Todos estamos repensando el lugar propio y el lugar del otro” dice la actriz Paola Barrientos, y asienten sus compañeras de elenco en la segunda temporada de El jardín de bronce, Julieta Zylberberg y Maite Lanata. Con el protagónico de Joaquín Furriel, repitiendo el rol de Fabián Danubio, se estrena el 9 de junio a las 21 esta producción original de HBO (trabajando junto a Pol-Ka) donde las tres actrices ocupan roles en extremo distintos, casi tanto como sus recorrido profesional.
Barrientos, que se incorpora como una madre que detonará la investigación, sigue haciendo en el teatro Tarascones, la joven Lanata vuelve a ser Moira, la hija de Danubio, apostando a roles distintos para alguien de menos de 20 años (ahora le toca El marginal 3) y Zylberberg, la oficial Lidia Blanco, sigue cruzando de forma firme y personal el cine y la TV de autor.
—¿Cuál es la deuda más grande que tiene la ficción argentina para con sus actrices?
BARRIENTOS: Yo no sé si podría hablar de deuda, sino de nuevas miradas en relación a ciertos prejuicios o estereotipos donde no solo las mujeres caímos, sino que tienen que ver con cómo se dan los vínculos. Me parece que empezar a refrescar la mirada, a abrir la mirada, en relación al rol de las mujeres, al rol de los hombres, es algo que empieza a aparecer sí o sí en nuestras ficciones. Generalmente, lo que sucede en la ficción es un reflejo de los movimientos que suceden por fuera, y si no, la ficción se queda por fuera. Y eso es algo que no le conviene.
ZYLBERBERG: Tal cual, es un reflejo. Y quizás, siempre va un pasito después, con un mínimo de demora. La deuda obviamente no es solo de la ficción, sino de todo un gran movimiento que hay que hacer. Como todo movimiento histórico, de paradigma, profundo, lleva su tiempo. Distintas capas que se van moviendo y aunque falta un montón, igual hay mucho movimiento de lo establecido. Demasiados años detrás que avalan otras cosas.
LANATA: No es solo en este momento, sino que es progresivo. Pero ahora se le da prensa, te hacen estas preguntas. Pero el movimiento feminista viene de hace mucho, y los cambios son pequeños, medianos y grandes. En este momento sucede eso: una vinculación entre lo que sucede en la tele y las ficciones. No estamos siendo ajenos de la realidad que está sucediendo.
—¿Cuánto creen que el mundo de las series, en sus limitaciones, ha ayudado a eso? Uno ve una serie hoy, y ya no se siente cómodo si las mujeres repiten roles estereotipados…
B: No sé si es “no querer”. Antes no te hacía ruido. Y ahora sí te hace ruido. Pero: ¿por qué? La sociedad cambió y los mensajes se empezaron a divulgar muchísimo más. Nos empezamos a cuestionar muchísimas más cosas.
Z: Creo que hay algo más profundo igual, aunque es cierto que se empieza a meter en las ficciones. Justo el otro día me preguntaban. Hay algo muy de base, que todavía no está para nada, que siempre en la mujer, en la tele sobre todo, hay mucha presencia de lo estético. Hay una preocupación muy profunda y metida, pero eso mismo no sucede con los hombres. Y es así incluso en ficciones más modernas.
B: Me parece que son cuestionamientos y cambios de paradigmas que en conjunto se tienen que dar. Me parece que las mujeres nos podemos dar el permiso de revolear la chancleta y decir: “¿Sabés qué? No me pongo el vestido que me tendría que poner.” Y que ciertas cosas empecemos a hacerlas por decisión propia, y no porque el mercado dice que las tenés que hacer. Me parece que estamos todos repensándonos, y no es solo la ficción, la televisión, sino que son las personas, la sociedad, todo.
—¿Qué disfrutaron de esta segunda temporada de “El jardín de bronce” y que las haya sorprendido?
B: Yo me incorporo en esta segunda temporada. Lo que sucede ahora es que se diversifican las historias, vínculos, personajes. Aparece todo un nuevo mundo, que tiene que ver con mi personaje y con mi hijo, que es a quien buscamos durante la serie. Hay mucho misterio, idas y vueltas en esta búsqueda. Y se termina resolviendo por un lugar bastante inesperado.
Z: Es increíble la cantidad de universos que la serie va visitando a través de la investigación que lleva a cabo su protagonista. Se van metiendo en lugares insospechados. A mí lo que me tocó hacer me pareció muy divertido, hago dupla de investigación con el personaje de Joaquín Furriel y estuvo buenísimo.
—¿Cuánto se puede disfrutar y cuánto no actualmente el oficio de ser actriz, sobre todo considerando lo que veníamos hablando respecto de la edad dorada de las series y el movimiento por la igualdad?
B: A mí me salva ser actriz y poder trabajar, me salva a mí, los salva a mis hijos. Salva a todas las personas que me rodean. Que se abra este espectro de series implica lugares nuevos de laburo, que está buenísimo en relación al nivel de producción, es otra forma de entrarle al trabajo. Me parece que, si uno quiere, son momentos de asumir ciertas responsabilidades respecto de las decisiones que uno toma, a lo que decide decir, exponer, y me parece muy interesante formar parte de este momento.
Z: Pienso siempre que el actor comunica, el poder de llegada, de meterse en las casas y ser mirada, y es verdad que hay una responsabilidad en eso. También en el entretenimiento, claro…
L: Claro, pero... ¿qué contás con ese entretenimiento?
Z: Es verdad que es un momento particular. Pero sigo pensando que es un trabajo espectacular.
B: Cuando se junta el deseo personal, el gusto y el placer con el trabajo es un milagro.
L: Es hermoso cuando se encuentra la vocación y la pasión. La pasión genera mucho más disfrute. Cada uno tiene su mirada acerca de la actuación... Yo siento que en este momento uno interpreta un personaje y habla de su ideología, de las ideas que uno quiere replicar en ese personaje. Y no me tocó vivir otra época en la que no se permitía mucho eso. En esta época sucede mucho eso, la vinculación de los valores, de la ideología, mezclado con el trabajo del actor. Y esa mezcla me parece fabulosa y muy apasionante.
Detalles de la secuela
El jardín de bronce vuelve a la pantalla de HBO. Y su regreso implica un hecho no tan extraño en la cadena, pero sí excepcional: la continuación de un universo que se generó en el papel, la novela de Gustavo Malajovich, y que el propio Malajovich junto con Marcos Osorio Vidal han expandido. Entre esas expansiones, aparece el personaje de Paola Barrientos, una madre cuyo hijo ha de-saparecido y Danubio empieza a rastrear. ¿Qué cree Barrientos que sabe de su personaje que nadie más conoce? “No sabía decirte. Hay ciertas cosas que no se cuentan de los personajes. Quizás incluso, porque tal vez no estamos de acuerdo el director, los guionistas y la actriz y me importa nada como actor. No lo voy a decir aunque me sirve a mí, en mi mundo interno.”
En esa misma veta, la oficial que interpreta Julieta Zylberberg pasa ahora a un primer plano. “Con respecto a mi personaje, hay algo emocional que está súper tácito. No hay vestigio, no hay texto, no hay nada, pero tal cual, a veces en tu decisión como actriz elegís qué vas a hacer con el personaje. Siempre algo que uno piensa, algo que uno habita, se traduce en una mirada o un gesto del personaje que no es muy explicable, o señalable, pero está ahí.”
Y Maite Lanata regresa con su Moira, la hija de Danubio que apareció en extrañas circunstancias. “Me parece interesante que este personaje tiene mucho que el espectador no va a conocer, sobre todo por ese pasado que el espectador no va a conocer y que fue clave en la primera temporada. Además, únicamente se va a ver en flashback y sueños, por ende, no es la realidad pura sino subjetiva de ella. Es como ella crea esa realidad. Se visualiza mucho el mundo interno de ese personaje y no le pasa a los otros personajes. Mucho de cómo ese pasado se visualiza en sus sueños, pero vos lo que ves es un mutismo.”