Pese a las redadas judiciales, Cataluña sigue adelante con el referéndum del 1º de octubre y estudia distintos antecedentes históricos de movimientos independentistas alrededor del globo. Entre ellos, surgió en los últimos días un inesperado paralelismo citado por la propia Generalitat. Oriol Junqueras, vicepresidente catalán y líder de Esquerra Republicana de Catalunya, vinculó el derecho a la autodeterminación del pueblo catalán a la independencia de Argentina. “Todas las naciones del mundo tienen derecho a autodeterminarse. ¿Por qué la Argentina tiene ese derecho? ¿O tendría que seguir siendo parte de España? Pues nosotros, igual”, confió al diario La Nación.
En esa línea, el economista Jordi Galí escribió una columna en El País en la que sostuvo que “la mayoría de los países que en su día surgieron de un proceso de independencia mantienen una relación especial de amistad con los Estados a los que pertenecían”, en alusión a las por entonces llamadas “provincias españolas en América”. Consultado por PERFIL, el director del Centre de Recerca en Economia Internacional (CREI) y catedrático de la Universitat Pompeu Fabra matizó su opinión: “Hay dos siglos de distancia, por lo que no quiero comparar el proceso de independencia de los territorios en Hispanoamérica con el proceso actual en Cataluña. El alzamiento militar aquí es impensable porque los catalanes no tenemos armas. Lo decía como un ejemplo de que, a pesar de que son dolorosos en el corto plazo, en el mediano no suponen un enfrentamiento permanente”.
Según el derecho internacional, la autodeterminación sólo puede ser apelada por pueblos coloniales –como los de América a principios del siglo XIX– o por aquellos que sufren graves violaciones de los derechos humanos. No es el caso de Cataluña, que, sin embargo, apela a las invasiones borbónicas de 1714 como un antecedente de dominación de España sobre su región.
Paradójicamente, el independentismo catalán pone como ejemplos de referéndums de autodeterminación a Escocia y Canadá, donde el electorado rechazó en tres ocasiones esa opción. En la consulta acordada entre el Reino Unido y Escocia, el “no” cosechó un 55,3% de los votos, frente a un 44,7% del “sí”.
En Canadá, en tanto, hubo dos referendos sobre la soberanía de Quebec, en 1980 y 1995. En la última, los separatistas perdieron por un estrecho margen: 50,58% a 49,42%. El Tribunal Supremo determinó que una secesión unilateral violaba la Constitución y el derecho internacional, pero admitió que se trataba de “un asunto político y no judicial”.
Esos triunfos no tranquilizaron a Rajoy, que apeló a la policía para asegurar la integridad territorial de España.