Bajo una intermitente llovizna, la independencia de Cataluña se vivió con tensión en la embajada española en Buenos Aires. A las 10.27 (hora local), Carme Forcadell, presidenta del Parlamento catalán, comunicó que con 70 votos a favor quedaba aprobada la independencia de Cataluña. El embajador Javier Sandomingo Núñez lo vio por televisión, encerrado solo en su despacho. Nueve minutos después, recibió a PERFIL, mientras intentaba aún digerir la noticia a 14 mil kilómetros de distancia.
“Hemos asistido a una función de teatro, una especie de sainete”, soltó sentado en un sillón, con las banderas de España y de la Unión Europea (UE) a sus espaldas. Minutos después, acusó al presidente Carles Puigdemont de “insultar al pueblo español” y al Parlament, de “actuar fuera de la ley, de la Constitución y del Estatuto de Autonomía de Cataluña”.
—¿Vive España la crisis más grande desde el retorno de la democracia?
—Probablemente sí, desde el punto de vista institucional. Hemos tenido momentos económicos difíciles. En 1981 tuvimos un intento de golpe de Estado, que se superó. En este momento lo que tenemos es otro intento de golpe de Estado, que se superará también.
—La oposición acusó al presidente Mariano Rajoy de no hacer lo suficiente en los últimos años para solucionar el desafío independentista. ¿Qué responsabilidad tiene en esta crisis?
—Es muy fácil decir que Rajoy tendría que haber hecho tal cosa, pero quien tiene que tomar las decisiones es quien gobierna. La oposición siempre va a criticar al gobierno. Tiendo a pensar que cuando por un lado se le acusa de haber hecho poco y por el otro lado de haber hecho demasiado, quizás haya un punto medio y haya estado en lo correcto.
—En este momento hay miles de catalanes en las calles a favor de la independencia. ¿Cómo evitará España nuevas escenas de represión policial al aplicar el artículo 155 de la Constitución?
—Cuando uno vive en un régimen constitucional y en una democracia representativa, la calle no puede jugar el mismo papel que las instituciones constitucionales. En sociedades civilizadas, las cosas se hablan y discuten allí.
—¿Teme que haya violencia, como el 1º de octubre?
—Cuando la gente sale a las calles, siempre es un riesgo. Espero que la sensatez se imponga, que no haya nada que lamentar. La gente está en su derecho de manifestarse en la calle por lo que crea conveniente, pero nadie puede aspirar que sea la calle la que determine el futuro de la mayoría de los ciudadanos. Es legítimo manifestarse pacíficamente, pero espero que se eviten provocaciones y escenas de violencia.
—Puigdemont dijo que “el gobierno español emprendió el peor ataque al pueblo de Cataluña desde Franco”. ¿Por qué compara a Rajoy con la dictadura?
—Es un recurso de propaganda, es como si alguien compara a Puigdemont con el diablo. El sabe perfectamente que el actual gobierno español no tiene nada que ver con el régimen de Franco. Es un gobierno constitucional, democrático y que trata que la ley se cumpla en todo el territorio español, Cataluña incluida. El responsable del mayor ataque que haya recibido el autogobierno catalán desde la muerte de Franco es precisamente el señor Puigdemont. Lo que va a intentar el gobierno español por la vía de la aplicación de la Constitución y del artículo 155 es restablecer las instituciones.
—¿Hay posibilidad de que la reforma constitucional incluya la celebración de un referéndum pactado para destrabar la crisis?
—Siempre está esa posibilidad. Lo que no se puede es exigir, como seguramente harían algunos independentistas catalanes, que una reforma constitucional incluya necesariamente un referéndum pactado. Es una cuestión que habrá que hablar.
—¿Se romperá España?
—No, España no se romperá.