Tras una larga campaña, 2,6 millones de uruguayos elegirán hoy en el ballottage quién será su próximo presidente. Optarán entre el ex presidente Tabaré Vázquez, que encabeza todos los sondeos, y el dirigente opositor Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional. Según las encuestas, el líder del Frente Amplio tiene una ventaja de quince puntos sobre su adversario, lo que adelanta una tercera victoria consecutiva del oficialismo en los comicios presidenciales.
Los dos candidatos no participaron de debates y limitaron sus apariciones en la prensa en los últimos días. De hecho, Vázquez no concedió entrevistas a medios uruguayos ni extranjeros desde que se impuso en la primera vuelta con el 48% de los votos.
Eficiente. Militante del Partido Socialista, el reconocido médico oncólogo de 74 años dio sus primeros pasos en la actividad pública no dentro de la política, sino en el fútbol. Al igual que Mauricio Macri y tantos otros, fue presidente del Club Atlético del Progreso –entidad fundada por su abuelo–, que se coronó campeón bajo su gestión por primera y única vez en su historia. Corría 1989 y Vázquez ya probaba las mieles de la aprobación popular en el barrio La Teja, cuna del Frente Amplio y de la clase obrera montevideana. Ese mismo año, se postuló como intendente de la capital, en su primera incursión en las grandes ligas de la política electoral. Ganó los comicios del distrito más poblado del país y se convirtió en el primer intendente de la izquierda uruguaya.
“Tabaré fue un presidente y un intendente eficiente, ése es su mejor activo”, lo elogian sus colaboradores. De perfil bajo y sin el histrionismo de José “Pepe” Mujica, Vázquez llegó en 2004 a la presidencia tras la profunda crisis económica de 2002. Durante su gobierno, creció la economía y mejoró la distribución de la riqueza. Ahora, nuevamente como candidato, el dirigente admite que faltan muchas cosas por hacer. Prometió aumentar el presupuesto educativo y combatir con firmeza la inseguridad, reduciendo en 30% los robos a manos armada.
Tabaré es un ferviente católico, al igual que su esposa, María Auxiliadora Delgado. Tanto es así que durante su anterior mandato vetó una ley que despenalizaba el aborto y había sido aprobada por la bancada de su propio partido.
Otra de sus grandes polémicas llegó cuando confesó haber pedido ayuda militar a George W. Bush, ante la posibilidad de que estallara una guerra con la Argentina por el conflicto de las papeleras. Tras admitir ese episodio, anunció que se retiraría de la política. Sin embargo, un año después revirtió su decisión y volvió a postularse a la presidencia.
Hijo de. Luis Lacalle Pou convive con la bendición –y maldición– de provenir de una familia aristocrática de gran tradición política. Su padre, Luis Lacalle Herrera, fue presidente del país y líder del Partido Nacional. Pese a su origen dorado, el dirigente de 41 años se convirtió en la gran sorpresa de estas elecciones, al vencer en las internas al favorito Jorge Larrañaga y quedarse con la candidatura del Partido Blanco. “Llegué hasta acá por mí, por Luis Lacalle Pou”, planteó en más de una ocasión.
El abogado también tardó en ingresar a la política. Durante su juventud, su pasión era el surf. Sus amigos del colegio lo definían como un “petiso compadrón”, que solía protagonizar trifulcas cuando se burlaban por su estatura.
En 1999 fue electo diputado por Canelones y desde el Congreso se convirtió en un feroz crítico del Frente Amplio. Tanto es así que propuso un proyecto propio para legalizar la marihuana. En otra oportunidad, su rebeldía lo llevó a agarrarse a trompadas con el legislador oficialista Juan José Domínguez, quien lo había llamado “oligarca puto”.
En la primera vuelta presidencial, Lacalle Pou conquistó el 31% de los votos, quedando a casi 17 puntos de Tabaré Vázquez. Ahora, se plantea la titánica tarea de descontar esa ventaja y desalojar al Frente Amplio del poder.
Con el mismo fin pero distintos medios, ambos candidatos pugnan hoy por convencer a la mayor cantidad de uruguayos posible.
El Frente Amplio, por la mayoría absoluta
En caso de confirmarse todos los pronósticos, el Frente Amplio encadenará mañana su tercer victoria consecutiva en elecciones presidenciales, manteniéndose en el poder por quince años. Además, el oficialismo contará con mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso, con 50 de los 99 diputados y 15 de los 30 senadores, más el vicepresidente de la Cámara, que sería Raúl Sendic, compañero de fórmula del oncólogo. De esa forma, será la primera agrupación política en las últimas seis décadas que mantenga la mayoría en el Parlamento por tercera vez consecutiva.
La eventual victoria de Vázquez está tan descontada en Uruguay que las dos campañas se deshilacharon en las últimas semanas, reduciendo el gasto en propaganda política a niveles mínimos históricos. Sin embargo, Vázquez evitó el triunfalismo en su cierre de campaña, al advertir que aún “nada está ganado” y llamar a los frenteamplistas a desafiar la lluvia que se pronostica para mañana y acudir a las urnas.