La negociación birregional Mercosur-Unión Europea (UE) está tomando otro color. La llave que abrió el impulso del tan buscado Acuerdo de Asociación encontró en la 49ª Cumbre de Presidentes del Mercosur del 21 de diciembre de 2015 su razón de ser. Allí el Presidente Macri abogó por la reactivación del Acuerdo de Libre Comercio con la UE además del amplio interés en la Alianza del Pacífico. La Cumbre significó otorgar un mayor dinamismo bajo un enfoque pragmático más que ideológico.
Desde su génesis (1992) el Acuerdo de Cooperación Mercosur – UE encontró dos bloques con grandes diferencias en el desarrollo económico. En 2004 no prosperó el intercambio de ofertas. La UE cerró sus puertas a las exportaciones agropecuarias del Mercosur y el Mercosur no abrió sus compras gubernamentales.
En lo que va de este año, el 11 de mayo se practicó en Bruselas el primer intercambio de ofertas de acceso a mercados de bienes, servicios y establecimiento y compras gubernamentales.
Asimismo el pasado 15 y 16 de septiembre se llevó a cabo la reunión entre Coordinadores Nacionales de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay previa a la ronda de negociaciones que tendrá lugar en el marco de la XXVI Sesión del Comité de Negociaciones Birregionales (CNB) en Bruselas del 10 al 14 de octubre. Venezuela no es parte ya que el proceso se negocia desde antes de su incorporación al Mercosur. La Cancillería venezolana se hizo sentir expresando su total disconformidad por las negociaciones birregionales sin su participación: “… irrespetar las atribuciones de la Presidencia Pro Témpore … deviene en un quebrantamiento insostenible del sistema normativo del bloque…”.
Por su parte, en línea con el encuentro se emitió la Declaración del 18 de septiembre firmada en Nueva York por los Cancilleres Susana Malcorra (Argentina), José Serra (Brasil), Eladio Loizaga (Paraguay), Rodolfo Nin Novoa (Uruguay). La misma recalca la importancia de impulsar las negociaciones del Acuerdo de Asociación Birregional Mercosur-UE por lazos tradicionales de tipo histórico, cultural, comercial y de inversiones. Las expectativas son altas: llegar a un “… acuerdo equilibrado, ambicioso y amplio”.
Si bien la UE acogió el universo de productos del Mercosur alcanzando un 90% del comercio histórico, productos fundamentales para el bloque quedaron excluidos: agroalimentos, carne bovina, etanol –mayor interés para Brasil-. Parte de las exclusiones entrarían a la UE bajo el sistema de cuotas. Mercosur no niega las cuotas aunque reclama que logren reflejar mayor beneficio para el bloque: mínimamente un 3% del consumo europeo. Pese a ello, las cuotas que ofrece la UE apenas llegan a 1% de lo que se consume. Si se considera además que ese mínimo porcentual habría que dividirlo entre los cuatro Estados Partes del Mercosur, el Acuerdo no conviene.
Francia, Irlanda y Polonia están entre los trece países europeos (Austria, Chipre, Estonia, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Rumania y Eslovenia) que presentaron un documento ante el consejo de ministros europeos de Agricultura en rechazo a la propuesta de cuotas sobre productos agrícolas "sensibles", como lácteos y carnes. Están en juego intereses nacionales y sectoriales en cada caso debido en parte a la alta competitividad que el sector agrícola europeo debería sortear frente al Mercosur.
La balanza es la misma: integración económica birregional. Los platillos son distintos. La UE puja por acceso al comercio de servicios y contratación pública. Mercosur por expansión de comercio agrícola y manufacturas. “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:3). Ayer se aducía que Mercosur retaceaba su oferta. Hoy, la UE ya no puede eludir el conflicto de intereses en el seno de un bloque comunitario que, por cierto, atraviesa múltiples fisuras.