La crisis política en Venezuela se aplacó en la madrugada de ayer, en víspera de la toma de posesión del oficialista Nicolás Maduro, luego de que el opositor Henrique Capriles lograra que el órgano electoral revise los apretados resultados de la votación, sin que afecte la investidura. “Hemos acordado en el marco de lo permitido en la norma electoral ampliar la auditoría de verificación ciudadana, para realizar la auditoría sobre el 46% de la cajas de resguardo que no fueron auditadas el día de la elección”, anunció Capriles tras una larga reunión la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena.
Aunque esta decisión no implique un recuento voto a voto, Capriles la consideró como un triunfo. “Yo ya dije que iba a luchar voto a voto, que iba a defender cada voto de cada venezolano”, respondió el ex candidato opositor. “Vamos a estar ahí en la auditoría”, agregó.
La presidenta del CNE explicó que, para que la auditoría abarque el cien por ciento de las cajas que resguardan los comprobantes físicos que emiten las máquinas por cada voto electrónico, se seleccionará “una muestra” del 46% de los votos. Se trata del mismo porcentaje que no fue auditado el día de la elección y será un proceso que durará 30 días.
“Nosotros consideramos que en esas 12 mil cajas (que finalmente se abrirán en la auditoría) están los problemas, perfectamente nosotros podemos demostrarle al país la verdad”, subrayó Capriles. El joven gobernador del estado Miranda, que en las presidenciales del 7 de octubre perdió por 11 puntos ante el fallecido Hugo Chávez, no reconoció los resultados del CNE, que dieron una ajustada victoria de 1,8 puntos a Maduro, lo cual abrió una tensa semana de movilizaciones opositoras que se saldaron, según el gobierno, con ocho muertos y más de 60 heridos.
La decisión del CNE no es incompatible con la toma de posesión de Maduro que se celebró ayer en Caracas con toda la pompa, desfile cívico-militar incluido, y la presencia de unos veinte dignatarios de todo el mundo.
El sucesor de Chávez, que dio a Venezuela un papel relevante en la geopolítica mundial, participó la noche del jueves en Lima en una reunión de emergencia de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) para tratar la crisis postelectoral.
Maduro, que recibió el respaldo del bloque, dijo antes de partir que iba a informar a sus colegas de “lo que han sido los acontecimientos que la patria ha vivido en las últimas horas” y también dar detalles de cómo se derrotó “un golpe de estado” en Venezuela.
“Espero lo mejor de esta reunión. Que salga consolidado este bloque de países sudamericanos. Que se condene la violencia fascista y prevalezca la voluntad y la soberanía del pueblo”, declaró al descender del avión en la capital limeña.
En un abierto desafío, poco antes, el líder de la oposición venezolana, Capriles, había anunciado que evaluaba la posibilidad de ir a la cumbre, tras señalar que había recibido el apoyo de varios jefes de Estado en su su solicitud de recuentro de votos.
Mientras Maduro recibía un apoyo casi unánime de sus vecinos latinoamericanos, aunque con matices, Capriles era apoyado en su demanda de recuento de votos por Estados Unidos y también por la Unión Europea, aunque esta última tomó nota de la elección.
Bajando el tono, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, insistió este jueves en la conveniencia de un recuento de los votos, pero pidió que no se “cierren las puertas” entre ambos países, que mantienen una deteriorada relación. “Nuestra posición es que esa auditoría sería un importante primer ingrediente para brindar confianza”, dijo Kerry.
Al partir rumbo a Lima, el presidente boliviano Evo Morales afirmó que los países de Unasur están obligados a emitir una resolución contra el gobierno de los Estados Unidos. La tensión sigue subiendo en Venezuela, que recontará los votos de la elección aportando un poco de paz al caldeado clima político.