Con la delicadeza de un camafeo, las maneras de María Socas evocan un minué melancólico. Pero lejos de cualquier trama rosa cubierta de almíbar, sería la heroína soñada de una historia de terror gótico. Tal vez lo intuya: aunque nunca se lo ofrecieron, le encantaría interpretar a María Estuardo. Es posible que esos aires le vengan de otras vidas, las de sus padres, habitantes apasionados de mundos tan diferentes.
“ Mi papá, Carlos Socas (Alvear), es la discreción en persona, mientras que mamá, que murió hace unos años, era temeraria. Ingeniero agrónomo, él vive en Colón, Entre Ríos, si bien nació en Martínez (norte del Gran Buenos Aires). Adora el campo y la ciudad le da claustrofobia, no la soporta y difícilmente salga de ahí. Vive de una manera anterior al siglo XIX, cuando la gente no iba de vacaciones. Es impensable esperar que venga a verme al teatro, salvo una vez que se apareció a un estreno en el San Martín, de sorpresa. No lo podía creer. Vio la obra, tomamos una coca y se fue. En cambio, mi mamá, María Antonia Ortiz Lanús, era del diseño, del color, la estética, la belleza. Tenía una casa de ropa, El Carretel, en su momento muy conocida y donde se vestían nuestras superestrellas como la Chiqui Legrand”, cuenta la actriz y, desde el sábado 3, también conductora de radio en La música de los músicos, el ciclo que comenzó el sábado 3, de 20 a 22, en AM 1110 La Porteña, la emisora de la Ciudad.
Por su boutique, María Antonia debía viajar por lo menos dos veces al año a la capital de la moda, París, donde aprovechaba para visitar a su primo hermano Archibaldo Lanús, el ex embajador argentino en Francia. “ Mamá era muy amiga de Archi y pasaban mucho tiempo juntos. Iba con mis primas, porque yo nunca la acompañé. ¿Para qué? En lugar de ver vidrieras, me habría escapado a un museo”, dice Socas. Al principio tuvo que ocultar su vocación por la actuación frente a la familia, que prefería verla arquitecta: “ No bien terminé el colegio, empecé a trabajar en el negocio, pero duré sólo unos tres o cuatro meses. Creo que me detestaban porque ya había comenzado a estudiar teatro en el Conservatorio. Estaba en el área de ventas pero mi mente no era para eso, venían las clientas y yo me imaginaba personajes.Y si no, me ponía a hacer los ejercicios de vocalización mientras mi mamá preguntaba: ‘¡¿Pero qué hace?!’”.
Hoy, más de 20 años después, a su programa de radio “ viene un artista invitado que trae los discos que lo acompañaron en su vida, los que escucha en su casa o en el auto. Es una conversación, en medio de todas las cajas de los discos. Por ahora, han pasado Litto Nebbia, Iván Noble y Virginia Innocenti”, cuenta la recién iniciada en el mundo del éter. No es la única actriz convocada por el director de la radio, Rodolfo Mascali. También están trabajando con programas propios Leticia Bredice, María Carámbula y la Innocenti. “ No tengo idea de por qué nos llamó. Como soy actriz, tomo sus indicaciones como si fuera un director de teatro y armo un personaje”, confiesa Socas, quien firmó un contrato de tres meses, renovable.
En cine, espera el estreno, aún sin fecha, de El mismo loco afán, de Enrique Muzio, con Ulises Dumont y Claudio Gallardou. En teatro, el actor Jean Pierre Noher la llamó para participar en Un aire de familia (de Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri), su primera obra como director, para la que también está confirmada Adriana Aizemberg.
El año pasado, participó en Mujeres asesinas, Hermanos y detectives y Amas de casa desesperadas: “ Tengo dos hijos (Sacha, de 11, y Wanda, de 10, con el psicoanalista Rubén Brenner) y soy muy ama de casa, como las de antes, no tengo ayuda doméstica de ninguna especie y hago todo yo, así que el ritmo de unitarios y de cine me viene bien para organizarme. No digo que no me gustaría hacer algo diario porque el trabajo bienvenido sea. Soy muy adaptable y confío en cómo se van dando las cosas”.