ESPECTACULOS

Ricardo Fort: secretos de un ídolo obsceno

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| CEDOC

Ricardo Fort pide dos pechugas de pollo con una ensalada de arvejas y las come a paladas, casi sin masticar. El tosco y repetitivo movimiento de su tenedor, del plato a la boca, se prolonga durante minutos hasta que se detiene de golpe por la interrupción de una chica que le acerca un sobre. Fort parece atragantarse: “Ya sé lo que es. Te agradezco, pero no me interesa”. La joven ilusionada osa insistir, pide que Fort, el millonario, el hombre que todo podría comprar, considere su propuesta. Pero recibe a cambio una mirada de desprecio que le hace agachar la cabeza, tomar el sobre y retirarse, justo cuando los brazos de Fort comienzan a retomar su rutina mecánica para vaciar el plato y saciar su voracidad.

Ricardo Fort parece acostumbrado a que todos, todo el tiempo, le quieran sacar tajada. Él lo sabe y si le es útil, lo consiente. Pero si no, descarta cosas y personas con la velocidad con la que las cadenas de comidas rápidas tiran una hamburguesa no vendida. La chica creyó que Fort era de los ricos que piensan en su futuro; entonces, aprovechó para ofrecerle una lujosa parcela en un jardín de paz. No pudo equivocarse más: al nuevo ídolo instantáneo –que en 40 días invadió la televisión y se consagró en las arenas mediáticas de Marcelo Tinelli– sólo le importa el presente. Ni pasado ni futuro.

“Lo único que existe es el hoy. Del pasado se podrá aprender, pero no podés vivir en él. El Ricardo del pasado ya no existe. No tengo fotos de cuando era joven, porque las voy tirando. Me mudo y las tiro”, sostiene el nuevo fenómeno mediático, que sólo tiene las fotos del presente, en su popular Facebook.

Nada viejo. “El síndrome de Peter Pan es un miedo a crecer, al paso del tiempo. Guardar y ver fotos viejas, nos da noción del paso del tiempo. Su ausencia te vuelve estático”, describe la psicóloga Beatriz Goldberg.

Más información en la nueva edición de la Revista Noticias.

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