El destino les pesa mas que el cuerpo. Los rusos arrastran su destino, cargan con él, aseguran su pisada en las trampas que les tiende la nieve y embisten contra lo que se les ponga en su camino. Caminan empecinados y no se disculpan por los empujones propios o ajenos. Arrastran cada mañana al país más extenso del mundo: 17.075.400 kilómetros cuadrados, la octava parte de la tierra firme del planeta; al país que –junto a China– limita con más países y tiene las fronteras más extensas, atravesando once zonas horarias. Once tiempos tienen los hechos de suceder en Rusia.
A veces los rusos dan la sensación de haberlo visto todo:la espectacular, desenfadada y cruel violencia de los zares, las listas, el plomo gris de las delaciones, las guerras, los progroms, los cuatro millones de muertos de Lenin, los sesenta millones de muertos de Stalin. Pero cuando se emborrachan como adolescentes hasta perder por completo el control, cuando se caen “muertos” en el piso sin posibilidad de mover músculo alguno, los rusos son sólo niños tristes afectados de realidad.
Dios, que mantiene sus oficinas financieras en el 85 Broad Street del Bajo Manhattan desde 1869, habló in cátedra a través de la consultora Goldman Sachs en el ensayo Dreaming with BRICs: The Path to 2050, donde reconoce que Brasil, Rusia, India y China han cambiado sus sistemas políticos para abrazar el capitalismo global. Goldman Sachs predijo que China e India, respectivamente, serán los proveedores globales dominantes de tecnología y de servicios, mientras que Brasil y Rusia llegarán a ser semejantemente dominantes como proveedores de materias primas, aunque los dos últimos ya empezaron a aumentar de manera estupenda sus parques industriales.