Francisco parece haberse decidido a transmitir el mensaje navideño en clave de actualidad y política. Y hacerlo especialmente hacia el interior de la institución que gobierna, la Iglesia y la curia. Para eso, abandonó el quizás más ambiguo código de los símbolos y utilizó palabras absolutamente directas: habló de “malvadas resistencias” y aclaró que lo que propone está muy alejado de ser un lifting.
Demonios y corderos. El Papa eligió muy claramente a sus interlocutores, al especificar a qué se refería al hablar de “resistencias malvadas”. Francisco dijo que crecen en mentes distorsionadas y se presentan cuando el demonio inspira malas intenciones, a menudo con vestimentas de corderos”, en la Sala Clementina, al hacer su saludo navideño a los miembros de la curia.
Incluso, precisó qué era para él esta resistencia y cómo actuaba negativamente, como freno: “Diversas tipologías de resistencias: las resistencias abiertas, que esconden con frecuencia buena voluntad y necesidad de diálogo sincero; las resistencias escondidas que nacen de los corazones asustados o endurecidos que se alimentan de las palabras vacías del ‘gatopardismo’ espiritual de quien en palabras dice estar listo para el cambio pero quiere que todo permanezca como antes antes de precisar este tipo de maldad que frena su tarea de reformas”.
Costumbre. El Papa parece haber asumido esta misión de hablar a la curia antes de Navidad como parte de su tarea anual. En diciembre de 2014, en una requisitoria virulenta, enumeró 15 “enfermedades” que afectan a la curia, como “el alzheimer espiritual”, “la fosilización mental”, “la mundanidad” o “la corrupción de las costumbres”.
En diciembre de 2015, se mostró más alentador proponiendo “antibióticos” para esas enfermedades y enumeró las “virtudes necesarias”, como “la honestidad”.
12 criterios. Este año, citó 12 “criterios” para guiar esta reforma. Entre ellos la “catolicidad” (o universalidad) de la Iglesia, “a través de la contratación de personal proveniente de todo el mundo, de diáconos permanentes y fieles laicos y laicas” sobre todo “en aquellos dicasterios en los que pueden ser más competentes que los clérigos o los consagrados”.
Y en la labor reformista, dejó un lugar especial para las mujeres: “De gran importancia es también la valorización del papel de la mujer y de los laicos en la vida de la Iglesia, y su integración en puestos de responsabilidad en los dicasterios, con particular atención al multiculturalismo”, insistió Francisco. Hoy por hoy, hay sólo dos mujeres con responsabilidad en la curia.