El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, enfrenta el último tramo de su primera gestión ante el Palacio del Planalto. Durante su gestión, el ultraderechista se mantuvo fiel a su promesa de "deconstruir" el legado de gobiernos anteriores. “Durante mi gestión, acabamos con la corrupción sistémica en el país”, dijo Bolsonaro a modo de balance en la Asamblea de la ONU el 20 de septiembre.
El exdiputado del Partido Liberal, que buscará llegar al balotaje en las elecciones generales del 2 de octubre, llegó al poder con un discurso anticorrupción. Su mandato estuvo marcado por una confluencia de crisis: económica, sanitaria y ambiental. No obstante, fue la gestión de las últimas dos por las que más lo condenaron, lo que incluye su negacionismo sobre la pandemia de coronavirus y la deforestación en la Amazonía.
Sin embargo, uno de los temas que contribuyeron a elevar la tensión fueron sus constantes desafíos a las instituciones democráticas por lo que es investigado por la justicia en virtud de varios delitos.
1. “Deconstruir” el legado de la izquierda
"Tenemos que deconstruir, deshacer muchas cosas", advirtió Bolsonaro tras llegar al poder en enero de 2019 con un discurso contra la corrupción que había sacudido los anteriores gobiernos de izquierda.
Entre las medidas que tomó, abolió el Ministerio de Cultura mientras que la educación fue una de las áreas con mayores sobresaltos, con recortes presupuestarios y cuatro ministros.
Este nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) dijo que durante los gobiernos anteriores de izquierda la educación se había convertido en una "fábrica de militantes".
Junto a las iglesias evangélicas, cuyo peso se ha reforzado en las esferas de poder bajo su mandato, Bolsonaro llevó a cabo una cruzada contra la enseñanza de la diversidad sexual y de género en las escuelas. Además, en un país con un alto nivel de violencia política, el Presidente flexibilizó el porte de armas de fuego y los permisos de posesión se dispararon 474% entre 2018 y 2022.
2. La "gripecita" del covid y militarización del estado brasileño
La respuesta a la pandemia del Covid-19 hizo caer la popularidad de Bolsonaro, un desconfiado de las vacunas y defensor de remedios sin eficacia científica para tratar el virus.
El negacionismo frente a lo que llamó "una gripecita", responsable de casi 685.000 muertes en Brasil, desató decenas de pedidos de destitución y una comisión parlamentaria recomendó su inculpación por "crímenes contra la humanidad". Sus partidarios, en cambio, dicen que salvó la economía de lo peor al oponerse a los cierres.
Por otro lado, el mandatario dio protagonismo a las Fuerzas Armadas al "militarizar el aparato estatal, nombrando a más de 6.000 militares activos o retirados en la administración federal", según Anthony Pereria, especialista en América Latina de la Universidad Internacional de Florida (Estados Unidos).
3. Economía y corrupción
En el último tramo de su primer mandato, Bolsonaro tomó una serie de medidas económicas para paliar el descontento popular, como el subsidio Auxilio Brasil o la baja del precio del combustible. “En el ámbito financiero, Brasil hizo reformas para atraer inversiones y mejorar el nivel de vida de la población”, agregó Bolsonaro en su discurso ante sus pares del mundo.
La pandemia impactó de lleno en la mayor economía de América Latina, que empezó a recuperarse, con cuatro trimestres consecutivos de crecimiento del PIB (1,2% entre abril y junio), pero todavía tiene una inflación de dos dígitos y casi 10 millones de desempleados. Recientemente, aseguró que "el hambre realmente no existe en Brasil", pese a que 33,1 millones de brasileños sufren de falta de alimento, según datos de la red PENSSAN.
Por su parte, el ministro de Economía, el liberal Paulo Guedes, llevó a cabo una reforma de las pensiones y una serie de privatizaciones, principalmente de puertos y aeropuertos.
Pese a que Bolsonaro se jacta de “haber eliminado la corrupción”, su exministro de Medio Ambiente Ricardo Salles es investigado por involucramiento en el tráfico internacional de madera. Milton Ribeiro, ex titular de Educación, estuvo preso brevemente por corrupción y tráfico de influencias.
4. La deforestación en la Amazonía
Las tierras de pueblos originarios sufrieron 305 invasiones en 2021 -180% más que en 2018 - y la deforestación de la Amazonía, el “pulmón del mundo”, se disparó un 75% (promedio anual) en comparación con la década anterior. Esto fue alentado por el debilitamiento de los organismos de vigilancia medioambiental, lo que le valió al jefe de Estado -que defiende los intereses del agronegocio- un sinfín de críticas de la comunidad internacional.
El de Bolsonaro fue "un mandato de destrucción respecto a lo que había sido construido desde el regreso de la democracia", estimó Gaspard Estrada, especialista de América Latina en la universidad de Sciences Po de París.
Sin embargo, Bolsonaro, repudió las críticas defendiendo la soberanía de Brasil sobre la Amazonía. La deforestación y su desentendimiento de los esfuerzos globales contra el cambio climático lo fueron apartando de la escena internacional. Su aislamiento se agudizó cuando Donald Trump, un aliado ideológico, perdió la reelección en 2020 en Estados Unidos.
5. Desinformación y Justicia
Plataformas como YouTube y Facebook retiraron videos del presidente de Brasil por divulgación de noticias falsas en las redes sociales, desde donde se comunica directamente con sus 47,5 millones de seguidores. Por este y otros delitos es investigado por la Justicia, en manos de su “enemigo”, el juez supremo y titular del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes.
Bolsonaro atacó violentamente a la Corte Suprema y pone en duda la fiabilidad del sistema electoral, estrategia que algunos analistas señalan que podría servirle para desafiar una eventual derrota frente a Lula. Organizaciones como Human Rights Watch (HRW) deploraron sus ataques a los "pilares de la democracia".