Tiene el talento para convencer a los espectadores de todo: sexy, asesina, vecina de barrio, alta sociedad, chilena, pastora evangélica y ahora ex bailarina de tango. Es Mercedes Morán, quien integra un trío indestructible junto a Darío Grandinetti y Jorge Marrale en la película Empieza el baile, ya en los cines. Los acompañan en pequeños papeles: Pastora Vega, Agostina Pozzi, Lautaro Zera, Marcelo Xicarts y Carolina Sobisch, entre otros.
Escrita y dirigida por Marina Seresesky, argentina radicada hace varios años en España, esta ficción viene precedida por varios premios en la última edición del Festival de Málaga: la Biznaga de Plata, que entrega el público al Mejor Film y el galardón al Mejor Actor de Reparto que quedó en manos de Marrale.
—¿Por qué decidiste componer a esta protagonista?
—Me gustó porque no se parecía a ningún otro personaje que hubiera hecho antes. Pertenece a un universo que no conocía y me daban ganas de curiosear. Tenía algunas referentes tangueras como Tita Merello. Siempre me imaginé que en esa época no debería haber sido sencillo, para estas mujeres, entrar en el mundo de los hombres, como era el tango. Pensé que debían haber construido algún personaje, de hacerse las mujeres fuertes para disimular sus fragilidades. Todo esto me resultaba atractivo. Se sumó a las ganas de volver a trabajar con los chicos (Marrale y Grandinetti).
—Aquí como en Las Rojas filmaste fuera de la ciudad de Buenos Aires…
—Se grabó una parte aquí, otra en Rosario y mayoritariamente en Mendoza. Más allá de lo que se ve en la pantalla, para nosotros es muy interesante poder estar en otros lugares. Al equipo se integran otras personas del mismo lugar, tanto técnicos como actores. Es importante compartir experiencias y salir un poco de la burbuja de Buenos Aires, tanto llegar a las provincias como a otros países. Hacer cine es una experiencia universal, aunque no compartamos idiomas o idiosincrasias.
—¿Cómo definirías a esta película?
—Pertenece al género de la amistad. Todos tenemos el recuerdo de algunas de ellas, como las de las separaciones. Me pareció original, además la mirada de la directora por su propia experiencia de vida le aportaba una distancia interesante. Habla de los temas que preocupan a las personas mayores como la cercanía de la muerte y lo hace sin solemnidad, con honestidad. Fue volver a ejercer un humor que ya no se usa más, que pertenece a ese universo, a esa gente. Nada está subrayado, ni el melodrama, ni la nostalgia. Me pareció un acierto que no fuera un tango pesado sino más bien de Piazzolla.
—La directora dijo que no hay películas para la gente grande: ¿también le pasa a los intérpretes con sus papeles?
—A mí no me está pasando, pero no siento que soy la norma. Están empezando a dirigir más mujeres y no es casual. Es algo que necesitan contar las guionistas y las dramaturgas, que es más abarcativo que las edades. Tengo la suerte de ser convocada. Me parece que tengo un mérito, aunque no suene humilde, es que a mí me gusta hacer personajes de mujeres mayores, más allá de lo que pide la industria, que por lo general no está en la búsqueda de estos papeles. Las actrices a veces condenadas nos llenamos de algunas mañas y algunos pudores de ser fotografiadas. Encontré mucho alivio y descanso en hacer estos protagónicos. En mis tres últimas películas - incluyendo Empieza el baile- interpreto a mujeres mucho mayor a mi edad. Lo que me permite despreocuparme de ser joven o apetecible. Me parece un ejercicio fantástico como actriz y como persona. Ya que este trabajo me da la oportunidad de irme adelantándome a cómo se puede vivir y mirar dentro de unos cinco o diez años.
"Es importante compartir experiencias y salir un poco de esta burbuja"
— Empieza el baile refleja la soledad de los artistas que fueron casi olvidados. ¿Cómo enfrentás esa posibilidad?
—Quien elige alguna de estas profesiones artísticas sabe que no tiene garantizada ni la jubilación, ni nada. Es el riesgo que se corre y hay que sostenerlo. La vida no es generosa para con todos. Hay gente que termina como decía Tennessee Williams: “dependiendo de la amabilidad de los extraños”. De alguna manera nosotros siempre estamos dependiendo del amor de los otros y en la búsqueda de ese cariño y esa aceptación, para que no se nos olvide.
—¿Y la locura?
—Creo que no sólo se puede dar en los actores, a cualquiera le puede pasar de sufrir excesos de negación, porque la realidad no se aguanta. No me considero una artista, veo gente que se autodenomina así y me asombra. Hay una sensibilidad que tienen algunas personas que los puede llevar a esos bordes. La locura, la muerte, el desamor o la soledad son instancias a las que todos tememos, tengamos la profesión y la edad que tengamos. Personalmente trabajo con mi neurosis y tengo años de terapia. Me interesa saber por qué me pasa lo que me pasa. No tengo tendencia a responsabilizar a otros o al afuera. Siempre trato de ver qué parte mía no colaboró para que me pasara lo bueno o lo malo.
—¿Hoy a qué le tenés miedo?
—A las consecuencias que tengamos que aceptar y vivir por el desastre ecológico que hay en el planeta. Ya empezamos a pagar tanto daño, por privilegiar al mercado y a los intereses económicos por sobre la vida de la gente. Creo que toda crisis es una oportunidad de cambio interesante y ojalá estemos a la altura de las circunstancias. Ese miedo al futuro ya está aquí y lo tenemos que ver. El cambio climático está en haber talado bosques y adulterado el sistema.
"Desde Shakespeare hasta ahora el poder nunca fue Disneylandia"
—¿Qué balance hacés de la segunda temporada de la serie El Reino?
—Estamos muy felices. La serie estuvo primera en Argentina y en España, la compraron desde más de treinta países. Para mí fue muy divertido hacerla. Mi personaje me pareció fantástico, oscuro y siniestro. Trabajar con esos directores, Piñeyro y Cohan, más ese elenco fue un lujo. Te ayuda muchísimo el rubro de arte con sus locaciones, para hacerte creer que sos de ahí. Filmamos en la Casa Rosada, al tener que hacer de primera dama y poder salir al balcón de verdad… ¡tenés que ser muy mala para no creértelo! Estábamos agradecidísimos de poder hacerlo ahí. Fuimos muy curiosos y mirábamos todo. Para mí el Congreso no es ajeno, ya que trabajé casi tres años en la biblioteca de ahí, pero nunca antes había podido recorrer la Casa de Gobierno.
—¿La oscuridad del poder parece muy universal?
—Y si…desde Shakespeare hasta ahora el poder nunca fue Disneylandia. Es una ficción pero como muchas veces pasa, algo de lo que sucede en el mundo se refleja. Los extremismos, los fundamentalismos o los mesianismos son realidades actuales.
Las canas, la abuela y el teatro
Mercedes Morán ya terminó de filmar Elena sabe, sobre la novela de Claudia Piñeiro, con dirección de Anahí Berneri y Norma coescrita por ella junto a Santiago Giralt, quien la dirigió. Además, viajará a Brasil para encarnar otra ficción. Estas tres películas la llevaron a tener que abandonar a sus queridas canas. Confiesa: “Pude sostenerlas unos cuantos años, a veces tuve que usar pelucas, ya que no todos los personajes aceptaban ese color de pelo”
Es madre de tres hijas y orgullosamente abuela, cuando se le pregunta por la educación afirma: “Creo que cuando una asume la responsabilidad de educar a alguien busca inculcar valores, que cree importantes y son iguales para hombres y mujeres. Voy a ser abuela por cuarta vez, mi hija menor, Manuela (27) espera su primer hijo y me tiene súper feliz. Me recicla, me divierte y disfruto esta relación, hago lo que quiero con ellos. Le doy todos los gustos. Me divierto mucho”.
La última vez que se la vio en el escenario fue poco antes de la pandemia interpretando Teoría King Kong en el Cervantes. Anticipa: “Hace bastante que no hago teatro. No paré de hacer cine y ahora quiero volver. En junio terminaré de filmar, luego me tomaré unos meses y buscaré material. Tengo ganas de hacer una comedia, quiero escuchar la risa de la gente en la platea. Busco proporcionar alegría, porque yo también la necesito”. Confiesa que dejó su actividad en Twitter. “Ahora uso más Instagram y no tengo Tik Tok. No me quiero quedar afuera de nada, en lo posible, pero tampoco quiero estar adentro de todo”.