ESPECTACULOS
VERA SPINETTA

“Los mundos de mis padres y el mío no estaban separados”

La menor del clan del Flaco sigue su sendero artístico: después del cine y la literatura, llega Terso, un paseo musical sentido y digno de su linaje familiar. Habla sobre crecer en aquel hogar creativo, sus hijos y sus ganas de seguir creando.

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Huellas. En su disco, Vera Spinetta genera un grupo de canciones aterciopeladas que definen su identidad musical, más allá de su linaje familiar. | GZA. Sofia Malamute

Vera Spinetta estaba en plena promoción del primer disco de su carrera cuando llegó Azul, su segundo hijo. Obviamente tuvo que detener por un tiempo esa rutina, muy necesaria para difundir un trabajo que le llevó dos años de preparación y cuyos resultados son encomiables: arropada por un delicado entorno electrónico, la voz de la hija del Flaco Luis Alberto Spinetta captura, suena dulce y sugerente. El álbum se llama Terso, y ese nombre es realmente acertado: sus siete canciones tienen la suavidad y la calidez del terciopelo. Y revelan una faceta más de una artista multipropósito que ya ha publicado un libro de poemas (Eclosión, editado por Planeta de Libros) y cosechado merecidos elogios por su papel protagónico en Soledad, la película de Agustina Macri inspirada en Amor y anarquía, biografía novelada de Martín Caparrós de María Soledad Rosas, una joven de Barrio Norte que en los 90 viajó a Italia, se enamoró de un militante y se hizo anarquista antes de tener un final trágico.

“Las letras del disco reflejan una obsesión que tengo desde hace unos años y que también marcó los poemas del libro: un juego entre la luz y la oscuridad que me interesa mucho -explica Vera, de 28 años- Pienso en todo lo que llevamos adentro, que muchas veces es contradictorio o primero juega de una manera y después puede jugar de otra. También hay una canción dedicada a mi papá y otra a mi hijo Azul”.

Terso fue elaborado en un largo proceso que arrancó en 2018. Las canciones fueron compuestas por Vera con piano o guitarra y después transformadas sonoramente por las ideas de producción de Guido Moretti y Pablo Damián Burszty, socios esenciales del proyecto.

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“Los tres formamos un equipo de trabajo. Y los arreglos pasaron a ser parte de la composición, porque éste es un disco en el que esos arreglos y las texturas sonoras son claves. Usamos sintetizadores y se armaron beats de acuerdo a las armonías que fueron apareciendo -detalla la artista- Fue un proceso muy poco analógico. Yo no tengo un vínculo tan estrecho con la tecnología, pero Guido y Pablo sí, así que aprendí mucho en los dos años de trabajo alrededor de estos temas. La tecnología me abrió un mundo de posibilidades enorme que para mí era totalmente desconocido hasta ese momento. El único tema que tiene un origen diferente es el primero, Incesante, que tuvo como punto de partida un loop de Pablo. Guido hizo el beat y yo me puse a cantar sobre esa base”.

En el ADN sonoro de Vera (la inspiradora del título de un precioso disco de su padre, Pelusón of Milk) está presente la gran tradición familiar, claro. Y también el jazz, la música brasileña y la clásica. Esos gustos no necesariamente aparecen en Terso de una manera evidente, pero son parte del mapa musical por el que más le gusta transitar cuando pone música en su casa. “Es lo que escucho en mi vida cotidiana, y seguramente algo se filtra de una u otra manera -sostiene ella- También me gustan artistas nuevos como Solange y James Blake, gente que fusiona géneros con una impronta muy personal. Y después están los que escucho hace años: Bjork, Radiohead, Stevie Wonder, Charly García...”.

Uno de los próximos desafíos relacionados con el primer disco de la menor de los hijos de Luis Alberto Spinetta y Patricia Salazar (el resto son Dante, Catarina y Valentino) será la presentación oficial, que deberá planificarse teniendo en cuenta las restricciones que rigen para los espectáculos en vivo en esta época de pandemia. “Hay que esperar para ver cómo evoluciona eso, pero lo que sí ya tengo en la cabeza es la idea de que todo lo que suene en el disco esté tocado en vivo, aun cuando sea con máquinas -señala Vera- Quizás podamos sumar cuerdas para expandir un poco más el sonido... Y me imagino un juego muy especial con las luces. Pienso en texturas y colores que sean más importantes que una imagen nítida de los que estamos arriba del escenario, incluso. Que el movimiento pase más por ahí que por nuestros propios desplazamientos en escena”.

Pero ahora mismo la atención de Vera está centrada, lógicamente, en su vida familiar: la crianza de Eloísa (de 6 años) y el recién llegado Azul (fruto de su relación con el joven músico mendocino Juan Saieg) insume un tiempo importante que obliga a organizarse muy bien para no perder de vista sus proyectos artísticos. “Mi receta es no excluir a los niños de mis planes- dice- Hay cosas de las que están necesariamente excluidos porque no es conveniente que tengan cierto tipo de información. Pero a mí no me molestó en absoluto que Eloísa estuviera conmigo mientras trabajaba en la composición de las canciones de este disco. Mis padres me criaron así, no eran mundos separados el mío y el de ellos. Eloísa se la pasa cantando y tocando el piano. También dibuja y pinta. Quiero decir: ella se integra perfectamente a un entorno creativo. Ya estamos acostumbradas a esa dinámica y la disfrutamos”.

En ese contexto familiar donde los consumos culturales tienen un lugar de privilegio, Vera no solo se aboca a la música. También tiene un interés manifiesto por el cine y la literatura: “La verdad es que me está costando bastante ver cine moderno, estoy en un momento en el que me seduce más lo clásico: Fellini, Godard, Tarkovski... -confiesa- No es una pose snob, sino lo que más captura mi atención ahora. Y en mi lista de escritores favoritos están Rilke (antes que nadie), Walt Whitman y Alejandra Pizarnik. También me gusta mucho la literatura japonesa”.

Finalmente, todos esos estímulos le son útiles a la hora de delinear su propia identidad artística: “Son importantes como inspiración -afirma- cada cual en su disciplina. Pero también algo que leés o una imagen de una película pueden filtrarse en una canción. A mí me gusta ir moviéndome de un espacio a otro, pero de a poco, porque me cuesta hacer todo al mismo tiempo. El disco tuvo que esperar por el libro, por ejemplo. Y ahora yo espero la reactivación de la industria audiovisual para terminar una serie que ya está empezada, así que veremos cómo organizo eso en relación a la presentación del disco. Le presto atención a cada cosa que hago, pero no pienso darle exclusividad a ninguna. La vida y las propuestas que vayan apareciendo me irán marcando el camino”. 

 

SUS ROLES EN PANTALLA

Vera Spinetta todavía recuerda la sensación que tuvo cuando se enteró que había sido elegida para interpretar el papel principal de Soledad, la película de Agustina Macri estrenada en 2018. Era su primer protagónico en cine y ella tenía miedo de no estar preparada: “Era una responsabilidad muy grande y yo temía no contar con las herramientas necesarias para afrontarla, pensaba que el vértigo me podía paralizar e impedirme disfrutar del juego, que en la actuación es muy importante”. Pero las cosas salieron bien: la película fue bien recibida por la crítica y ganó el premio principal de la tercera edición del Festival de Cine de Barcelona. La actuación de Vera fue muy valorada y le abrió las puertas a otros trabajos. “Fue muy lindo tener la oportunidad de poder interpretar a un personaje tan conmovedor -analiza ahora- Para mí fue un sueño cumplido. Fue importante a nivel profesional y también desde el punto de vista de la realización personal. Quedé muy contenta con mi trabajo y con la película. Crecí como actriz y como persona”.  

Consustanciada con estos tiempos de mujeres que alzan la voz para reclamar por sus derechos, Vera ha acompañado también las movilizaciones en favor de la legalización del aborto y vive con intensidad este nuevo auge del feminismo: “Creo que antes de todo esto me enfrentaba muy seguido con cosas que me incomodaban y que no percibía con claridad o bien dejaba pasar. Había una especie de velo que no me permitía ver, digamos. Bueno, ese velo se corrió y hoy puedo notar que las cosas de verdad están cambiando. Los esfuerzos de muchísimas mujeres están dando frutos. Está buenísimo para mí poder criar a Eloísa en esta época. Le puedo enseñar cosas que a mí no me enseñaron porque el mundo era diferente. Yo ya tengo toda la información necesaria como para exigir respeto, poner límites y transmitirles todo eso a mis hijos. Ahora viene el desafío de criar a un niño que va a ser feminista”.