INTERNACIONAL
Extraña Pareja

Israel: un nuevo gobierno que nacerá del temor al partido árabe

Gantz y Netanyahu se enfrentaron tres veces en un año en las urnas, sin sacarse ventajas. Cuando parecía que la oposición se hacía con el gobierno, todo cambió.

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Rivales y aliados. Benny Gantz y Benyamin Netanyahu compartirán gobierno. No los une el amor, sino el espanto. | Cedoc Perfil

Los cines en Israel están cerrados a causa de la pandemia del coronavirus, como en todo el mundo. Pero en los últimos días el país pudo ver el estreno de una nueva película, "El Sacrificio del Soldado".

   El soldado es Benny Gantz, el ex comandante militar que había llegado para poner fin al largo mandato de Benyamin Netanyahu, el primer ministro manchado por varias denuncias de corrupción, pero que hizo estallar por el aire su carrera política para que el país pueda contar con un gobierno en estos tiempos de crisis.

   En Israel ya se realizaron tres elecciones, pero el sistema parlamentario que requiere el apoyo de al menos 61 de los 120 escaños para formar gobierno no pudo hacer pie en un país partido al medio entre los que creen que Netanyahu es un corrupto y aquellos que piensan que el primer ministro es víctima de una operación judicial en su contra.

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   Después de las terceras elecciones, a principios de marzo, el escenario político se convulsionó por la llegada de la pandemia y por las continuas movidas para desplazar a Netanyahu, no ya por los votos, sino a través del control de la Knesset.

   Los días pasaron, el número de infectados y muertos no paró de crecer, los aliados de Gantz en la coalición de centroizquierda Azul y Blanco siguieron maquinando el derrumbe del premier desde el congreso. Y el soldado no pudo más, dejó de lado a sus socios electorales y salió a rescatar a un débil Netanyahu.

   "Estos no son días normales y requieren decisiones especiales", anunció Gantz antes de aceptar convertirse en relator de la Knesset. 

   ¿Qué llevó a este ex comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel a renunciar a su promesa de echar a Netanyahu y a traicionar a sus compañeros de coalición? Las posibles respuestas, que traducen las posiciones de diferentes sectores de la sociedad israelí, están en el menú del día mientras la mayor parte de la población sigue en cuarentena.

   Una de las tramas principales de este filme es la voluntad de gran parte del país de deshacerse de Netanyahu, acusado en tres procesos por corrupción y atornillado al sillón de primer ministro gracias a su tradicional alianza con los partidos ultra-religiosos.

   Esa línea del guion es bien conocida y se escribió muchísimo al respecto. La otra trama es cómo buscaron los sectores de centro y progresistas llevar a cabo el desalojo de Netanyahu.

   "Azul y Blanco fue una alianza forjada por la izquierda con la intención de captar el centro" y así poder contar con chances de echar al premier, explicó a PERFIL el comentarista Gadi Taub, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

   Desde hace mucho tiempo, la izquierda en Israel es prácticamente insignificante. Muy lejos quedaron los años del partido laborista Avodá, donde militaban Golda Meir, Yitzhak Rabin o Shimon Peres, del socialista Mapam o hasta del movimiento Shalom Ajshav (Paz Ahora). Hoy por hoy, la verdadera izquierda israelí es la coalición de la Lista Árabe Unida, protagonista clave de esta película.

   Taub afirma que los dirigentes que rodeaban a Gantz, como el ex presentador televisivo Yair Lapid, "se presentaban a sí mismos como centristas pero estaban dispuestos a armar una alianza con el partido árabe" para poder formar gobierno, algo que casi sucedió.

   De hecho, coinciden algunos analistas en Israel, esa fue una de las razones detrás de la decisión de Gantz. El ex comandante en jefe sabe que una alianza con la Lista Árabe Unida es un camino de gran incertidumbre.

   En esa coalición conviven nacionalistas árabes antisionistas con comunistas judíos, sectores siempre marginales en la política del país que, si bien hicieron contribuciones positivas desde el parlamento, también se muestran orgullosos de sus contactos con agrupaciones extremistas palestinas, por ejemplo. 

   La maniobra de llevar a Azul y Blanco al gobierno con el apoyo externo de la Lista Árabe Unida ya había dado un paso adelante con la renuncia del anterior relator de la Knesset, Yuli Edelstein, del Likud, el partido de Netanyahu.

   La idea del sector más a la izquierda de Azul y Blanco era seguir con el control de los principales comités parlamentarios, hacerle la vida imposible al primer ministro y lograr los votos para poder armar un gobierno para remplazarlo.   

   "Eso fue prevenido a último momento por Gantz, quien posiblemente no pudo a nivel personal aceptar el condicionamiento de la extrema izquierda antisionista", analizó Taub.

   El corazón del soldado no podía permitir que el coronavirus o el antisionismo pusieran en jaque a su país.

 

EL PARTIDO ARABE

"El problema con el partido árabe no es que sea árabe. El problema es que están de manera activa en contra del carácter nacional judío de Israel, y eso es considerado por mucha gente como algo muy extremo", resume el analista Taub.

   La coalición de nacionalistas árabes y comunistas judíos resultó un revulsivo político tras la ronda de elecciones de marzo, cuando sumaron quince escaños y se convirtió en la tercera fuerza del país, detrás del Likud de Bibi Netanyahu y la alianza Azul y Blanco de Benny Gantz.

   Los partidos que se unieron en la coalición de la Lista Unida siempre estuvieron presentes en Israel, adonde los árabes constituyen alrededor de un 21 por ciento de la población.

   Pero, más allá de algunos relámpagos radicales en los años '70, los partidos árabes y la extrema izquierda judía nunca habían contado con tanta aceptación como ahora, cuando dejaron de lado diferencias y se presentaron unidos. 

   La fuerza que encontraron en estos años marcados por las sospechas de corrupción sobre Netanyahu y por una economía floreciente pero también con bastante inequidad social, dieron a la coalición la posibilidad de apoyar o condicionar un eventual gobierno de izquierda.

   Sin embargo, la enorme mayoría judía de la sociedad israelí está a años luz de aceptar en el gobierno, o apoyando desde afuera, a una fuerza declaradamente antisionista y que cuenta con dirigentes ligados a grupos radicales palestinos.

   De esa mayoría judía forma parte Gantz, quien prefirió saltar a los brazos de Netanyahu antes de formar gobierno con el apoyo de la alianza árabe.

   Los dirigentes de la Lista, quienes nunca se habían visto tan cerca de una posibilidad de poder nacional, reaccionaron enojadísimos: "Gantz eligió robarse el mandato de los votantes y abrir el camino a un gobierno etno-fascista", dijo Ofer Cassif, uno de los diputados de la alianza árabe. 

   En su plataforma, la Lista refleja los principales dilemas de la población árabe de Israel, que goza de amplios derechos y posibilidades, pero también sufre postergación y recelo.

   La coalición, se lee en el website de Maki, el partido comunista israelí, "exigirá el reconocimiento del público árabe como una minoría nacional con derecho a la autoagestión en los campos de la cultura, la educación y la religión, como parte del pueblo árabe-palestino y la nación árabe".

   Se trata de una aspiración difícil de aceptar en un país que -incluso con algunas injusticias- nació después del Holocausto para convertirse en el hogar de los judíos de todo el mundo.