Parte del pasado del Papa Francisco es bien conocido en nuestro país. Antes de ser arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio fue maestro de Literatura y Psicología, trabajó en un laboratorio químico y hasta barriendo los pisos de una floristería. Lo que no se sabía es que el sacerdote tuvo, además, un oficio que, para algunos, podría ser "poco celestial": fue guardia en un boliche para pagar sus estudios universitarios.
El mismo Pontífice lo confesó días atrás a un grupo de jóvenes con los que charlaba informalmente en la iglesia de San Cirilo Alejandrino, en la periferia de Roma. Allí, celebró misa y confirmó a nueve jóvenes, a quienes relató la particular anécdota.
Si bien no brindó mayores detalles sobre su historia, Francisco aseguró que la experiencia le sirvió para aprender el secreto para volver acercar a la Iglesia los creyentes que se alejaron, desencantados.
"Como dice San Pedro, hay que estar siempre preparado para dar una explicación a cualquiera que te pregunte por una razón para tener esperanza", contó el Papa, según publicó el diario vaticano L'Osservatore Romano.
La revelación se conoce en la misma semana en que fuentes vaticanas contaron que el Santo Padre sale por las noches, de incógnito, a recorrer el Vaticano y ayudar a los más necesitados, como solía hacer en Buenos Aires.