Luego de su tradicional mensaje de bendición “Urbi et Orbi”, el papa Francisco y por su rol fundamental que jugó al reanudar el diálogo entre los líderes de Cuba y Estados Unidos, Raúl Castro y Barack Obama, reaparecieron las comparaciones del Sumo Pontífice con, ni más ni menos que, el Che Guevara.
En Italia ya habían aparecido afiches de partidos de izquierda o en grafittis callejeros donde se hace la comparación a tan punto que, tiempo atrás, el diario Il Foglio, de línea editorial berlusconiana le puso título al fenómeno: “Nueva izquierda bergogliana”. “Tiene una posición dura contra las políticas neoliberales”, aseguraban.
Ahora, el analista político Atilio Borón difundió hoy en redes sociales una imagen realizada por Josetxo Ezcurra en la que se ve un montaje de Francisco con el puño y la boina representativa del líder de la Revolución Cubana. “¿Vieron la ilustración de Josetxo Ezcurra en Rebelión de Hoy? (www.rebelion.org) Imperdible, y mucho x debatir”, twiteó el intelectual.
Borón ya se había refirido al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba supone “el fracaso de la política convencional del gobierno estadounidense”.
“Cuba siempre quiso dialogar, el que no quería dialogar era Estados Unidos”, afirmó el politólogo, quien consideró que “Raúl Castro le dio un crédito muy grande al presidente Barack Obama y al Papa Francisco por la reanudación de estas relaciones entre dos países que siempre tuvieron un vínculo muy estrecho”.
Por otro lado, se difundió que el rabino y diputado nacional Sergio Bergman había llamado al Sumo Pontífice como el “Che Guevara de los palestinos”, algo que luego fue rápidamente desmentido.
El rabino y escritor argentino Abraham Skorka, muy cercano a Francisco, sostuvo: “El Che Guevara tuvo ideales grandes de justicia social, de rectitud, pero hay un aspecto, el de las armas, que no comparto. También nosotros queremos la justicia social para nuestros pueblos, pero a través del diálogo y de un cambio profundo de actitud”.
“La historia de la humanidad nos enseña que todas las grandes revoluciones que se afirmaron con el derramamiento de sangre dejaron una estela de odio, y al final fracasaron. La revolución real es crear un hombre nuevo”, explicó Skorka.