Washington - El presidente de Estados Unidos George W. Bush dijo que un incremento de 21.500 soldados en las tropas de su país en Irak favorecerá el retorno de los soldados y el final de la guerra en el país del Golfo Pérsico. "Si aumentamos nuestro apoyo en este momento crucial y ayudamos a los iraquíes a romper el actual ciclo de violencia, nosotros podremos acelerar el día en que nuestras tropas volverán a casa", afirmó el mandatario en un discurso a los estadounidenses difundido por televisión.
Bush afirmó que "los esfuerzos pasados" para controlar la violencia en Bagdad "fracasaron por dos razones principales: no había suficientes tropas iraquíes y estadounidenses para asegurar barrios que habían sido limpiados de terroristas e insurgentes y había muchas restricciones" para el accionar de los soldados.
Un retroceso en la política de Estados Unidos en Irak provocaría la caída del gobierno iraquí, desgarraría a este país y desataría "una masacre de una envergadura inimaginable", advirtió el presidente estadounidense durante su discurso a la nación. Tal decisión "desgarraría a ese país y redundaría en matanzas de masas en una escala imposible de imaginar''.
"Donde se hayan cometido errores, la responsabilidad recae sobre mí'', dijo Bush en un ensayo de autocrítica poco usual en él.
Con esta decisión, Bush desoyó las recomendaciones de la comisión dirigida por el ex secretario de Estado James Baker que instó hace un mes a cambiar la estrategia de Estados Unidos en Irak, mediante un retiro de tropas a más tardar en 2008 y una reanudación del diálogo directo con Irán y Siria.
En cambio, sí prometió poner fin a la influencia de Teherán y Damasco en la violencia iraquí.
En su discurso, el mandatario se empeñó en demostrar a sus ciudadanos que también aumentaba la presión sobre el Gobierno iraquí para que haga su parte del trabajo: "Se lo dije claramente al primer ministro iraquí (Nuri Al Maliki) y otros dirigentes que el compromiso de Estados Unidos no es eterno", alertó.
La enésima estrategia de Bush, que costaría 6.800 millones de dólares, tiene el objetivo de salir del atolladero iraquí, con el envío de 4.000 marines a la provincia de Anbar y de unos 17.500 soldados a Bagdad, según precisó un alto funcionario de la Casa Blanca.
Desde la invasión en marzo de 2003, la guerra costó más de 350.000 millones de dólares a Estados Unidos y la muerte de más de 3.000 soldados norteamericanos.
Frente a esta situación, el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, anunció este miércoles que "estaba tratando de presentar una resolución bipartidista que se oponga a una escalada en la guerra en Irak. Esperamos presentarla al Senado la próxima semana", explicó a la prensa.
"Un mono vestido de seda sigue siendo un mono", añadió el senador hispano Bob Menéndez.
En tanto, el influyente senador demócrata Edward Kennedy anunció un proyecto de ley para que un aumento de tropas en Irak requiera aprobación del Congreso estadounidense, actualmente bajo dominio de su partido.