El presunto autor de la masacre en una escuela de Florida en donde hace casi dos meses murieron 17 personas dijo hoy que quiere donar unos 40.000 dólares a una fundación que beneficie a las víctimas de los hechos. Durante una audiencia en una corte de la ciudad de Fort Lauderdale, ubicada a unos 50 kilómetros al norte de Miami, los defensores públicos de Nikolas Cruz, de 19 años, reiteraron que el joven no tiene dinero para pagar un abogado privado y que "lo poco que tiene" lo quiere entregar a los afectados por el tiroteo.
"El señor Cruz no quiere ese dinero. Él quiere donarlo para beneficiar a las familias de las víctimas y promover de alguna manera sanación de la comunidad", declaró la asistente de la defensa pública del joven, Melisa McNeill. Asimismo, McNeill, quien ha representado a Cruz desde su detención el pasado 14 de febrero, día de la masacre en la secundaria Marjory Stoneman Douglas (MSD) de la vecina ciudad de Parkland, entregó un registro del dinero con el que podría contar el sindicado.
Cruz, quien había estudiado en el colegio en que hizo la masacre, tiene por cobrar un seguro de vida de 50.000 dólares que su madre Lynda Cruz dejó para él y su hermano, Zachary, además de algunas joyas, muebles y un coche que según la defensa no alcanzan para pagar un defensor privado. Asimismo, la defensa reiteró el ofrecimiento de Cruz de declararse culpable a cambio de recibir el castigo de cadena perpetua y no pena de muerte, contemplada en los 34 cargos por homicidio culposo e intento de homicidio que pesan sobre él.
Sin embargo, el fiscal del caso, Shari Tate, afirmó que "el estado de Florida no permitirá al señor Cruz elegir su propio castigo por asesinar brutalmente a 17 personas". "Vamos a permitirle a los miembros de la comunidad de escoger ese castigo, no a Cruz", agregó. Finalmente, la jueza Elizabeth Scherer estableció nuevamente un plazo de 30 días para determinar si el acusado está en condición o no de pagar un abogado y establecer, de ser negativo, la defensa pública permanente para seguir adelante con el juicio. La masacre del Día de San Valentín, que dejó tres adultos y 14 menores muertos, estremeció al país y reabrió el debate sobre el control al uso de armas en el país norteamericano.