ESPECTACULOS
‘INTOXICADO’

La balada de la leyenda rollinga que perdió todo

El productor Lucas Garófalo, el guionista Pablo Plotkin y el actor Diego Alonso integran el equipo del podcast suceso sobre el líder de Viejas Locas. Cuentan las razones de un éxito periodistíco que deja en offside a sus pares.

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Caída. Los episodios van contando diferentes instancias en la vida del música qu redefinió a la cultura stone en la Argentina y qu fue considerado un grande. | cedoc

Intoxicado: el caso de Pity Álvarez es el podcast de producción argentina, actualmente más escuchado en Spotify. Se trata de la reconstrucción sonora, con documentos y testimonios, de la vida y la obra de Cristián “Pity” Álvarez, quien fuera líder de las bandas Viejas Locas e Intoxicados, y mereciera haber sido telonero de Rolling Stones en el estadio de River en 1998. Pity actualmente espera el posible inicio de un juicio por haber asesinado con cuatro balazos directos a la cara de un vecino en 2018. La apasionante, terrible, historia de este artista toma formato de podcast y se divide en seis episodios que marcan diferentes momentos del caso policial y de la propia vida del Pity. En esta entrevista, cuentan el proceso, el sentido y los resultados de este proyecto Lucas Garófalo (a cargo de la producción, encabezada por Tomás Pérez Vizzón, con Anfibia Podcast), el guionista Pablo Plotkin y el actor Diego Alonso, cuya voz lleva el hilo del relato.

—¿De dónde surge la idea de este proyecto y su particular formato, qué lineamientos lo fueron diseñando?

Lucas Garófalo: Spotify abrió su oficina de podcasts en la Argentina, para desarrollar el formato en la región. Ahí se me abrió la posibilidad de presentarme. Yo había dejado mi trabajo de editor en la revista Rolling Stone, acostumbrado a trabajar personajes populares con un enfoque periodístico. Para Spotify, tenía que proponer un personaje popular, que no estuviera tan contada por otros, y tampoco, grandes nombres atrás de los cuales están todas las productoras, tipo Duki, el Kun Agüero. El Pity todavía estaba en el pabellón psiquiátrico de Ezeiza entonces, como no estaba la posibilidad de hablar con él directamente, me di cuenta que su historia no hacía falta que él la contara, sino que se podía hacer un informe con la mirada de los otros. Me pareció bueno entender cómo un tipo que había definido una cultura en un momento del país había sido capaz de matar a sangre fría. En el formato de podcast narrativo está todo para construir en la Argentina.

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Diego Alonso: Cuando supe del proyecto, al haberlo conocido a Cristian en su mejor momento, sabiendo qué es lo que significa él, para una generación, para mí fue importante que Tomás me dijera: “Esto va a ir con mucho respeto”. Lo que había que tener primeramente era respeto por Pity, y por la víctima de hecho, Cristian Díaz.

—Más allá de la evidente vinculación policial, ¿por qué lo presentan como un caso?

G: Contar la historia de Pity es contar una época: él atravesó una época y la época lo atravesó a él. Hablar de él es hablar de la cultura y el negocio musical en la Argentina, el surgimiento de la cultura Stone, rolinga; es hablar de cómo llega el paco a los barrios del Sudoeste, es hablar de cómo vivía la clase trabajadora en los noventa; es hablar de violencia, portación de armas, salud mental. En su viaje tóxico químico, de experimentación con drogas, él mismo trataba de correr sus propios límites; era como un científico experimentando, un caso de estudio para él mismo: muchas veces se hacía llamar Doctor Álvarez.

Pablo Plotkin: Pity viene de un hogar de clase trabajadora, clase media deteriorada; es una historia de vaivenes económicos, no de una familia excluida del sistema, pero sí, que pelea un poco al compás del contexto del país.

—¿Cómo fue el proceso de búsqueda de testimonios?

P: Pity no quería participar de un podcast o de un producto periodístico que tuviera que ver con la causa que está atravesando. Entonces fuimos a buscar las fuentes de su historia: los que fueron con él al colegio secundario, los que tocaron en sus dos bandas, en Viejas Locas e Intoxicados en distintas etapas, y los mánagers. También, especialistas en salud mental y adicciones, el perito forense, periodistas de rock, abogados de las partes.

G: Nos hubiera gustado hablar con Pity, con su mamá, con su hija, pero entendíamos que es un momento ultra delicado. En la familia de Cristian Díaz [el hombre asesinado] primero dijeron que no iban a hablar y después cambiaron de opinión y hablaron: estaban cansados de cómo se hablaba de Cristian Díaz sin irles a preguntar a ellos. Fuimos muy estrictos con que toda la información estuviera chequeada.

—¿Qué retrato o retratos se configuran de Pity en este podcast? ¿Se establece una relación entre genialidad, enfermedad, locura, adicciones?

G: Hay muchos Pity. Fue una persona absolutamente empática que definió la cultura de una época. También está ese Pity de sangre fría. Siempre fue transparente, mostró sus demonios, mató a una persona y al día siguiente dijo: “Sí, lo maté yo”. A veces parecía arruinado, pero a la hora de negociar, lograba los mejores contratos.

G: No me gusta demasiado la idea de emparentar el genio al loco o el enfermo mental al vuelo artístico. Pity es único en cuanto al ingenio, al carisma, pero eso no está asociado a sus trastornos o a sus adicciones. No es que el uso de drogas o la enfermedad mental produce consecuentemente grandes canciones. De hecho, cuando Pity empeora, su arte empeora también.

—¿Qué dice este podcast sobre el consumo de drogas, a través de lo que relata con este caso?

P: Se habla de la adicción de Pity desde el primer capítulo Es el camino que llevó al Pity Álvarez a cometer ese homicidio y a tener esa década de delitos, incidentes, internaciones. Él vivió esto de manera frontal: cuando hace por primera vez pública su adicción a la pasta base, escribe una carta a sus fans en la que contaba los efectos que tenía en él el consumo de paco. Y recomendaba no seguir ese camino, obviamente.

A: El anuncio que hay al inicio de cada capítulo aporta sobre el tema del consumo problemático. Es un aviso que habría que pasar en todos los lugares, todo el tiempo. Los pibes caen sobre eso y no sobre otras cosas: hay que frenarlo. Cada uno puede ayudar un poquito a concientizar y a no invisibilizar el tema, para no hacer de cuenta que la gente se droga y está todo bien porque no, no es así. Si bien el CEDRONAR hace un trabajo maravilloso, eso solo no alcanza. Todos los medios audiovisuales, sonoros, tendrían que poner más énfasis en este tema, para salvar la población.

—¿Cómo trabajaron con el episodio de violencia de género que hay en la vida de Pity?

P: El episodio de violencia de género había quedó invisibilizado, frente al del asesinato. Nos podíamos haber hecho los boludos. Si no hubiéramos nombrado eso, probablemente nadie se hubiera quejado. Pero muy al principio decidimos que no nos íbamos a hacer los boludos con nada. El relato de este episodio está tomado de la causa judicial. Diego logra darle calidez al relato, que es muy jodido, violentísimo y también tiene momentos de mucha intimidad, porque Pity estaba en una habitación con dos chicas y nadie más. Diego logra narrar eso lejos del impacto o el amarillismo.

G: En la historia de Pity, hay un episodio de violencia de género y un asesinato; sin embargo, en la sociedad Pity sigue siendo ultra querido y eso tiene que ver con su transparencia. Pity es un personaje fascinante, que podés ver desde muchos lados, algunos contradictorios.

 

Cuestión de sonidos

Garófalo destaca el aporte de Diego Alonso como relator: “Diego conoce a Pity, caminó esas calles; no había que explicarle nada. Diego no se apura, da los espacios para que te imagines lo que estás escuchando; en esos silencios Mateo Corrá, el diseñador de sonido, construye el contexto: sentís el barrio de Samoré. No solo disfrutas la narración, sino también los silencios”.

El propio Alonso reflexiona sobre su voz y su rol actoral: “Desde mi costado actoral, tengo que hacer una interpretación, contar un cuento, que tiene que ser llevadero, ir llevando un in crescendo. Como toda pieza de periodismo, busca informar y al mismo tiempo, entretener. No deja de ser una historia que te están contando: te tiene que atrapar e interesar desde el primer momento hasta el último. Lo fundamental es la interpretación, y el color de la voz, cierta rasposidad es necesaria, también.

Plotkin destaca el trabajo de Mateo Corrá: “No teníamos la música original del Pity por no tener los derechos y la autorización para hacer este documental por parte de él, ni para el uso de su música. Por lo cual, es una historia más de atmósferas y de paisajes sonoros, que trabajó Mateo. Hay un clima un poco sombrío que recorre toda la serie, y al mismo tiempo, con una cosa rockera y bluesera”.

Y finalmente Alonso pone el foco en la creación musical del Pity, que, dentro de una de las entrevistas, Juanse, de los Ratones Paranoicos, compara y coloca a la altura de Charly García: “La música de Pity era maravillosa. Tuve la suerte de cruzarlo un par de veces allá por 2005 y 2007 en el aeropuerto. Charlamos de manera breve, porque cada uno tenía que tomar su avión. Y después nos cruzamos más adelante, como en 2013, y cantamos en un par de oportunidades juntos”.