Se inició el nuevo ciclo de Teatro por la Identidad, que cumple siete años de vida. Las Abuelas de Plaza de Mayo junto a un gran número de artistas propusieron esta manera para buscar a los 400 nietos que faltan, ya encontraron 88 desde el primer ciclo, en 2001, sin olvidar la ayuda prestada por la novela Montecristo , durante el año pasado.
Las funciones son gratuitas y se realizan sólo los lunes en los distintos teatros adheridos: Chacarerean Teatre, Manzana de las Luces, Del Pueblo, De la Comedia, IFT, Metropolitan, Payró, Tadrón y The Cavern. Los organizadores subrayaron que se hizo sin el aporte del actual Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Marilú Marini fue una de las primeras figuras en llegar al hall del teatro Metropolitan para apoyar esta nueva emisión. Fue su segunda participación, aunque no con la intensidad que ella hubiera querido. Hasta septiembre estará en el Teatro Presidente Alvear junto al actor y director Alfredo Arias presentando Incrustaciones, de la autora francesa Chantal Thomas. Pero no quiso estar ausente y junto a Enrique Pinti, Arturo Bonín, China Zorrilla, Virginia Innocenti, Julieta Díaz, Dalma Maradona y tantos otros intérpretes subieron al escenario para leer un texto. Buscó rendirle homenaje al humor de Quino y a su genial Mafalda.
—¿Por qué quiso estar presente en Teatro por la Identidad?
—Me interesa la manera en que las Abuelas de Plaza de Mayo buscan a sus nietos, lo hacen desde el amor, sin odio ni resentimientos. Salen a encontrarse con los suyos y les dan la libertad de sumar una nueva familia. Me parece de una gran generosidad.
—¿Cuál fue la recepción de este ciclo en Francia?
—Se presentó gracias a la traductora Françoise Thanas, ella tradujo a muchos dramaturgos argentinos (Ricardo Monti, Griselda Gambaro, Eduardo Pavlovsky, entre otros) y trasladó el ciclo a París, pero en ese momento nosotros (con Alfredo Arias) estábamos haciendo una gira. Sé que tuvo muy buena repercusión, allí es muy conocida y admirada la tarea de las Abuelas de Plaza de Mayo.
—¿Después de “Incrustaciones” vuelve a París?
—Está previsto que ensayemos para poder estrenar en octubre Divino amore con Alfredo Arias, Sandra Guida y Alejandra Radano, en francés. El espectáculo es producto de una gran investigación de Alfredo y trata sobre una compañía que interpretaba melodramas religiosos en Roma, muy cerca del Vaticano, durante los años 70.
—¿Notó cambios en esta ciudad, desde diciembre hasta ahora?
—Me parece palpar un cambio en Buenos Aires. Hay tanta potencia y creatividad en la gente de la cultura que sorprende. Siento que estamos en un proceso de pasar a una etapa más adulta. Creo que hay que responsabilizarse y tenerse más confianza, creer en la posibilidad creativa y buscar soluciones. Tiene que haber una política cultural, porque éste es un bien que da identidad y fuerza a la gente, para ser más productiva en todas las áreas. Una persona que se reconoce en un espectáculo será un ciudadano más adulto y eficaz.
—¿Hay algún deseo inconfesado para realizar sobre un escenario?
—Me gustaría hacer Los gigantes de la montaña, de Luigi Pirandello, porque habla del teatro. Es una compañía que desde su decadencia sigue llevando la palabra del poeta. Tiene cierta semejanza a Music Hall, de Lagarce. Desde hace muchos tiempo que imagino este proyecto, pero debe ser en una sala oficial, porque exige un elenco numeroso y necesidades escénicas. Me encantaría trabajar con colegas argentinos. Tienen una calidad de energía y profundidad para meterse en las situaciones, que me recuerdan a los intérpretes ingleses.
Quién soy y adónde voy
La notable actriz argentina se sumó al ciclo de Teatro por la Identidad, que cumple siete años. Elogia a las Abuelas de Plaza de Mayo y los actores argentinos le recuerdan a los británicos, por su energía y profundidad.
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