El discurso homófobo de ciertos dirigentes chavistas volvió a colocar a las preferencias sexuales de los políticos en el tope de la agenda pública de Venezuela. Lejos de moderar las opiniones que vertían en tiempos de Hugo Chávez, algunos miembros del oficialismo desplegaron esta semana una retórica sin metáforas para aludir a la supuesta homosexualidad del líder opositor Henrique Capriles Radonski. El presidente Nicolás Maduro no condenó los dichos de sus copartidarios y la oposición aprovechó la ocasión para declararse víctima de una campaña de persecución.
La polémica estalló el martes pasado durante una sesión de la Asamblea Nacional en la que los legisladores del oficialismo presentaron presuntas pruebas contra Oscar López Colina, mano derecha de Capriles en la gobernación de Miranda, a quien acusaron de gastar casi 200 mil dólares en “bacanales” (orgías). La bizarra denuncia incluyó una foto de López vestido de mujer y otra en la que aparecía abrazado con un hombre.
La cosa empeoró con la intervención del diputado chavista Pedro Carreño, quien dirigiéndose a Capriles lanzó: “Responde, homosexual. Acepta el debate, maricón”. La respuesta del dirigente opositor no tardó en llegar: “Para mí es un honor que los corruptos nos ataquen. Si yo fuera homosexual, lo asumiría con orgullo a los cuatro vientos”.
Maduro salió a rechazar las acusaciones de homofobia acompañado por gays y lesbianas y con una bandera arco iris al hombro. Pero, en lugar de bajar el tono, disparó que “el peor homofóbico es el que teniendo una condición de vida la niega y el que teniendo esas tendencias venga a prostituir a jóvenes porque tiene poder político”. Era una clara alusión a Capriles y a las supuestas fiestas en la gobernación de Miranda.
“Jamás he sido ni seré homofóbico”, insistió Maduro, quien ya había llamado “mariconsón” a Capriles y lo había cuestionado por estar soltero a los 41 años. Esa situación personal del ex candidato motivó acusaciones del chavismo: primero se dijo que su debilidad eran las prostitutas, y luego que no tenía esposa porque le gustaban los hombres.
A diferencia de los progresos hechos en otros países de la región como la Argentina, Brasil, Uruguay o México, en 15 años de chavismo jamás se discutieron en Venezuela temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo o el reconocimiento de la identidad de los transexuales. La homofobia y el machismo son moneda corriente en círculos oficiales y sobre todo entre militares nacionalistas que aborrecen a Capriles por su supuesta condición de homosexual y judío.
Pero los derechos civiles de los gays tampoco están entre las prioridades de la oposición. Durante la última campaña presidencial, cuando le preguntaron si impulsaría el matrimonio igualitario, Capriles respondió: “No creo que el matrimonio homosexual sea uno de los principales problemas de los venezolanos”.