ESPECTACULOS
Verano 2011

Paquito D' Rivera volvió a encantar la noche de Punta

El cubano lanzó el Festival Internacional de Jazz y presentó su último libro.Fotogalería.

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| Pablo Javier Blanco - Perfil.com

Lejos del desfile de celebrities de la TV, las fiestas VIP y la movida cool playera que la caracterizan, anoche Punta del Este volvió a palpitar un nuevo lanzamiento del Festival Internacional de Jazz de la ciudad, un clásico que ya lleva quince ediciones, y tiene lugar en la mágica finca El Sosiego, del empresario Francisco Yobino, creador del dulce de leche Lapataia, pero sobre todas las cosas amante del jazz como pocos.

Cuando el sol se escondía detrás de las montañas, un simpático señor cubano tomó el micrófono y dio rienda suelta a la música. No fue otro que el mismísimo Paquito D' Rivera, alma mater musical del festival y ganador de nueve premios Grammy con su saxofón, clarinete y estilo ecléctico.

Los primeros en subir al escenario fueron María Volonté y Kevin Carrel Footer que presentaron su último trabajo, Nueve vidas. Ya se hacía de noche cuando la voz gruesa de Volonté se mezclaba con los finos acordes de Carrel Footer en una combinación perfecta que tocaba la fibra emotiva de los espectadores que empezaban a llenar el auditorio al aire libre.

Memorias de Paquito. Luego llegó un momento único según lo vivido por algunos de los que visitan el festival hace años: Paquito D' Rivera presentó su último libro Ser o no ser, ¡Esa es la jodienda! Paisajes y retratos (ediciones Unverisal). Junto a los perioditas Esteban Peicovich (columnista de Perfil.com) -quien apenas tomó el micrófono y bromeando sobre sus 82 años dijo: “Cuando sea grande quiero ser Paquito D' Rivera”- y el uruguayo Eduardo Roland, la música paso a un segundo plano "literario" para recordar los 55 años de trayectoria de Paco.

Vamos a ser breves, porque cuando un cubano agarra el micrófono no lo suelta por 50 años”, afirmó Paquito, irónico, en un tiro por elevación a Fidel Castro bajo cuyo gobierno se exilió. Las memorias de D'Rivera reúnen anécdotas de sus viajes por el mundo desde que comenzó a soplar el pito de su saxofón cuando era un niño en La Habana hasta el día de hoy.

Ser o no ser... es la tercera obra del saxofonista, que cuenta en su haber con el mágnifico título Mi vida saxual (2000) y la novela ¡Oh, La Habana (2004). "Yo viajo mucho en aviones y en el aire escribo, cuando me di cuenta tenía 300 páginas hechas y el resto fue pulir detalles", explicó sobre la génesis de sus memorias. En ellas, se mete en la piel de un cronista de viajes que pinta paisajes y retratos autobiográficos, como la vez que se encontró a Dizzie Gillespie, de incógnito en La Habana, disfrazado como Sherlock Holmes, o las bromas que generaba el primer estuche de su saxo, hecho por una casa funeraria cubana, al que sus compañeros apodaban "el sarcofaguito".

Showtime. Cuando la noche era total, llegó el tiempo del show principal. Paquito soltó el micrófono, tomó su instrumento y empezó la música. Con Pablo Aslan en el contrabajo, Abel Rogantini en piano, Pipi Piazzolla -nieto del mítico Astor- en batería, Walther Castro en bandoneón, y Diego Urcola en trompeta, el quinteto del cubano encantó con su fusión de tango y jazz volcado en su último trabajo discográfico "Live at jazz at Lincoln Center".

Ante un auditorio repleto que soportó muy bien el frío clima esteño, la música no cesó un minuto. Hasta las vacas de los tambos mujieron al ritmo que Paquito y su banda le imprimió a la noche. De fondo, los chivitos uruguayos y la cerveza corrían como maridaje perfecto de una velada singular.

"Todos estos temas, recuerden, están en nuestro último CD que ustedes van a comprar luego", chistó D'Rivera, que terminó "cansado pero feliz", según confió a Perfil.com al bajar del escenario. "Salió lindo, pero el festival va in crescendo, con los días se pone mejor y mejor", agregó Francisco Yobino, organizador y cerebro del evento que año a año reúne a destacadas figuras del género. El show promete seguir deleitando.