En un contexto donde las propuestas de cambio para la escuela secundaria nos invitan a soñar con un aprendizaje mucho más basado en proyectos que en contenidos, que buscan promover la colaboración y el protagonismo de los estudiantes en la construcción del conocimiento, debemos preguntarnos qué tipo liderazgo educativo necesitamos promover dentro de la escuelas y en el sistema educativo para que realmente logremos enseñar con un nuevo paradigma educativo.
Habitualmente, cuando pensamos en un líder, nuestras referencias suelen ser personas que, por poseer ciertos atributos individuales que los distinguen, logran tener cierta influencia y poder sobre otros. En el ámbito educativo, mucho se ha escrito sobre el liderazgo que pueden tener los roles de dirección y coordinación en una escuela, y sobre el liderazgo de un docente dentro del aula; aquel que logra motivar a sus estudiantes hacia el aprendizaje, utilizando todos los recursos didácticos posibles. Estos modelos de liderazgo, sin embargo, suelen hacer pocas referencias a la capacidad que tienen estos líderes para construir colectivamente con otras personas, poniendo el acento sólo en las propias capacidades individuales para sumar seguidores a sus objetivos.
En un paradigma educativo donde los estudiantes aprenden por proyectos, que se abordan interdisciplinariamente y se planifican por áreas disciplinares, se vuelve preponderante la capacidad que tienen los individuos dentro de una comunidad educativa para construir colectivamente espacios para que los estudiantes sean los protagonistas en la construcción del conocimiento. En la medida en que se vuelve indispensable que los docentes planifiquen y colaboren conjuntamente, es necesario que éstos tengan las capacidades y creencias que hagan esto posible. Primero, resulta fundamental la capacidad de escucha y de consenso entre las diferentes visiones e perspectivas que surjan. Segundo, la capacidad para el trabajo en equipo y la colaboración; es imposible construir colectivamente sin que la voluntad de cada persona esté al servicio de una visión compartida. Tercero, la habilidad para comunicar asertivamente las propias ideas con el objetivo de enriquecer una visión colectiva. Por último, el sentido de urgencia y el compromiso con el logro de aprendizajes significativos para los estudiantes, en un contexto donde ya sabemos que las trayectorias educativas de miles de estudiantes en Argentina están en riesgo.
Como en cualquier profesión, no es obvio que los líderes del ámbito educativo tengan desarrolladas estas habilidades y creencias que favorecen el trabajo colaborativo. Por el contrario, será fundamental que las nuevas propuestas pedagógicas estén acompañadas de instancias de formación y reflexión que apunten al desarrollo de estas habilidades en los docentes, coordinadores y directivos, para que estos realmente promuevan el liderazgo colectivo. Si queremos que los estudiantes aprendan por proyectos y construyan conjuntamente el conocimiento, será fundamental que los adultos dentro de cada institución educativa puedan modelar entre sí que la colaboración y la construcción colectiva son posibles.
(*) Director Ejecutivo de Enseñá Por Argentina, fundación que promueve el trabajo colaborativo entre docentes y jóvenes graduados universitarios en los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
