Los Conservadores liderados por David Cameron consiguieron una sorprendente victoria neta en las elecciones británicas al obtener las 326 bancas, que les permite gobernar sin la necesidad de una alianza con sus salientes socios, los Liberales Demócratas. Por su parte, los Laboristas sufrieron una aplastante derrota y ya empezaron las dimisiones.
"Es la victoria más dulce", expresó optimista esta mañana Cameron al invitar a los activistas de su partido a celebrar el resultado de las elecciones celebradas ayer. "Hemos derrotado también a los sondeos y a los comentaristas", se alegró. Según un último cálculo de la televisión publica británica BBC, los Conservadores obtendrían 329 escaños, es decir, tres más de la mayoría absoluta.
La victoria sorprendió luego de que durante la campaña electoral todas las encuestas pronosticaron un empate entre los dos grandes partidos con un 34% de los votos. Tras el brillante resultado electoral, Cameron acudió a Buckingham Palace para recibir de la Reina Isabel el vía libre formal a encabezar una vez más el gobierno del país: "Vi a la reina y formaré un nuevo gobierno", afirmó el premier británico frente a Downing Street.
Los Laboristas sufrieron un duro revés al conseguir alrededor de 235 escaños, por lo que ya se espera una jornada de dimisiones. Según informó el medio The Guardian en su sitio web, el líder laborista Ed Miliband, con aspecto cansado, fue esta mañana al cuartel general del partido, acompañado por su esposa Justine, y estaría por presentar su renuncia.
No se trataría de la primera dimisión de la jornada, dado que ya presentaron su renuncia los políticos Nigel Farage y Nick Clegg.
Farage, líder del partido anti-Europa y anti-inmigración UKIP, había anunciado que en caso de perder renunciaría. Tras los comicios quedó excluido de la Cámara de los Comunes británica al no obtener el escaño al que aspiraba, dado que fue derrotado en su circunscripción por el conservador Craig MacKinlay.
Los Liberales Demócratas, quienes fueron aliados de gobierno de Cameron en los últimos años, sufrieron una sufrida derrota al conseguir únicamente 8 escaños, es decir, que el partido perdió 47. A pesar de que Clegg pudo mantener su banca de diputado, renunció esta mañana como líder del partido: "Está dolorosamente claro que ha sido una noche cruel y de castigo para nosotros", analizó.
En contraposición, los nacionalistas escoceses liderados por la emergente Nicola Sturgeon festejaron. En Escocia, donde el recuento de los votos ya terminó, el partido de los nacionalistas se hizo con 56 de los 59 escaños, barriendo a los laboristas de la que era su bastión y patria de varios de sus líderes.
