Desde San Pablo
El escenario para la presidenta Dilma Rousseff no podría ser peor. Con el proceso de su impeachment ya en discusión formal en la Cámara de Diputados, para la mayoría de los analistas su salida del gobierno se ha convertido en una cuestión de tiempo. Cuatro factores inevitables se ciernen sobre el gobierno: la agudización de la crisis económica, las próximas condenas y denuncias de la Operación Lava Jato, las movilizaciones en las calles y la posible “delación premiada” del petista Delcídio do Amaral, líder del oficialismo en el Senado y preso por corrupción (ver recuadro).
Y, para peor, todo indica que el PT, liderado por Lula da Silva, ha abandonado a Dilma a su propia suerte. “Fue por la inercia del PT, por decisión obvia de Lula, que se abrió el proceso de impeachment. El gobierno es insostenible y el PT ha decidido abandonar a Dilma y moverse a la oposición”, dijo a PERFIL José Augusto Guilhon Albuquerque, politólogo de la Universidad de San Pablo.
Semana difícil. Esta semana empieza sin darle esperanzas a Rousseff. El ministro de la Aviación Civil, Eliseu Padilha, aliado del vicepresidente Michel Temer, ya anunció su renuncia. Es la primera baja del PMDB, principal partido de la base oficialista, del barco de Dilma. Padilha es un político veterano que acompaña con hojas de cálculo las votaciones de temas de interés en el Congreso y, por lo tanto, conoce bien las chances del gobierno de detener el juicio político.
El Planalto trabaja para que la tramitación del impeachment sea lo más rápida posible y, así, menos susceptible a los cuatro factores negativos. Para eso, quiere suspender el receso parlamentario del 23 de diciembre al 1º de febrero.
La oposición sabe que la lógica del “cuanto peor, mejor” juega a su favor y se opone: sin sesiones, habrá tiempo para llevar más gente a las calles y más presión sobre el Congreso a favor del impeachment.
Mañana, en el Congreso, los partidos van a nombrar a los 65 miembros de la comisión especial de la Cámara que va a decidir si hay argumento para enviar el juicio político a la sesión plenaria. El titular de la Cámara, Eduardo Cunha, y el Planalto luchan para garantizar que el presidente y el relator de la comisión, que se elegirán el martes con voto secreto, sean de los suyos.
Si el proceso llega a la plenaria, la oposición necesitará 342 de los 512 votos para empezar el juicio en el Senado y 54 de los 81 senadores para dejarla sin mandato.
Un posible arrepentido del PT
Claustrofóbico, el senador Delcídio do Amaral, que era el líder del gobierno en la Cámara Alta, está arrestado en la Superintendencia de la Policía Federal, en Brasilia. En los próximos días el PT va a votar su expulsión del partido. Muy probablemente, como muchos de los involucrados en los escándalos de corrupción en Petrobras, el petista exponga a los fiscales y jueces lo que sabe a cambio de la reducción de su condena. Sería la primera figura central del PT en hacerlo y complicaría aún más a Dilma. “El tema del impeachment estaba dormido en los últimos meses hasta que Delcídio fue detenido. Lo arrojaron a los leones, sin apoyo del gobierno ni del PT, y tiene mucho que decir”, advirtió a PERFIL el politólogo Sergio Fausto.