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SEINFELD

Este domingo, regresa la comedia que cambió todo

Warner Channel comienza a las 11.50 con un maratón dell show ideado por Jerry Seinfeld y Larry David, que alteró para siempre el humor televisivo. David Mandel, guionista de la sitcom y showrunner de la premiada Veep, recuerda aquellos días.

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Clásico. El show de Jerry, Elaine, George y Kramer es venerado como el perfecto cruce entre la sitcom y una comedia moderna. David Mandel (arriba) fue parte del equipo de ese programa. | gza. warner / hbo / mopop

"Yo era un chico judío que se sentaba en bares de Nueva York y hablaba pavadas. Y aunque ellos eran distintos, esta gente era lo más parecido a la gente real, a mi gente real que yo había visto en una TV”. El que habla en exclusiva con PERFIL y desde Los Angeles es David Mandel, leyenda, y con creces, de la comedia norteamericana que fue unos de los guionistas de las últimas tres temporadas de Seinfeld, la famosa sitcom de los años 90 que cambió todo. Y habla, claro, de cuando siendo un estudiante en Nueva York (después sería guionista de Saturday Night Live) vio a Jerry, Elaine, George y Kramer en pantalla, discutiendo hace treinta años de una forma que la TV nunca había visto. 

El regreso de Seinfeld a la TV, aunque sea por un maratón en Warner Channel, desde este domingo 14 de junio a las 11.50, es la perfecta excusa para repensar sin usar el latiguillo “el show que no hablaba de nada”. Y ayuda bastante que Mandel, de paso, no solo escribió episodios como “The Bizarro Jerry”, el de la abstinencia, el episodio contado al revés y el día de Puerto Rico, sino que su vida profesional lo convirtió en showrunner o parte creativa de series multipremiadas como Curb Your Enthusiasm (con Larry David, el cocreador de Seinfeld), junto a la actriz Julia Louis-Dreyfus, la famosa serie de HBO Veep. 

Mandel recuerda, a la hora de rememorar el “writing room” (tal como se define a los espacios donde se escriben los shows) de Seinfeld, que lo más gracioso es que “ni había un ‘writing room’. Generalmente las sitcoms se generan en una habitación, con gente turnándose para escribir. Como Jerry Seinfeld y Larry David, los creadores y responsables, no conocían ese sistema, trabajaban más como lo hacían en aquel entonces en el drama, pitcheando ideas y después se armaba cada episodio entre todos (o una sola persona). Era un ‘anti-writing room’”. 

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—¿Qué creés que “Seinfeld” representa hoy considerando el hito que fue y el lugar en el que se encuentra la televisión en este momento?

—Cuando me pongo a ver el panorama de lo que hay en la TV, de toooodo lo que hay en la TV, y hablo de lo que veo cuando pienso en comedia, sea en shows, películas y en la comedia apareciendo en otro tipo de género, veo rastros que conducen a Seinfeld, a un nivel de inteligencia que nunca había existido así, que nunca se había condensado de esa forma. Fue un sacudón, una alteración radical a lo que podía representar la comedia. Aun estando filmada en el formato más tradicional, la sitcom de muchas cámaras, a medida que el show fue avanzando generó lo que hoy vemos en muchas comedias. Sobre todo a medida que aparecieron más locaciones, más ideas para determinado tipo de episodios y así. Mucho del ADN de la comedia actual puede ubicarse en Seinfeld.

—“Seinfeld”, al menos para una generación (o dos), y sobre todo fuera de Estados Unidos, nos mostró a nivel mainstream el stand-up. ¿Creés que así como definió la comedia moderna también concentró muchas vertientes del humor en Estados Unidos?

—Nunca lo había pensado así. Pero puede que haya algo de eso. Aunque es algo más fácil de reconocer desde afuera. Por ejemplo, en algunas repeticiones aquí en Estados Unidos se cortan los momentos de stand-up de Jerry Seinfeld de las primeras temporadas. Por supuesto que acá el stand-up es una tradición, una enorme y gigante, tanto así que ni se me ocurrió pensar que fuera algo no tan popular en otros países. Pero aunque la comedia del show estaba conectada con el stand-up, con ese modo. Jerry y Larry David, los dos creadores, venían de ese mundo y tenían ese cerebro y pensaban de esa forma, aunque no creo que quisieran hacer algo así conscientemente. 

—¿Creés que “Seinfeld” generó una visión y discusión sobre lo cotidiano que realmente se popularizó como nunca gracias al show?

—Creo que antes de Seinfeld era la situación lo que definía al show, a la trama de la comedia. Siempre eran situaciones locas que alteraban la lógica del show (que implicaba, claro, esa disrupción para después volver a la normalidad). Hubo shows que ocasionalmente hicieron antes lo que hizo Seinfeld, seguro. Pero Seinfeld plantó la bandera en el humor generado a partir de grandes historias que nacen de eventos pequeños y mundanos de la vida cotidiana. Se pueden encontrar grandes historias en gente esperando en un restaurante, en gente buscando estacionar, y eso puede ser más grande que la típica pelea de sitcom que se da cuando dos personas no se deciden sobre quién va a sacar la basura y se pelean. 

—¿Cómo fue entrar a ese mundo cuando ya era un éxito y cuando la fórmula ya estaba establecida?

—No sé si logré llevar algo al show, sino que cuando entré sabía que podía hablar en el mismo lenguaje del show. Podías dividirnos en dos grupos, el grupo de los guionistas que pudo ver el show, que pudo entender cómo funcionaba y su éxito, y aquellos que comenzaron en él. Trajimos nuestro fanatismo al show. Y ahí aparecían preguntas como ¿qué pasaría si una persona realmente quisiera ser amiga, de una forma honesta, de Elaine? 

—¿Te animás a hablar un poco de hacia dónde va la comedia después de este momento en Estados Unidos y en el mundo?

—Es un momento extraño, y Estados Unidos se las arregló para generar su versión más extraña de este momento. Si hubiéramos hecho una temporada más de Veep (N. de la R.: el show terminó en 2019) la tendríamos que haber tirado a la basura. Creo que no queda mucho espacio ahora para reírse con Selina Meyer, la presidenta incompetente que interpretaba Julia Louis-Dreyfus, considerando que Donald Trump ignoró advertencias sobre la pandemia y más. Nos pasaba que en el show buscábamos llevar a nuestro gobierno ficcional a lugares torpes, bobos, donde la avaricia y la soberbia generaban comedia, y todos los días la administración de Trump nos superaba en ese sentido.

—¿Qué historia de los Estados Unidos creés que la comedia ha logrado contar?

—Es fascinante entender que la comedia se puede convertir en eso. Entiendo la perspectiva desde otro país. En mi trabajo en Veep, haciendo sesiones con trabajadores de otros lugares, me decían que no existían shows que se burlaran así del gobierno en otros países del mundo. Creo que la comedia es una herramienta muy poderosa (teniendo en cuenta que no todas las comedias buscan lo mismo) cuando tiene un blanco. Seinfeld, por ejemplo, no parecía tenerlo, al menos no comparado con Veep o con Saturday Night Live en determinados sketches. La comedia es una forma eficiente y brutal de establecer un punto. Y creo que eso es lo genial del género. 

 

Un hombre que amaba el pop

—Tenés una conexión muy particular con la cultura pop conocida como geek, relacionada con el fanatismo de superhéroes, series, films y otros objetos de esa índole, y también con la comedia. ¿Por qué creés que son dos formas culturales que han crecido como nunca? 

—Eso, lo pop y la comedia, es algo que comparto con muchos escritores de comedia de la actualidad. Y que no comparto con muchos otros. Pero me preocupa que… ¿cómo decirlo?, que la referencia pop en sí misma se ha convertido en el remate, en el mero chiste. Que no sea tan fácil. Digo, amo Star Wars, pero hacer la misma broma que ya hicieron veinte personas o usar una referencia a Star Wars para decir algo mil veces dicho puede ser una muletilla. Puede ser algo que se ahorra el trabajo de realmente producir un chiste. 

—¿Cómo viviste tu momento en “Saturday Night Live” y cómo definirías su importancia en la comedia?

—Entré ahí al final de la era de Dana Carvey, Phil Hartman y ese grupo, y justo comenzaba Adam Sandler, David Spade y los demás. Creo que cada generación de norteamericanos tiene su Saturday Night Live. Quiero decir, así como tenés tu James Bond, tenés tu Saturday Night Live. A mí me tocó un año de elecciones como primer año en el show, y estaba Dana Carvey haciendo de Ross Perot. Salís de SNL siendo casi un productor, quiero decir, escribís, pero sos un miniproductor y director. Tres años de SNL parecen 21 años trabajando en otro lado. Cuando salí de ahí sabía cómo editar, cómo hablarle a un actor. Eso es lo que más recuerdo, ese entrenamiento.