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Graciela Borges

Graciela Borges: “Lo único que unifica los tiempos es el talento”

Leyenda y pasión: la actriz cuenta en un podcast de Films&Arts toda su vida en el cine. Las anécdotas, los gigantes, y su marca a fuego en primera persona: nadie nunca como ella.

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Proyecto. En una propuesta distinta y poderosa, la diva decide contar pequeños instantes de su carrera. | GZA. FILMS & ARTS / GRACIELA BORGES

Le gusta experimentar y embarcarse en nuevas aventuras. Será por eso que a la gran diva del cine argentino desde el 5 de este mes se la puede escuchar en el podcast que grabó para Films&Arts: Graciela Borges: Mi vida en el cine. Este pequeño milagro puede ser descubierto desde varias plataformas digitales como Spotify, Google Podcast, Apple Podcast y Youtube. Con una vasta serie de episodios, ella en primera persona entrecruza sus recuerdos. Por ahora solo será su voz, pero es muy probable que desde junio suban imágenes y videos inéditos. 

Serán cuarenta capítulos donde aparecen importantes nombres nacionales, como Hugo del Carril, Mario Soffici, pero también internacionales como Paul Newman, Audrey Hepburn o Catherine Deneuve, entre muchos otros.

“Me pone nerviosa escucharme”, confesará con esa dicción inconfundible. En este diálogo recordó a muchas colegas femeninas, como Bárbara Mujica, María Vaner o Alicia Bruzzo, siempre con admiración y afecto. Elige no citar a nadie para mal. A quienes la hirieron les entrega el silencio, tal vez como una forma de olvido. 

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—¿Cómo fue la selección y organización de estos capítulos?

—Me llamó Patricio Orozco y me dijo que había estado pensando con la gente del canal Films&Arts (Marcelo Lezama, productor general) para que hiciera algo. Siempre me gustó mucho aquel programa Desde el Actors Studio conducido por James Lipton. Además, claro, de las películas que pasan. Me propuso realizar un documental sobre mis trabajos en el cine. Esto fue en tiempos de cuarentena, del año pasado. Primero propuse diez, pero quisieron más y llegamos a estos cuarenta. También me propusieron hacer un libro.

—¿Lo harás?

—No me cierra mucho. Pensé en publicar todas las fotos con gente que me ha impresionado y que he conocido, de la que tengo recuerdos fantásticos y otros menos… para poder escribir sobre ellos. Eso me gustaría. Pero no me entusiasma contar mi vida como “nací tal día…”.

—Podrías trasladar tu experiencia en el cine o tu relación con la cámara para los que recién empiezan.

—Cuando viajo y me encuentro con los estudiantes de cine siento que se quedan muy contentos con mi conversación. Creo en realidad que se podría hacer un libro con un compendio de todo. Mi primera película fue a los 14 años… no era actriz, solo alguien que intentaba hacer algo. Fue con Hugo del Carril, gran director, encantador, pero yo me veía horrorosa, mientras que Gilda Lousek estaba divina, fue la protagonista de Una cita con la vida. Con Torre Nilsson filmé Fin de fiesta junto a Lautaro Murúa. Tenía 17 años y ahí descubrí la emoción del cine. Primero fui otra. Me habían puesto el pelo rubio, con onditas a la manera de esos años. Interpretaba a la nieta de Braceras, caudillo de Avellaneda. Recuerdo que me dijo: “voy a poner la cámara acá, abrí la puerta, cerrala y olvidate de mí, mandame toda la soledad de este sitio”. Él me enseñó a amar la cámara, a regodearme y tener presente el cuerpo. Es importante que el actor esté relajado. Algunos creen que hay que recitar el texto. Para mí actuar es no actuar. Saber que sos este personaje, qué piensa y conocer sus zonas oscuras. Una vez que soy, ya no me importa nada. El director puede agregar lo que quiera, ya soy esa protagonista. 

—Contás tu experiencia de niña en un colegio de monjas: ¿sufriste como hija de separados?

—Mis padres se separaron cuando yo tenía un año. No sufrí por la religión, ni por las monjas irlandesas. Sufrí por mí misma. Siempre fueron amables conmigo, estaban angustiadas porque no hablaba. Mi voz era muy ronca y eso era una burla constante. Tuve una niñez bastante sola, no habían nacido mis hermanos. No estuvo bien. Pero a los siete años me mandaron a una clase de declamación con Clotilde Milano. Allí empecé a sentir que me comunicaba mejor a través de las palabras de los otros. A los cuatro años, una amiga de mi padre me enseñó las letras y eso me sostuvo el alma. Desde muy chiquita me inicié en la lectura y me hizo muy bien. Siempre sentí que los libros abren caminos, algunos no están en los mapas. 

—Filmaste con grandes directores y también con generaciones más jóvenes. ¿Cuáles son las diferencias?

—Lo único que unifica los tiempos es el talento. Cuando filmé mi segunda película, Zafra con Lucas Demare vi que ponía la cámara al ras del piso. Ahora los jóvenes hacen lo mismo. Una sabe cuándo hay alguien creativo, más allá de la edad. Vi Caja negra de Luis Ortega y quise filmar con él. Sabía que iba aprender mucho. No hay nadie más moderno que Leonardo Favio y no es de los últimos. Me llamaba a las dos de la mañana y me decía. “Tenés que ver una película: Picado fin de Esteban Sapir” y me la mandaba. Miraba a los jóvenes y a los grandes. El talento ocupa su lugar natural. 

—Cuando grababas estos capítulos: ¿a quién le contabas estas historias?

—A nadie y a todos, con mi corazón en marcha. Fue Soledad (Lareo) quien me grababa. A veces me decían que explicara más. Fue entretenido y muy creativo. Me gustó mucho, mucho hacerlo.

—¿Te mirás en las películas?

—A veces miro Pobre mariposa de Raúl de la Torre, La ciénaga de Lucrecia Martel, El dependiente de Favio, o Un tal Funes de Raúl de la Torre y me acuerdo cómo me gustó tocar el piano. Me costó despegarme de ese papel, había ido a estudiar piano para doblarlo. Fui muy feliz interpretando esa música.

—Viviste la censura con la película “Kindergarten”: ¿qué recuerdo te dejó? 

—Siempre el problema está en la mirada. Me enseñó que podía ser una guerrera para defender lo que quiero. En ese momento tenía que ir a España para filmar Los jinetes del Alba con Victoria Abril y debí pedir permiso para salir del país. Tuve que ir a la comisaría y poner los dedos. Al joven policía que lo hizo se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo: “¡Justo a usted señora!”. Kindergarten ganó festivales y si hoy la vemos es una tontería. Lo más grave es que le quitaron al director, Jorge Polaco, el idealismo de hacer las películas que quería hacer. Tenía un universo diferente, se lo cortaron y se murió de tristeza.

—¿Nuestro cine está traspasado por la censura?

—Sí, por eso hay que seguir luchando, para ser individualista, para contar lo que queremos. No obligamos a nadie a ir al cine, a ver lo que hacemos. Intentamos realizar lo mejor posible, a veces sin esperar resultados. Cuesta mucho una película, mucha sangre y cansancio. Cuando filmé con Pablo Trapero (La quietud) estábamos hasta las seis de la mañana trabajando. Si teníamos que estar parados muchas horas lo hacíamos. Se cree que es simple hacer cine, que estás con un motor home, pero no es así. Hace frío o te tenés que tirar de un tercer piso y trabajás con tuberculosis. Es muy fuerte.

 

Los días recientes

En el 2019 fue Mara Ordaz, esa diva inolvidable en la película El cuento de las comadrejas, versión de Juan José Campanella de Los muchachos de antes no usaban arsénico. Compartió escenas con Luis Brandoni, Oscar Martínez, Marcos Mundstock y Nicolás Francella. Se la asocia inmediatamente con el cine, pero Borges aclara: “Empecé en el teatro. Me llamaron para hacer El bosque petrificado de Sherwood, con dirección de Marcelo Lavalle. La protagonista era María Vaner. Varios años después hice Cartas de amor, junto a Rodolfo Bebán. Lo último para el escenario fue un espectáculo de multimedia titulado Alquimia, junto a la cantante Adriana Barcia, donde decía poemas y relataba cuentos. Desde el 2016 hicimos giras por muchas ciudades. Me gustaría trabajar con Claudio Tolcachir, de quien soy muy amiga. Pero no quiero hacer todos los días lo mismo. Hago lo que me hace feliz”. 

Es una mujer que nunca deja de sorprender. Sigue en radio Nacional (AM 870) con su programa Una mujer, los martes y miércoles desde las 23 hasta las 0. Es quizás nuestra Sherezade. Su manera de contar cada anécdota, cada historia hace que nadie quiera dejar de escucharla. Anticipa: “Me llamaron para grabar una ficción para Disney, con dirección de Ana Katz. Se llamará Sesiones. Hago una especie de Oprah Winfrey. Estuve grabando junto a Carla Peterson y Paula Grinszpan, también estarán China Suárez, Benjamín Vicuña, Fernán Mirás y Julieta Cardinali. Lo pasé muy bien porque era una entrevistadora, un personaje muy frívolo y sensacionalista”, finaliza riéndose.