INTERNACIONAL
rousseff sin aliados

Dilma perdió el apoyo del vice y la crisis en Brasil se precipita

Michel Temer abandonó las gestiones para acercar el Planato al Congreso, y ya busca apoyos para encabezar un gobierno de transición como el que siguió a la caída de Collor.

AISLADA. Hasta en la marcha convocada por el PT en su apoyo hubo críticas al ajuste que impulsa el ministro Levy.
| Paulo Pinto/ PT

Desde San Pablo
Los más recientes movimientos de la crisis política brasileña dejan una conclusión inevitable: Dilma Rousseff está aislada. Al contrario de las expectativas del Palacio del Planalto, las amenazas de impeachment se han reforzado con la decisión del Superior Tribunal Electoral (TSE) de reabrir la investigación sobre el financiamiento de la campaña de Dilma en 2014. La presión por su renuncia ahora tiene en el ex presidente Fernando Henrique Cardoso su principal voz.
Desde el mismo Planalto, el vice Michel Temer puso en marcha la rueda de la sucesión. El vicepresidente disparó la señal para una alianza de su partido, el oficialista PMDB, con el opositor PSDB de Cardoso: abandonar las gestiones de acercamiento entre el gobierno y el hostil Congreso. Ahora, su proyecto es acumular apoyo para una administración de transición, encabezada por él mismo, como la que se produjo en 1992, tras la renuncia de Fernando Collor de Mello.

Obstáculos. Sin embargo, el TSE se ha cruzado en el camino de Temer. El tribunal pidió a la Fiscalía una nueva  investigación sobre el supuesto financiamiento de la campaña de Dilma y Temer con dinero del esquema de corrupción en la Petrobras. Si aparecen huellas de ese dinero, el proceso de impeachment alcanzará tanto a Dilma como a Temer.
Los 12 procesos de impeachment ya registrados en la Cámara de Diputados siguen en manos del presidente de la casa, Eduardo Cunha, archienemigo de Dilma, socio de Temer en el PMDB y uno de los blancos de las investigaciones de corrupción. La Fiscalía General lo denunció ante el Supremo Tribunal Federal por cobrar US$ 5 millones en coimas sobre contratos de Petrobras y por lavado de dinero.
Desde el oficialismo ven una posible salida de Cunha del comando de la Cámara como forma de disminuir el riesgo de impeachment. Pero la decisión del TSE sobre la campaña de 2014 y la investigación que el Tribunal de Cuentas realiza sobre los resultados fiscales de 2014 mantienen ese riesgo.
“Además de no tener vocación política, Dilma se ve muy debilitada, sigue enviando señales cambiadas y disgusta a todos”, dijo a PERFIL el diputado Chico Alencar, del PSOL, partido de oposición que nació de una disidencia por izquierda del PT. “Ella ha delegado la conducción de la economía en los neoliberales y la articulación política en el PMDB. Su equipo está vaciado”.
 Dilma tiene cada vez menos apoyos confiables. De su partido, el PT de Lula da Silva, pocos dan la cara para defenderla. Le siguen fieles los ministros Aloizio Mercadante (Casa Civil), Miguel Rosseto (Desarrollo Agrario), Pepe Vargas (Derechos Humanos), José Eduardo Cardozo (Justicia) y Jaques Vagner (Defensa).
En el PMDB, la pelea entre los que apoyan al gobierno y los que defienden un guiño a la oposición se profundiza, como sucede en otros partidos pequeños que integran la base oficialista. Analistas calculan que Dilma cuenta hoy con 130 diputados, cuando necesitaría entre 170 y 200.
En el Senado, su situación es más confortable. Pero el apoyo que ha recibido del titular, Renan Calheiros, también del PMDB, va a moverse al ritmo de las investigaciones de corrupción. Calheiros es sospechoso de haber cobrado sobornos de una empresa metida en el escándalo.
“La presidenta Dilma está totalmente aislada. Ni Lula le brinda un sincero apoyo”, evalúa el cientista político Bolívar Lamounier. “Lo que veo al fínal del túnel es la renuncia antes del verano”.
Rousseff también perdió apoyo entre la izquierda más radical y los sindicatos alineados con el PT al optar por el inevitable ajuste en las cuentas públicas. El desempleo de 7,5% en julio y la inflación de 9,57% al año tampoco la ayudan. Cuatro días después de la masiva manifestación contra su permanencia en el Planalto, las centrales sindicales y movimientos de izquierda realizaron una protesta más tímida el último jueves. Sin embargo, una de las consignas más coreadas por los manifiestantes fue reveladora: “Fuera Levy”, gritaban, por el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, el “padre del ajuste” que Dilma prometió no aplicar.

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