Washington - El juicio contra el coronel Steven Jordan, el único oficial acusado por las torturas del ejército estadounidense a sus prisioneros en la cárcel de Abu Graib en Irak, comienza hoy en una corte marcial en Fort Meade (Maryland, este).
Más de tres años después de la publicación de las fotos en las que se veía a los prisioneros humillados por los guardias estadounidenses, sólo un puñado de soldados fue juzgado, y ningún jerarca civil o militar de Defensa fue llevado a juicio.
En las fotos, que dieron la vuelta al mundo, se ve a los detenidos desnudos, apilados sobre el suelo de la prisión, atados con hilos eléctricos, amenazados con perros y posando desnudos o con ropa interior femenina ante los guardias estadounidenses.
Las imágenes terminaron definitivamente con la onda de simpatía internacional hacia Estados Unidos que había generado el ataque del 11 de septiembre de 2001. Jordan está acusado de haber obligado a prisioneros a desnudarse una noche y amenazarlos con perros de ataque, en un incidente que no fue fotografiado.
También está acusado de haberle mentido a los investigadores afirmándoles que nunca vio abusos. En 2006 el presidente George W. Bush opinó que el escándalo generado por las torturas en Abu Graib era "el mayor error" de Estados Unidos en la invasión a Irak.
El secretario de Defensa de entonces, Donald Rumsfeld, afirmó que las torturas se debían a "unas pocas manzanas podridas" en el ejército, y aseguró haber presentado la renuncia dos veces en el peor momento del escándalo. Hasta ahora once soldados fueron condenados a penas que van desde algunas horas de trabajo de interés social hasta diez años de prisión. La mayoría de ellos aseguraron que simplemente habían cumplido órdenes.
Pero entre los graduados de alto rango, solo la comandante de las prisiones estadounidenses en Irak en esa época, la general Janis Karpinski, fue sancionada con una degradación, sin pasar por la justicia militar. Karpinski, que volvió a la vida civil, explicó en un libro publicado a fines de 2005 que las torturas "eran el resultado de órdenes contradictorias y reglas confusas que iban desde los comandantes militares en Irak hasta la cumbre del poder civil en Washington".
Según distintos informes de investigaciones del ejército respecto al escándalo, el coronel Jordan, de 51 años, tuvo parte en estas "reglas confusas". Oficialmente responsable del centro de interrogatorios, Jordan se consagró únicamente a mejorar las condiciones de vida de los soldados afectados a la prisión. Así, no supervisó los interrogatorios, sino que dejó a los soldados -presionados por las jerarquías para obtener resultados- manejar la situación.
Jordan tiene seis acusaciones, en particular obstrucción a la justicia, falta al deber y falso testimonio, por los que podría recibir hasta 16 años y medio de cárcel en un proceso que debería durar 15 días.