Cuando la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE) realice la entrega de premios 2019, en la categoría de revelación masculina, competirán cuatro actores: Agustín Iannone (Hair), Nicolás Cúcaro (Hair y De eso no se canta), Ramiro Méndez Roy (Hombres y ratones), y el cuarto nominado es Iñaqui Aldao. Este joven que acaba de cumplir 20 años y que nació en la provincia de Mendoza y pasó la mayor parte de su vida en Buenos Aires estudiando teatro y música, hoy es el protagonista de El curioso incidente del perro a medianoche. Se trata de la obra de Mark Haddon y Simon Stephens que va en versión y dirección de Carla Calabrese, en el Teatro Maipo de jueves a domingo. En el elenco, comparte los primeros roles con Melania Lenoir, Pablo Alarcón y Adriana Aizemberg. Pero la tarea de Aldao es proporcionalmente mucho más exigida, pues encara a Christopher, un adolescente presuntamente con síndrome de Asperger (una de las formas del espectro autista), durante más de dos horas de función, lo que le demanda un estado de tensión física permanente. Ya ha hecho más de cien funciones y advierte su propia transformación: “El personaje es muy demandante porque está todo el tiempo arriba del escenario. Al principio, vivía todo muy marcado por la adrenalina. Cuando me bajaba del escenario, me derrumbaba de cansancio, terminaba en cama todas las semanas. Después aprendí a regular las energías y la voz y a estar más consciente de mi actuación en cada función”.
—¿Cómo recibís esta nominación a los ACE?
—Me lo contó Agus Iannone; somos amigos, tenemos un grupo en común y me dijo: “Che, estamos nominados al ACE revelación”. Me enteré así, por un mensaje de Agus, sin ningún papel dorado. Es lindo que con mi amigo –los dos arrancamos igual estudiando teatro musical, haciendo obras amateurs y ahora estamos haciendo obras muy copadas– estemos atravesando esto juntos.
—¿Cómo te preparás para entrar y para salir del personaje?
—Concentrarme en el personaje me pone nervioso, me altera. Sí, caliento la voz y el cuerpo. Hago ejercicios de fonoaudiología y elongo todo el cuerpo porque es un personaje muy físico, por lo que no puedo entrar frío al escenario. Desde lo emocional, no me convierto en Christopher hasta no cruzar la puerta del escenario: está disponible y puedo sacarlo para afuera repentinamente. Es mi forma de lidiar con todo. Luego, al terminar, digo: “Aquí nos separamos”, puedo decir: “Listo, ya está”.
—¿Qué sentís cuando cada día ingresás a semejante teatro como es el Maipo?
—No me termina de caer la ficha de lo que me está pasando. Cuando estoy por salir a escena, al Maipo, teatro emblemático donde vi tantas obras, y está la sala llena, si lo veo de afuera, me abruma todo. Pero adentro me siento como en una casa, donde me cuidan y tratan bien, a mí y a todos. Ahora nos quedan ocho semanas; se trata de vivir este momento, ponerle un lindo moño, con posibilidades de que vuelva. Las energías están en que, después de unas lindas vacaciones, vamos a volver porque el público nos está acompañando, pero por ahora, no hay nada escrito.
Antes y despues
Antes: “Desde chico siempre me apasionó la música y tuve en claro que quería hacer esto. Estudié desde los 12 años. Mis padres no son artistas, pero son de ir al teatro, a musicales, cine, exposiciones. Vivo con mi mamá y es la que día a día me ha llevado a las clases, y mi papá, que vive en San Rafael, también me re-banca. Mi familia siempre me acompañó. Estudié teatro, canto, baile. En teatro musical, pasé por Athropos, un lugar en San Isidro; después por Hay elenco y Amalgama, dos escuelas. En esas escuelas, hacíamos muestras amateurs, pero con un buen nivel, que me dieron herramientas. También estudié con [Roberto] Peloni y Marcos Rauch”.
Ahora: “El curioso… viene a abrir la cabeza y los corazones de la gente y los corazones a las personas, al conocer a alguien que en la vida diaria lo catalogarían como distinto, como raro, como autista dicho de una manera cruel. Todos somos distintos, y acaso el que pensamos que es disfuncional, es más funcional que todos nosotros. Es una obra muy cruda, que muestra que no hay buenos o malos”.
Después: “Cuando termine El curioso…, no le cierro la puerta a nada. Me gusta hacer cine, televisión, teatro y teatro musical. Estoy re-abierto a todas las posibilidades. Me entusiasma abrir un abanico; ojalá se den las oportunidades”.