Desde el lunes 8 de noviembre, Telefe ofrece una nueva temporada de MasterChef Celebrity. Bajo el conocido formato, personalidades famosas cocinan y se someten al juicio de tres expertos: Donato de Santis, Damián Betular y Germán Martitegui; todo conducido por Santiago del Moro. Este año Catherine Fulop se integra al desafío, pese a no haberse dedicado nunca al mundo de las ollas y las sartenes. Por eso ahora, contrató a personas que le dan clases en su casa, con las que viene entrenando: “Me están ayudando amigos que cocinan y una compatriota que es chef y tiene un restaurante venezolano. Hice un lemon pie, después una torta de zanahoria. Estuve desde las 5 de la tarde hasta casi las 10 de la noche metida en la cocina, parada. ¡Me duelen las rodillas, me duelen los pies! Luego todo lo que voy cocinando les regalo a las personas que trabajan en mi casa y a mi personal trainer. Lo regalo, porque, si nos comemos todo eso, ¡voy a salir rodando, ja ja ja!”. Con su fresca risa caribeña, la actriz, modelo y conductora así describe su vida cotidiana actualmente.
—¿Por qué aceptaste participar?
—Yo tenía mucho miedo porque es algo que no manejo, pero Santi, con quien trabajamos juntos en la radio, me decía “Tienes que participar. La gente se engancha y los que participan salen sabiendo un montón de cocina”. Pero yo toda mi vida trabajé y no tenía tiempo para estar cocinando; la gente que me ayudaba en casa me dejaba la comida hecha para la noche. Yo solo tenía que calentar en el microondas un pollito al horno. Y si queríamos comer algo rico, como yo digo, “vamos a un restaurante”. Pero dicen que hay que sobrepasar el miedo y que detrás de los miedos están los sueños. Hacer algo que no estás acostumbrado a hacer, una disciplina nueva, activa la cabeza y el alma.
—¿Por qué creés que hay numeroso público que sigue el programa?
—Es que va más allá de un programa de cocina. De por sí, la cocina es muy linda, porque tiene que ver con el amor, las emociones, la creatividad. Pero ellos te van a poner a prueba con algo que a lo mejor ni sabes. Es como una especie de tortura. El reto es sobrepasar ese desafío, que te lleva al límite. El participante reacciona ante esa presión. Creo que eso es lo que la gente va a ver. Algunos caemos en el intento o quedamos a mitad de camino o no somos resilientes. Cada participante va a dar lo que realmente es; ellos sacan lo mejor y lo peor de ti desde la cocina.
—¿Cómo combinás esta mirada sobre cuestiones internas, emocionales, con toda tu dedicación al cuidado y aspecto externo de tu cuerpo?
—A veces una dice “Coño, ¿por qué hace tantos ejercicios?, ¿para qué tanto?”. Éste es mi envase que contiene mi alma, mi espíritu, y si este envase está deteriorado, mi espíritu no se va a sentir bien. En realidad, yo lo hago para sentirme bien por dentro, porque, cuando yo termino de hacerlo, me siento fuerte, mi cuerpo responde a las exigencias, se me activan las endorfinas. Llevar una vida haciendo actividad física es también trabajar el interior. Tiene que ver con la voluntad, la constancia, una disciplina, con ordenarte. El día que no hago gimnasia, digo “Ay”, es como que me abandono. Pareciera que es “Porque ella quiere verse linda”; no, en realidad, quiero estar bien internamente.
—¿Cómo sentís que sos mirada y tratada por los medios?
—La vida a veces es tan difícil y te da tantos golpes. “No todo lo que brilla es oro”. A mí me tocó irme de mi país por decisión propia, alejarme de mi familia y hacer una nueva familia en un país diferente al mío, donde no tenía mamá ni hermano y donde sabía que entrar en una ficción era difícil; la única que hablaba distinto era yo. Sobrepasé todo eso y me siguieron llamando para novelas y comerciales como si yo fuera argentina. Y tuve unos suegros, dos seres espectaculares, que me cuidaron. Todos los días me tengo que levantar con una sonrisa y echando para adelante. Las personas que me conocen ven más allá del exterior. Trato siempre de hacer equipo, de llevarme bien con las personas, de ser respetuosa. La belleza más grande (está horrible que lo diga yo) tiene que ver con esto.
—Hiciste teatro meses atrás en el Regina, con Luis Agustoni; también sos conductora. ¿Qué facetas te gustan más y qué proyecto te gustaría si pudieras elegirlo?
—Hacer teatro me encanta, pero es tan sacrificado... Heisenberg fue espectacular, pero funcionaban cinco obras y las 110 restantes eran para el olvido. Es muy sacrificado estar jueves, viernes, sábado, domingos, levantarte de la mesa del almuerzo para ir al centro a hacer teatro. Si yo tuviera ahora un proyecto, me quedaría con MasterChef o un programa de conducción divertido, como fue Tardes bellas en Ciudad Magazine, una cosa súper relajada, donde hablar de todo un poco, de la vida, del espectáculo, y también un poquito de chismes.
—¿Qué te significó obtener la ciudadanía argentina en el inicio de este año?
—¿Viste cuando tú no necesitas un papel para decir “soy argentina”? Pero es fuerte cuando alguien, por ideología o porque tiene un pensamiento distinto, o porque sencillamente uno no es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, te dice “Andate a tu país; vos no sos de acá”: es un puñal en el corazón. Venezuela es el país que me vio nacer, pero mi hogar está acá. Es todo un proceso: no solamente te dan la ciudadanía, sino que tienes que hacer cambios en la AFIP, en el banco, pedir el pasaporte, cambiar la licencia. Era 93 millones, ¡ahora soy 19 millones! Es como si hubiera nacido acá, porque te dan el número que te corresponde de acuerdo a los años que tienes. Es emocionante.
—¿Qué opinás de quienes dicen a la hora de la política que la Argentina es igual a Venezuela o que está camino a serlo?
—Siento que somos diferentes acá, no siento que puedan ser iguales. Acá hay mucha gente que todavía lucha por la separación de los poderes, más allá de que se entremezclan y de que nuestras democracias son muy frágiles y tenemos que cuidarlas. Es importante que haya alternancias en los gobiernos, que pueda haber consensos, que haya variedad de pensamientos, que se pueda debatir, que no haya autoritarismo. En Venezuela un día dijeron “Vamos a cambiar la Constitución”, quitaron el Poder Legislativo, hicieron una mescolanza y hasta le cambiaron el nombre al país. Es como que de repente un tipo venga y te diga “Mira, ya no nos llamamos más Argentina, ahora somos Sanmartinianos de Argentina”. O sea, ahora yo no soy argentina, soy sanmartiniana. O que digan: “A la bandera le vamos a poner otro sol, porque ahora ganamos la Cuarta República, la Quinta República”. ¿Qué es eso? ¿Estamos todos locos? Argentina está lejos de ser Venezuela, siempre y cuando cuidemos esta democracia debilitada que tenemos y que tratemos de tener alternancia.
El vínculo de madre e hija
—¿Cómo vivís el éxito de tu hija Oriana? ¿Se reconocen como parte de una estirpe de mujeres fuertes?
—Me parece re-lindo que las mujeres de nuestra familia sean mujeres empoderadas: no solamente Oriana, Tiziana también tiene mucho carácter. No ha sido fácil criarlas, sobre todo en esta época donde ellas están tan expuestas, no solo porque vienen de una familia de gente toda conocida, sino por la exposición de los jóvenes en las redes sociales, porque eso implica criar a un hijo bajo la mirada de millones y millones. Oriana encontró un amor [Paulo Dybala] y también tiene el carácter de decir “sigo con mi carrera”, aunque ella sabe que él es un chico admirado, seguido por tantas fans. Tiziana ahora tiene su empresa, es diseñadora gráfica. Qué lindo tener dos hijas tan fuertes. Hay trabajo detrás, tanto de mamá como de papá: de los dos.
—¿Qué valor le das a la palabra feminismo?
—Es relevante y necesaria. A veces, somos malinterpretadas cuando decimos “yo soy feminista”. Soy feminista, pero valorando también el rol del hombre, porque hemos tenido muchos hombres que nos han valorado y han amado nuestra libertad y nos han ayudado a ser libres. La mujer durante muchos años ha sido discriminada y tratada como un ser inferior, y todo lo logrado ha sido con mucho esfuerzo. Aplaudo a todas las mujeres que han luchado por nuestra libertad. Si yo en algún momento luché por algún derecho nuestro, para mis hijas, que sea para las nietas y para los hijos y los nietos de mis hijas y todas mis generaciones de mujeres que vengan detrás de mí.