

Crowe tiene un rol más cercano al padre de Hamlet, por fantasmal y por sabiondo (y ni hablar que ve mucha más acción que Costner), e insiste: “Puede sonar ridículo, pero no me importa: aprendí mucho lo que es ser padre haciendo esta película: Superman es lo que es no por su poder sino por el amor de sus padres. Si hay algo que me hizo involucrar fue poder interpretar la decisión de Jor-El: sacrificarse por su hijo, creer en su hijo como real posible desde el instante cero. Es una historia simple y compleja al mismo tiempo: en Estados Unidos se habla mucho de sacrificio, política y socialmente, pero me parecía que esta historia lo mostraba en su aspecto más puro y menos maniqueísta”. Y se ríe después: “También experimenté en el rol cosas que no pasé con mis dos hijos, por ejemplo, la mano llena, digamos, de kryptonita marrón, gentileza de uno de los bebés que hacía de Superman de infante y de luces demasiado fuertes en el set. Pero, fuera de broma, en un mundo donde tus hijos corren riesgo hasta yendo a los colegios, donde la violencia es tan popular y tóxica como espectáculo y realidad, todos pueden relacionarse con el miedo de que un padre no sepa qué va a suceder cuando su hijo se enfrente al mundo solo, y eso le da un valor al film y otro público posible”.

Kevin Costner reflexiona acerca de los superhéroes: “No los entiendo, pero sinceramente no sé cuánto de norteamericano tienen hoy: todas estas películas recaudan muchísimo internacionalmente. O sea, o hay un emparejamiento a nivel cultural sobre gustos u otro fenómeno que no podría explicar. No me relaciono con los superhéroes para nada, realmente me cuesta mucho. Digo, amo los westerns, y un tipo al que le rebotan las balas anula determinada épica norteamericana que realmente me interesa”.

A Crowe no le escapa la comparación con Marlon Brando, quien hiciera de Jor-El en las versiones fílmicas del superhéroe de los 70: “Sí, claro que pensé en eso. Pero, insisto, no las tenía en mi imaginario. Y creo que la versión de Snyder es tan diferente, tan radical, dice tanto sobre nosotros, que lo que Brando hacía es impensado aquí. El hombre de acero muestra que lo más valiente que uno puede hacer, lo más importante, es sacrificarse por un acto de amor. ¿Qué más puede pedírsele a un cine donde hoy esas ideas no existen y el espectáculo se confunde con simples efectos especiales?”.