Hay iglesias milenarias pero que no responden al Vaticano sino al Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Armenia. El Papa Francisco de todos modos llegará para tender puentes entre ambas iglesias.
El pueblo sin nombre. Las personas que viven allí hace varias generaciones saben a qué tierra pertenecen pero no a qué país. Están al sur del Cáucaso. Hablan armenio, tienen pasaporte armenio, usan la moneda armenia, se sienten identificados con la cuestión armenia y comparten sus luchas (como el reconocimiento del genocidio perpetrado por los Otomanos contra los armenios a principios del siglo 20), tienen los mismos enemigos que los armenios, reciben financiación y armas de Armenia, parte del servicio militar de los jóvenes armenios se desarrolla ahí, son “la tierra prometida” de los armenios de la diáspora y hasta el actual presidente armenio Serzh Sargsián antes fue presidente del Nagorno Karabagh.
Sin embargo, la gente de allí no reclama ser parte de Armenia. Son los habitantes de los que se denomina Artsaj, un nombre antiguo de Armenia para la zona, es la autoproclamada República Independiente del Nagorno Karabagh (RNK).
El nombre está compuesto por una palabra de origen turco y persa que significa "jardín negro", mientras que "Nagorno" es una palabra rusa que significa "montaña". El conflicto también es una mezcla de influencias turcas y rusas.
Ningún Estado del mundo, ni siquiera Armenia, los reconoce. Si se los busca en el mapa se los encontrará dentro de los límites de Azerbaiyán, país del que ocupan el 21% de su territorio total y con el que están en guerra permanente desde hace 28 años a pesar del cese de hostilidades declarado en 1994. Esta última semana una fuerte escalada de violencia que habría comenzado con una invasión por parte de Azerbaiyán hizo temer que de “estado de guerra” se pase oficialmente a una nueva guerra.
El país de la niebla. Para llegar al Nagorno Karabagh, la única manera de hacerlo es a través de Armenia. Desde Ereván, se emprende un viaje en subida interminable, la ruta que lleva a Stepanakert, su capital, da cuenta de ello: gran parte del camino transcurre bordeando los picos de las montañas, la mayoría del año nevados, las nubes suelen quedar por debajo, al pisar lo que en el GPS ya se marca dentro de los límites azeríes aparece una cabina de migraciones en donde no se sella el pasaporte pero se entrega una ficha que debe ser firmada en “la cancillería” en el centro de Stepanakert... desde ese momento en adelante se entra en una nebulosa real y política.
Azerbaiyán, que desde luego no reconoce al Nagorno, afirma que las tierras están invadidas por Armenia. En off, los armenios reconocen que la idea de una República independiente es ideal para “tercerizar” el conflicto con los azeríes y no entrar en guerra directamente. “Se da una cooperación pero no un reconocimiento” afirman voceros oficiales. En definitiva creen que es más probable recuperar las tierras del Nagorno para Armenia apelando al principio de autodeterminación de un pueblo que solicite la sedición que saliendo Armenia a reconquistarlas por la vía militar. Los argumentos: la historia y las guerras ganadas.
Raíces sovieticas. El origen del conflicto viene desde la formación de la URSS, cuando Stalin diseñó el mapa bajo el principio de “divide y reinarás” ubicó algunos pueblos autónomos de composiciones étnicas similares bajo la jurisdicción de países distintos. Mientras la URSS se mantuvo estable, si bien hubo tensiones, nada estalló pero con la caída del Muro de Berlín y la disolución del sistema soviético comenzaron los problemas.
Karabagh se convirtió en parte del imperio ruso en el siglo 19. Durante la lucha, en la que más de un millón huyeron de sus hogares, la población de etnia azerí - alrededor del 25% del total antes de la guerra – huyó de Karabagh y Armenia, mientras que los armenios étnicos huyeron del resto de Azerbaiyán. Ninguno de los grupos de la población ha sido capaz de volver a casa desde el final de la guerra.
El Nagorno Karabagh votó en referéndum primero pertenecer a Armenia y luego autonomizarse tanto de Armenia como de Azerbaiyán. Nadie aceptó esas votaciones y se desató en 1988 un conflicto bélico que dejó más de 35 mil muertos y que se extendió hasta 1994 cuando se firmó un cese de hostilidades que se incumpliría una y otra vez hasta estos días. Lo curioso es que la comunidad internacional nunca haya reconocido al Nagorno a pesar de haber ganado esa guerra (tras varias victorias militares se quedó con el control del territorio). Los armenios afirman que eso se debe al “lobby turco”. Los azeríes, en cambio, sostienen que la comunidad internacional sabe que detrás del Nagorno está Armenia actuando estratégicamente que y por eso no se pronuncia con contundencia.
Ambas partes han tenido los soldados muertos en las violaciones esporádicas del alto el fuego. Sólo en la última semana se violó 127 veces.
Hubo un último referéndum en Diciembre de 2006 pero fue declarado ilegítimo por Azerbaiyán, en esa votación se aprobó una nueva constitución para el Nagorno. No obstante, existen desde entonces señales de vida en el proceso de paz, con encuentros ocasionales entre los presidentes de Armenia y Azerbaiyán. Un progreso significativo fue reportado en las conversaciones entre los líderes entre mayo y noviembre de 2009 pero el progreso se estancó, y desde entonces se han reanudado las violaciónes del alto el fuego.
No hay fuerzas para la paz. La presencia de fuerzas de paz de Naciones Unidas es nula y el único espacio de diálogo es el del Grupo de Minsk, en el que además de Armenia y Azerbaiyan participan la Union Europea y la Federación Rusa.
Rusia juega en el conflicto un rol pendular. Por un lado es el principal mediador entre ambos pero por el otro le proporciona armas a los dos bandos. Su cercanía con Armenia, de todos modos, es mayor en la medida en que la tensión geopolítica con Turquia crece. Es que el gobierno de Erdogan es el principal socio y sponsor de Azerbaiyan y la cercanía entre ambos países es histórica no sólo por motivos étnicos: ambos niegan el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano sobre la población armenia en la segunda década del siglo XX.
Estados Unidos también se ofreció como mediador, de hecho los presidentes de Armenia y Azerbaijan estaban reunidos con Kerry cuando estallo la nueva escalada de violencia. Pero su interés también está vinculado con algunas mineras que operan en Nagorno extrayendo minerales como oro y zinc y que no le tributan a ningún Estado oficial: es decir hay cierta conveniencia en seguir operando en un “no-Estado”.
Sirve de excusa.La disputa por la región sigue siendo un imán para los gobiernos nacionalistas de Armenia y Azerbaiyán que tienen de vez en cuando a mano la "carta de Karabagh" para conseguir apoyo y desviar la atención de las preocupaciones más domésticas.
Está claro que el gobierno de Armenia ayuda a apuntalar a los separatistas en Nagorn Karabagh y no está claro si algunos de los soldados armenios muertos en los últimos enfrentamientos eran milicias separatistas o las tropas reales de Armenia.
Debido a un auge del petróleo en la última década, Azerbaiyán fue capaz de aumentar su poder militar con gastos que se han multiplicado por veinte entre 2004 y 2014. Hace dos años, el presidente Ilham Aliyev se jactó de que solo presupuesto militar de su país es superior a todo el presupuesto armenio. El último año bajaron los ingresos por petróleo y sin embargo subieron los gastos militares.
Ambas partes se acusan mutuamente de provocar la violencia de este fin de semana y tienen pocos incentivos para retractarse de sus posiciones adversas. El resultado es un ojo por ojo interminable.
"El liderazgo de Armenia vive y muere por su capacidad para mantenerse en el territorio y por lo tanto tiene un claro interés en mantener el status quo" escribe Kevork Oskanian, un investigador de la Universidad de Birmingham. "El gobierno de Azerbaiyán debe desviar la atención ante la reciente caída de los precios del petróleo que afectó a la economía duramente" concluye.
Thomas de Waal, un veterano analista del Cáucaso, sugiere que el gobierno de Aliyev tenía más por ganar que perder con la reanudación de las hostilidades. “Hubo una ruptura accidental de la cesación del fuego, iniciado por ambos lados, que le permitió a los azeríes escalar rápido en violencia " de Waal escribió. Además opina que "Azerbaiyán decidió tratar de poner en marcha una pequeña operación militar para tratar de cambiar los hechos sobre el terreno , inclinar la situación más a su favor y recuperar las tierras perdidas, de hecho capturó algunas pequeñas piezas de territorio en los últimos días"
"Una nueva escalada de la acción militar podría llevar a consecuencias impredecibles e irreversibles, hasta una guerra a gran escala", dijo el presidente de Armenia, Serzh Sarksyan en una reunión con embajadores extranjeros en la capital Ereván el lunes. Además denunció que tropas azeríes están “cometiendo crímenes de guerra” en alusión al caso de una pareja de ancianos que habrían sido sorprendidos en su vivienda cercana a la frontera norte entre los beligerantes, asesinados a quemarropa y luego mutilados por soldados azeries.
La sombra de la geopolítica. La rivalidad entre Armenia y Azerbaiyán, invariablemente, tiene ecos más amplios. Armenia, una nación de mayoría cristiana, ha crecido en los últimos años más cerca de Rusia, mientras que Azerbaiyán, cuya población es de mayoría musulmana turca, ha recibido un fuerte respaldo de la vecina Turquía.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan dijo el lunes: "el fuego de matanzas de Armenia en Karabagh sigue ardiendo en nuestros corazones",en referencia a la muerte de 12 soldados azerbaiyanos. "Karabagh seguramente será devuelto a su legítimo propietario, Azerbaiyán, un día" cerró.
Las relaciones entre Turquía y Armenia están comprensiblemente heladas en gran medida debido a la continua renuencia de Turquía a reconocer las matanzas y deportaciones de armenios étnicos que tuvieron lugar hace más de un siglo, el primer genocidio que antecedió al holocausto judío. Los lazos se complican aún más por los propios lazos de Rusia a Armenia, de hecho hecho la frontera entre Turquia y Armenia está controlada por militares rusos y no por el ejército armenio.
Moscú y Ankara han estado en crisis desde la intervención de Rusia en el conflicto sirio el año pasado, una medida que tuvo un impacto desastroso en la política turca. No es de extrañar que la animosidad turco-rusa sea la sombra de otro conflicto en sus respectivos patios traseros un espacio que además es una ruta de tránsito vital del petróleo y el gas a Europa.
Rusia debe definir si sigue jugando una especie de doble juego en la región, dejando convivir la venta de armamentos a Armenia y Azerbaiyán al mismo tiempo y tratando de empujar a través de diversos acuerdos de paz fallidos.
"Moscú está más estrechamente ligado a este conflicto que los otros actores externos y parece perseguir sus propios intereses estratégicos" escribe Magdalena Grono del Grupo Internacional de Crisis. "Es probable que utilice su influencia para mejorar su propia posición en la región" suma Grono.
Rusia, dada su influencia, tuvo y tiene una responsabilidad clave para evitar una espiral mortal de la violencia aun peor. El Vaticano poco puede hacer geopolíticamente, sin embargo, la decisión del Papa Francisco de visitar este lugar del mapa es un llamado de atención a la comunidad internacional.
(*) Especial para Perfil.com.