ESPECTACULOS
Mon Laferte

“El arte es un bien esencial”

La cantante lanza a través de la canción Que se sepa nuestro amor las primeras pistas sobre su nuevo disco. Habla sobre la situación actual en Chile, los problemas de su exposición y la diversidad en la música.

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Amor. La chilena planea un disco cuya alma sean los sonidos del norte en México y celebra su crianza atípica. | gza. universal

Mon Laferte presentó su nuevo single, Que se sepa nuestro amor, donde vuelve junto al cantante mexicano Alejandro Fernández al género que amaba de niña: “Estoy como con un romance ahora con las rancheras. Pero es algo que siempre estuvo presente en mí”. Aquella infancia, humilde, en Chile fue el comienzo de una vida que implicó una migración a México, y desde ahí, el suceso en Chile y México, y luego todo el continente hasta ganar en los Grammy latinos de 2019, donde también protestó con un semidesnudo en la alfombra roja por la situación de abusos policiales que se daba en Chile. Y la cantante y compositora, que hizo pop y metal, que era moza y ahora es la voz latina por excelencia, cuenta: “Desde la infancia en Chile siempre se ha escuchado música ranchera, yo veía películas con mi abuela los domingos en la televisión abierta y ahí cantaban. La ranchera estaba muy presente. Pero debo decir que yo me acerqué mucho más cuando llegué a México y conocí la música de Chavela Vargas y por Chavela conocí a Jose Alfredo Jiménez, y me enamoré de esa poesía popular, de ese poder que tiene la música mexicana de contar historia. Su síntesis: en tres minutos una historia, los corridos del norte, contar de una forma muy sencilla y muy poética”. El single es el anticipo de un álbum y la puesta, otra vez, en circulación de una artista que ama a Chavela Vargas, que ha peleado por los derechos humanos en Chile y que hoy, desde México, habla con PERFIL. Sobre el mismo, la cantante sostiene: “Esta canción es más festiva, una canción que celebra al amor. Y hay otras que son más profundas, que son para escuchar tomando algo.”

—¿Qué dice sobre vos hoy la ranchera y por qué elegirla como el próximo paso en tu variada carrera?

—Para cantar la ranchera hay que sentirla realmente. No podés ponerte el vestuario, y salir a disfrazarte, y tocar así como así. Para eso, para cantarla, en mí aparecen mis experiencias de vida. El estar muy conectada con mi yo interior en el confinamiento ayudó. Sobre todo después de estar tanto para afuera. Siento que los últimos años estuve muy para afuera, perdí estímulo externo y la gira, y el afuera, perdí la complicidad con mi arte, con la guitarra, con horas de estar sentada tocando en el día con el café, en las noches con el vino o con el mezcal. Hoy me siento más preparada y con ganas de contar estas historias.  

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—Sos una persona que ha mostrado su compromiso político en más de una ocasión, en tu protesta, en los lugares donde te pones. Sos alguien que fue suceso pop y ahora sos un éxito de otra forma. Después de todo eso ¿qué te enamora hoy del arte?

—No sé ver la vida de otra manera. Mi familia me inculcó esto. Mi madre más que nada. Para cualquier punto de vista tradicional ella sería un desastre, pero para mí no lo era. Era la hora de la comida y no importaba. No nos sentábamos en la mesa. Comíamos en la cama mientras pintábamos o hacíamos cualquier cosa. Siempre aprendí a expresarme a través del arte. Pintar, cantar, lo que sea. No conozco otra manera de hacer que no sea ésta. Soy pasional, muy intensa emocionalmente, cuando estoy feliz soy una expresión de color, y cuando estoy oscura puedo ser muy pesada para mi entorno.

—¿Cómo puede ayudar el arte hoy considerando estos días, esta incertidumbre? ¿Qué pasa cuando a eso le sumas la incertidumbre política en casi todo el planeta?

—El arte es un reflejo de la sociedad. Lo que me pasaba hace algún tiempo atrás es que me sentía en un vacío porque la música, al menos a niveles más masivos, la música se estaba volviendo demasiado consumista, muy capitalista. Mirar cómo sumas millones de reproducciones, y mirar cómo los artistas que representan a esta generación muestran marcas, y muestran que tienen un chingo de lana. Y veo cómo la gente más joven sigue estas tendencias. Hay una tendencia de mirar hacia afuera, de comparar. Demasiada ostentación. Y siento que vino esta pandemia, que es algo muy malo, y que nos hizo mirar para adentro. El arte tiene que apoderarse de esa sensación, de más reflexión. Eso no quiere decir que no la vamos a pasar bien. No necesitas millones de reproducciones, de la marca. No se necesita tanto para vivir.

—¿Cómo vivís el momento de Chile a una semana del plebiscito para reformar la Constitución y con permanentes y comprobables denuncias a la violencia policial en las calles?

—No vivo en Chile desde hace mucho. El último febrero toqué en el Festival de Viña. Mi sensación hoy es muy positiva. A pesar de que han sucedido cosas lamentables últimamente, como la represión reciente. Yo nací durante la dictadura, vi toda la campaña del No para que tuviéramos un país en democracia y ahora me toca ver cómo llegamos a una conversación donde tenemos la posibilidad de votar como personas libres, de ver si queremos seguir con una Constitución que fue escrita durante la dictadura. Sería ilógico que no se cambie. Pienso en mi sobrino, si llego a tener un hijo o hija, y me gustaría volver a un país mejor.

—Desde tu podcast hasta el hecho de subir cincuenta mujeres al escenario de Viña del Mar en su última edición, y a eso se suman muchas otras cosas donde buscas siempre la diversidad y mostrar lo que se ha ignorado ¿dónde crees que va a derivar esa reivindicación después de este momento?

—No lo sé, Me gustaría creer que siempre la gente tiene una disposición a escuchar. A desaprender, porque también nos equivocamos. La música no es tan importante, al menos tanto como para cerrar espacios a otras voces. No tiene sentido. Está para bailar, para llorar. Hay que abrir para todos. Me encantaría soñar con que todos escuchen todo.

—Algo que dejó en claro la pandemia es la precariedad laboral de los artistas, de la música y de otras artes ¿qué pensás al respecto?

—La verdad es que, por lo menos en Chile, todo el tiempo que viví allí y me dedicaba a la música, siempre se vive al día, con suerte a la semana. Siempre me preguntaban a qué me dedicaba, y decía cantante, y me repreguntaban, como esperando otra respuesta. Es mi trabajo. Eso ha ido cambiando, pero ha sido muy complejo para la gente que está en la música toda esta situación: el staff, todo el equipo. Somos los últimos que vamos a retomar el trabajo. Las artes deberían considerarse algo esencial. Primero la educación. Pero son las bases, debería ser básico. 

 

LA POESÍA DE CADA DÍA

—¿Qué arte te acompañó en estos tiempos?

—La poesía. Me metí en un mood de vivir como es la poesía, desde levantarme y que cada acto sea un acto poético, y desde ahí empezar a crear una pintura, una poesía, una canción.

—¿Cuál dirías fue tu primer chispazo musical?

—Lo que a mí me pasó es que me di cuenta que cantaba bonito. Y la gente me trataba mejor solo por eso. Siendo súper honesta. Me salía bien. Estoy siendo honesta. El primer día de clase me escucharon cantar, y medio que era “ya no tiene que estudiar”. Me gustaba un chico y me escuchaba cantar y ya quería ser mi novio. Al cantar bien tengo muchas bendiciones. Yo vengo de un barrio humilde donde la vida era muy difícil. Sé que mi voz es un privilegio. Si no, no sé, mi vida sería muy diferente. Cantar bonito me abrió muchas puertas. Cuando recibí una guitarra, porque gané un concurso de canto, y empecé a ver artistas como Shakira, y me empezó a interesar ese otro mundo, el de contar historias.

—¿Qué historias te gusta contar hoy?

—Quiero contar historias simples. Creo que ahí está la belleza. Soy una mujer de barrio. Me siento identificada con el pueblo, con la gente. Yo vivo en un pueblito en México. Quiero contar historias simples, de una manera muy sencilla. Creo que ahí está la belleza. Alguna vez busqué cosas más complicadas, construcciones armónicas muy complejas. Hoy quiero hacer lo más fácil, lo más accesible posible.