Susana es una mezcla encantadora de glamour, ángel y autenticidad que hicieron de ella la diva máxima de la Argentina y una mujer, con todas las letras, “inimputable”. A ella todo se le perdona, desde hablar de un dinosaurio vivo a no saber absolutamente nada del entrevistado que tiene sentado en su sillón, mientras lee las preguntas que le prepara la producción.
Ella es la número uno y, con sus 60 y pico, aún no hay nadie que ni siquiera se anime a hacerle sombra. Susana es única. Como ella, no hubo, no hay y no habrá dos. Pero últimamente, Susana está distinta. Está enojada. O más aún, está harta. Y se le nota.
Cansada de la inoperancia oficial, Susana baja línea desde su programa, quizás para ver si así, alguien la escucha de una vez por todas. "En la Argentina ya no se puede vivir y el Gobierno no hace nada", dispara desde su sillón blanco junto a Mamá Cora. Al fin y al cabo, si hay una figura a la que la opinión pública argentina sigue a pie de juntilla, esa no es otra que Susana.
La nota completa, en la última edición de la revista Semanario.